En un país donde los tarifazos sacaron a miles de personas a las calles a protestar (especialmente porque la Nación bajó fuertemente los subsidios a servicios públicos como el transporte, la luz y el gas); y la crisis nos “sorprende” ingratamente todas las semanas por las bajas ventas, la inflación “por las nubes”, entre otros motivos, el presidente Mauricio Macri volvió de sus vacaciones (otra vez) para asegurarle a los argentinos que el país “va a volver a crecer y lentamente va a bajar la inflación”.
Es fácil de entender el contexto en el que fue dicha la expresión de deseo del Presidente: el año electoral en el que pretende su reelección.
Pero muy difícil de creer para la gran mayoría de los argentinos, teniendo en cuenta los múltiples antecedentes de frases de marketing que, lejos de calmar a los mercados y la economía en la escalada del dólar, enturbiaron la “tormenta” que afectó al país en su conjunto.
Basta recordar aquel primero de marzo de 2018 ante el plenario legislativo cuando lanzó frases como “las transformaciones empiezan a dar sus frutos”; “tenemos metas para bajar la inflación, para reducir el déficit fiscal y como lo vamos a cumplir, vamos a dejar de endeudarnos y se van a multiplicar las inversiones en un país confiable”; hasta llegar a “lo peor ya pasó y ahora vienen los años que vamos a crecer”.
No hace falta recordar demasiado nuestro pasado muy reciente para comparar lo dicho y lo conseguido.
Los argentinos merecen no solo un Presidente sino también Ministros, Secretarios, Diputados y Senadores, Gobernadores, Intendentes, funcionarios en general, trabajando con mucho mayor esfuerzo por sacarlo del “fondo” y dando muestras de entendimiento del difícil momento que atraviesa el país. Porque, hasta ahora, el verdadero esfuerzo lo siguen haciendo los trabajadores con más impuestos, más tarifazos, más horas de trabajo (los que pueden y tienen dónde), recortando gastos cada vez más en sus hogares, resignando un viaje de vacaciones en familia para lo cual trabajaron durante todo el año.
Sino sólo conseguirán profundizar más y más el “divorcio” entre ciudadanos y dirigentes. Empezando por Macri, con mandato hasta diciembre como presidente, no como candidato.