Todas las mañanas su madre preparaba las facturas y él, con ocho años ayudaba con la venta; las llevaba al colegio y sus compañeritos las compraban. “Con lo recaudado ayudaba a pagar algunos gastos y también a comprar comida”, contó Raúl Omar Geneyro Bragagnolo a PRIMERA EDICIÓN.
Omar nació en Campo Grande, en el seno de una familia trabajadora. Parte de su niñez la vivió en Posadas y con 9 años, su familia se trasladó a Virasoro, Corrientes. Desde pequeño soñó con viajar por el mundo y visitar tantos museos como pudiese: “Es que me encantan las obras de arte y la historia”.
Al finalizar el colegio, la sed de triunfo lo trajo de nuevo a Posadas para estudiar profesorado en Educación Física. Sin embargo, el destino lo empujaría al mundo de la gastronomía.
Él mismo lo recuerda: “Mi primera experiencia en la cocina fue por necesidad yo quería mantenerme y no pedirle dinero a mis padres”. Entonces, comenzó a trabajar los fines de semana en un restaurante, “que estaba ubicado entre 3 de Febrero y Bolívar, creo que fue el primer restaurante a nivel gourmet con el primer chef gourmet: Juan Carlos Canteros, gracias a él empecé a cocinar, fue él quien me enseñó muchos de los secretos de la cocina”.
Comenzó como ayudante y con el tiempo descubrió su pasión por la gastronomía, una profesión que lo llevó a dejar el país y probar suerte en Europa. Actualmente, es un reconocido chef cuyos platos han sido probados por renombradas celebridades como: “el príncipe Alberto, Lionel Messi, Javier Zanetti, Diego Milito, artistas internacionales, ricos y famosos”.
Dejarlo todo
En 2003 Omar decidió salir del país, su idea era buscar un mejor futuro para su esposa e hija de dos años. “Me vine para Italia, yo siempre supe que me vendría para Europa y lo hice sin papeles y sin saber el idioma. Tenía 40 dólares en los bolsillos”.
Se instaló en Florencia donde vivía su hermana. “Llegué en mala temporada, no había trabajo y decidí irme para Viareggio”, una ciudad ubicada en la costa del mar de Liguria. “Y bueno, salí a buscar trabajo y al tercer día me llamaron de un restaurante y así comencé”.
Todos los días viajaba cinco horas en tren, ida y vuelta de Florencia a Viareggio para llegar al restaurante. Esta rutina lo agotaba mucho. Entonces, un día decidió quedarse a dormir en la playa. Su jefe, al ver esto “me ofreció un departamento”, contó el misionero.
Y si bien las cosas comenzaban a mejorar, el misionero era ilegal en tierras italianas. “Mi mamá estaba muy preocupada y le escribió al cónsul en Rosario quien le recibió todos los papeles y le dijo que la iba ayudar. Fue una ayuda que me mandó Dios”. Nueve meses después, Omar obtuvo la ciudadanía gracias a una gestión del Consulado de Italia en Rosario.
Ahora sí, la suerte estaba de su lado completamente. Tenía un departamento y pasaporte italiano, entonces volvió al país a buscar a su familia y se instalaron en Viareggio.
Tiempo después, Omar y su familia regresaron a Florencia “donde me desempeñaba como segundo chef hasta que tuve la oportunidad de ingresar como cocinero a Pizzarito, cuyo dueño también tenía otro local en Mónaco”.
Diez días antes del Gran Premio de la Fórmula 1 en Mónaco, su jefe le dijo que se había quedado sin chef y que necesitaba reemplazarlo de urgencia. “¿Te animás?”, le preguntó. Y el misionero no lo dudó “soy un fanático de Fórmula 1, le dije a mi jefe: ‘ya le aviso a mi señora y mi hija, nos vamos’. Y me vine a Mónaco”. Trabajó allí hasta 2010, luego lo llamaron de Baires, el único restaurante argentino que existe en Mónaco, “donde preparé los platos para el príncipe Alberto y Lionel Messi, entre otras celebridades”.
Hoy, Bragagnolo trabaja en Bella Vitta, donde deleita con platos italianos y cocina mediterránea. Aunque, el rebrote de COVID-19 en Europa “obligó a que se cierren los bares y restaurantes de Mónaco. Hasta hoy estamos en casa y sin trabajar. Son pocos los restaurantes que hacen comida para llevar. Tanto mi señora como yo cobramos el 70 por ciento del sueldo que nos paga el Estado francés, es un país que ayuda mucho”.
Embajador internacional
Hace dos semanas “me eligieron embajador internacional de la Fundación Tekoporá, la cual ayuda a niños y familias, para mí es un gran honor”, contó Omar, en exclusiva a PRIMERA EDICIÓN.
Se trata de una fundación privada y sin ánimos de lucro que trabaja por el desarrollo humano en Argentina. Su principal actividad es ofrecer educación, cuidado de la salud y alimentación.
Por otro lado, Omar detalló que analiza la posibilidad de abrir un restaurante argentino en Francia o Mónaco: “Lo estamos hablando con algunos argentinos que quieren invertir”.