APÓSTOLES. El domingo 18 de diciembre de 2011, la formación ferroviaria 3201 de la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), realizó su primer viaje como prestataria del servicio de pasajeros Apóstoles- Pilar (Buenos Aires), tras haber obtenido el ramal luego de la recesión del contrato con la compañía TEA, que prestaba el servicio El Gran Capitán (Posadas- Lacroze). Sólo cinco meses después -este último domingo- TBA concretó su último viaje como concesionaria del tramo que une nuestra provincia con Buenos Aires, debido a que el Gobierno nacional decidió dar de baja a TBA también en este ramal, como ocurriera con las líneas Sarmiento y Mitre de la capital del país. La caída del servicio vuelve a sumir en la incertidumbre al futuro de la declamada reactivación ferroviaria que se buscó poner en marcha -con la fallida actuación de TBA- en el tramo Apóstoles – Pilar, pero también permite observar cómo ha sido el desarrollo del servicio implementado en esos cinco cortos meses, de qué modo se articuló- o no- la pretendida reactivación, y cómo se vivencia el ocaso de la historia de TBA en Misiones. Como postal paisajística, por estos días la estación de Apóstoles es fiel reflejo mudo de la inmediata situación post TBA: los andenes abandonados y las vías vacías otra vez. PRIMERA EDICIÓN recorrió el barrio Estación -otrora epicentro de grandes movimientos, fuentes de empleo y flujos comerciales- en busca de testimonios, y dialogó además con la responsable de la única boca de expendio de pasajes ferroviarios en Apóstoles, quien brindó un panorama de la situación antes, durante y después de TBA. Un verano alentadorEl 10 de enero de este año, Mirta vendió el primer pasaje para el nuevo tren de TBA. Esta mujer tiene un puesto de venta en la terminal de ómnibus de Apóstoles desde hace 18 años, donde además vende diarios, revistas y otros artículos para el viajero. “Si bien el primer viaje de TBA fue en diciembre, acá se empezaron a vender pasajes en enero; antes solo en Posadas o en Buenos Aires. Al principio la gente le dio mucha importancia al tren, en verano sobre todo hubo mucho movimiento y ventas de pasajes, a pesar de que era más caro el pasaje que El Gran Capitán”, explicó Mirta, revisando su planilla de boletos vendidos en estos cinco meses. Con respecto al cuadro tarifario que implementó el servicio de TBA en Misiones, se destaca que esta grilla triplicaba casi los precios de la anterior prestataria: 270 pesos contra 100 para el tramo Apóstoles- Pilar. “Por ejemplo había mucha gente que venía a comprar pasajes para el tramo Apóstoles – Concordia; o Apóstoles – Monte Caseros; y otros destinos intermedios porque a pesar de todo seguía siendo conveniente. A Monte Caseros el tren salía 120, y para ir en colectivo sale 107 a Curzú y de ahí otros 70 al menos hasta Monte Caseros”, aportó la comerciante. Así, entre la novedad que representó la puesta en marcha del nuevo servicio y el flujo turístico estival, los meses de enero y parte de febrero en cuanto a pasajeros fue “muy buena”. “Cambió después del accidente”El 22 de febrero último se produjo la mayor tragedia ferroviaria que el país recuerde, cuando una formación de TBA -en el ramal Sarmiento- colisionó dejando un saldo de 51 muertos y más de 700 heridos. Según un muy reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), luego de la tragedia hubo una considerable merma en el volumen de pasajeros de distintos ramales ferroviarios del país, coincidente con un registro creciente- en esos meses posteriores -de ventas de pasajes en colectivos de larga distancia y urbanos en el caso de Buenos Aires. Una deducción o hipótesis informal, podría aseverar que una franja de usuarios decidió cambiar hábitos y dejar de viajar en tren luego de lo ocurrido en Once. Esta es también la percepción que tiene Mirta: “Todo cambió después del accidente. Es como si la gente hubiera dejado de confiar en el servicio, o como si hubiera miedo de viajar en tren, pero cada vez empezó a ser menos cantidad de pasajeros, menos cantidad de boletos vendidos”. Así, las ventas fueron declinando hasta llegar al último viaje, ocurrido el domingo último, en el cual en la única boletería de Apóstoles no se vendió ningún pasaje. “Acá no se vendió ni uno solo. Hubo pasajeros que venían de Posadas y otros que subieron en la estación directamente”, destacó Mirta.Consultada por el viaje anterior a aquel -es decir por el anteúltimo de TBA- Mirta indicó que “se habían vendido solamente tres pasajes, ya la cosa venía mal, era desalentador el panorama”. La estación vuelve a vestir nostalgiaRamón Escalante (66) vive hace 65 años en el barrio Estación, a pasos de las vías. Sus ojos fueron testigos del surgimiento, esplendor y ruina de la actividad ferroviaria local. Durante años, Ramón fue vendedor de diarios y revistas en la estación. En diciembre del año pasado, el día en que TBA hizo su primer partida -en medio de un clima festivo en los andenes- PRIMERA EDICIÓN encontró a Ramón en el andén, y él pudo expresar su alegría y entusiasmo por lo que parecía ser, un paso inicial hacia la soñada reactivación ferroviaria en la abandonada estación. Ayer, estando de recorrida este cronista por la estación vacía, Ramón era la única persona visible en todo el lugar. Contará luego, que todos los días suele dar un paseo por los andenes, evocando tiempos pretéritos. “Ahora está abandonada de nuevo nuestra estación. Pensamos que con TBA la cosa iba a empezar a funcionar de nuevo, pero duró poco la ilusión” lamenta Escalante. Alrededor, el paisaje versa sobre el abandono al que refiere el vecino: los andenes cubiertos de hojas secas y ramillas, un cubo de basura desbordado cuyo contenido excedente se ha esparcido por el suelo, y ninguna formación a la vista sobre rieles. “Antes acá el barrio se llamaba Villa Ortiz Pereyra, éramos pocas familias, todas muy humildes. Después con la llegada de la estación, todo cambió y empezó el progreso. Comenzó a llegar mucha gente y había muchísimo trabajo y posibilidades; mi padre puso una peluquería que empezó a funcionar muy bien con los via
jantes”, recuerda Ramón. Épocas buenas“Con el tiempo, esto fue un emporio. Había más plata circulando acá en el barrio que en todo Apóstoles. Había trenes a Buenos Aires de pasajeros y también de carga. Era un movimiento tremendo y siempre había trabajo”, agregó Ramón. Aquella febril actividad, fue dotando al barrio de espacios que luego -en los 90 sobre todo- se fueron extinguiendo. El barrio Estación tenía: un hospedaje, mercados, una oficina del registro civil, una dependencia del correo, un destacamento policial, y hasta un molino de arroz y yerba. Nada queda de esto hoy, y en las antiguas casas de corte inglés que antes utilizaron algunos hombres de las empresas de entonces, hoy viven vecinos que en algunos casos -como el de la casa que está enfrente a la estación- no cuentan con servicios básicos. “Son algunas familias que llegaron después que todo se vino abajo en los 90. La gente se quedó sin trabajo y se fue, muchas casas quedaron abandonadas y ahí llegó gente a ocuparlas” cuenta Ramón. “Yo pienso que tendrían que por lo menos seguir limpiando todos los días, dejarla bien linda a la estación, por la historia que tiene y porque a lo mejor alguna vez se reactiva de verdad y todo vuelve a ser como antes”, aventura Ramón no sin un dejo de melancolía.





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