POSADAS. Luego de días en los que el calor agobió, la brisa del río Paraná acarició al anfiteatro Manuel Antonio Ramírez y convirtió a la noche en una magnífica postal para el recuerdo de los posadeños. La 43º Edición del Festival Nacional de la Música del Litoral y 5º del Mercosur hizo vibrar a pura emoción junto al talento de los grandes y jóvenes valores. Fue la velada en que se encendieron las antorchas en varias ocasiones, una muestra de alegría de la gente, que con respeto abrazó a cada uno de los artistas. Homenajes por doquier y símbolo implacable del chamamé: fue la noche más chamamesera del festival, porque si bien el ritmo nace desde Corrientes, el país entero lo lleva en su corazón.Simplemente involucrados con el talento, Los Mitá, desde 2 de Mayo, levantaron al público de las gradas con sus ritmos misturados, impulsados por el ferviente deseo de conquistar a la gente. Recorrieron el amplio repertorio folklórico argentino con chacareras, chamamé y malambo que hasta se hizo pegadizo en una coreografía con los integrantes de la banda. El vocalista, Angel Armando “Bichy” Vargas, demostró que la humildad es el talento de los grandes y en medio de la ovación del público se vieron encender las primeras antorchas, que seguida de “una más” llevaron adelante un show que quedará marcado en el recuerdo de la gente y también de su pueblo natal. Con “La colonia está de fiesta”, un tema propio, regalaron mucha más alegría y, sobre el final, “Pájaro campana” fue el broche de oro, que se coronó con los instrumentos de cuerda puestos en los hombros y tocando sin mirar. El simple talento de llevar la música y transportar a la gente en un solo sapucay. Pura emoción quedó flotando en el aire, mientras la gente esperaba la gran llegada de Ramón Ayala, que como ya es tradicional bajó por las escalinatas del anfiteatro acompañado de dos jóvenes. Al mismo tiempo el público con mucho cariño y respeto lo recibió de pie, mientras desde el escenario se podían disfrutar imágenes que transportaban al gran Mensú como retrocediendo en el tiempo.Su presentación estuvo acompañada de grandes clásicos, también tuvieron la expresión de una emblemática figura misionera que conquistó un país y se hizo manifiesto a nivel internacional.Junto de grandes músicos, Ramón Ayala simplemente se convirtió en esa historia viva de una provincia que tiene muy presente sus tradiciones y vuelca un implacable deseo de continuar mostrando a sus artistas. La noche tuvo muchos condimentos, el sábado quedaría plasmado en la retina de muchos no sólo por las antorchas, sino también por la calidad artística que recorrió el escenario. El momento de la voz misionera femenina, con María Ofelia, tal vez no fue como muchos lo esperaban, es que la cantante no se sentía bien y por razones de salud no pudo mostrar todo lo que ella desea reflejar en escena. En una primera parte estuvo acompañada por Jorge “Tano” Fiorio, y luego interpretó uno de los clásicos de Salvador Miqueri -ese pedazo de historia correntina que cuenta anécdotas de los grandes chamameseros-. Desde el público se podía oír “una más”, pero María Ofelia no se sentía bien y simplemente agradeció la muestra de cariño. Dando lugar a la presentación de Jorge “Tano” Fiorio, que al ritmo del 2×4 interpretó tangos entrañables como “Malena”, “Nada” y “Argentino”, de su autoría. En la pantalla gigante se podía visualizar una gran luna, la misma que desde el cielo brindaba un marco mucho más imponente. Los chamameseros por excelencia, Salvador Miqueri y su grupo Trébol de Ases, Las hermanas Vera y Toto Sheman, Simón de Jesús Palacios hicieron sentir emoción en sus voces. Tanto así como la misma emoción que derrochó Fausto Rizzani en un sublime homenaje a su padre, Daniel Stefani, acompañado del Ballet Folkórico Compañía de Arte de Luis Marinoni. El humor de Chichilo Viale brindó un condimento ideal.





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