PUERTO IGUAZÚ (Silvina Lorena Azcurrain, enviada especial). Inexplicable es el don del talento, más cuando ese talento emana de las manos y las voces de niños. Niños y adolescentes que hablan distintos idiomas, pero los une la música, ese idioma universal que los unió en el punto neurálgico más natural del mundo: las Cataratas del Iguazú. El “Iguazú en Concierto” recorrió durante una semana los cinco continentes, manifestando a su vez el talento como la bandera única que los abrazó. En hoteles, espacios abiertos y escuelas los espectáculos fueron de primer nivel y notable profesionalismo.Con ese punto inspirador que fue el gran cierre de película el pasado sábado en el Parque Nacional Iguazú, allí junto a su padrino Gustavo Santaolalla, se vivió una jornada de emociones. Desde el descubrimiento de la placa donde quedó sellada Cataratas como una de las siete maravillas naturales del mundo. La naturaleza, de fiesta, se mostró en todo su esplendor. Mañana nubosa y con una densa bruma y tarde soleada y calurosa, para la hora del descubrimiento de la placa consagratoria, de la mano del presidente de la fundación suiza New Seven Wonders, Bernard Weber, el director comercial Jean Paul De la Fuente, el gobernador de Misiones, Maurice Closs, directivo de Voto Cataratas, sus pares brasileños, además del ministro de Turismo de la Nación, Enrique Meyer, empresarios e invitados especiales.El festejo definitivo se hizo en los jardines del Sheraton, como prólogo del show de “Iguazú en Concierto”, que reunió a jóvenes talentos musicales de todo el mundo en una gala que tuvo como padrino al multipremiado Gustavo Santaolalla.El presentador de la coronación fue el periodista Jorge Rial, quien levantó al público cuando dijo que “con Brasil ganamos el Mundial de la Naturaleza”.Como en HollywoodEl jardín del Hotel Sheraton se convirtió en una gran alfombra roja por donde desfilaron 700 virtuosos jóvenes que representaron a Argentina, China, Estados Unidos, Rusia, Corea, Uruguay, Australia, Colombia, Alemania, Francia, Italia, Brasil, México, España, Chile, Paraguay, Ecuador, Trinidad y Tobago, Costa Rica y Angola.Como era de esperar el festival este año estuvo inspirado en las bandas sonoras que inspiraron a grandes cineastas, por eso el Parque Nacional Iguazú tuvo ese tinte hollywoodesco que marcó sobre todo profesionalismo. Las tradicionales Marchas de Disney marcaron el comienzo de una fiesta, que bajo el cielo celeste y un sol que abraza toda esa inmensidad de la naturaleza, coronaron al día con la gracia de poder llevar adelante un festival que hasta un día antes parecía gris y frío. La gente que seguía llegando con sus sillones, banquetas, colchas, mate y cosas ricas para comer, trataba de acomodarse en el mejor lugar para poder ver y escuchar ese gran cierre. Detrás, el imponente hotel dejaba ver en un primer piso a los políticos, actores y celebridades que observaron todo ese gran espectáculo. Por momento la gente miraba hacia arriba y desde allí la simpatía de la embajadora misionera, Ingrid Grudke esbozaba sonrisas y saludos. Debajo, hacia el escenario la concentración de los jóvenes músicos era otra. Con el oboe de Gabriel de la película “La Misión” se revivió ese filme que mostró al mundo las maravillas de las Cataratas del Iguazú, en el talento indiscutible de la solista, Yeon-Su Nam de Corea. Un momento bien argentino se vivió con la interpretación del tango “Por una cabeza”, de Gardel y Lepera, el mismo que fuera bailado por Al Pacino en el filme “Perfume de mujer”. El bandoneón y piano de los solistas argentinos, Guido Gavazza y Manuel Martínez.Así, siguió otro momento especial y con una hinchada de fanáticos seguidores del maestro Norberto García. Ovaciones y aplausos para recibir una magistral interpretación de “La Sinfonía N° 25” de Wolfgang Amadeus Mozart del filme “Amadeus”.Y un clásico del cine mundial llegó al escenario natural del Iguazú en Concierto, cuando se anunció “El Padrino”, la banda sonora aplomó la ovación al solo de Oscar Han que representó a Australia.De momento el silencio se instalaba, aunque la emoción era tan grande que la gente no se podía contener en los aplausos o simplemente alentar tanto a los maestros como a los mismos niños. Es que toda una ciudad acunó a representantes de los cinco continentes por casi una semana, y algunos ya se sentían como en su propio hogar. A un costado del escenario estaban algunos padres de los chicos que llegaron con la delegación de Angola, y en portugués exclamaban lo felices que se sentían. Otro de los momentos reconocidos por el público, fue la melodía que encantó a ese bello personaje que se inspiró de la Pantera Rosa. Como solistas la Swim Jazz Quartet de Rusia, marcaron perfección y dejaron ver que sus maestros tallaron hondo en esos pequeños talentos. Con coreografía incluida llegó el momento de gozar de la nobleza que los niños derrocharon, así la banda sonora de Kung Fu, con un solo de Shanghai Opera School Orchestra, se hicieron merecedoras de un aplauso de pie.Frente al escenario se pudo observar la mirada atenta de Hilda Lizarazu y Boy Olmis, a quien se lo vio el viernes en el ensayo general hacer tomas y compartir un lindo momento con los chicos. Recordando el filme Moulin Rouge, ese mítico tema “Can Can” sonó con mucha pasión por la gran orquesta de Iguazú en Concierto. El público apasionado y de pie comenzó a bailar, el sol comenzaba a caer y la noche se mostraba fresca pero con esa fogosidad humana que se encendía de los corazones. Una vez más el escenario cobró vida con la llegada de los integrantes del coro, sumando baile y el colorido de sus remeras rosas, marcaron que la velada aún tenía guardada muchas sorpresas más.El tenor Guido Aberastain de Argentina interpretó Nessun Dorma junto a la Gran Orquesta y el Coro Iguazú en Concierto. Emoción plena se reflejaba en los ojos de la gente.Para levantar el espíritu y las ganas de bailar “Filhas da África”, una canción popular de Angola, fue el agradecimiento a los participantes a esa pequeña divertida delegación que se sumó a la tercera edición.Un grande quese volvió pequeñoEl genial y multipremiado músico, Gustavo Santaolalla, dejó entrever su satisfacción y agradecido por el padrinazgo del festival, compartió con PRIMERA EDICIÓN, su grata felicidad: “Estar aquí y con tantos jóvenes virtuosos me renov&
oacute; el espíritu. Siento que esta velada será mucho más especial de lo que imaginé”.Horas antes de comenzar la gala final, Santaolalla parado en el hall del hotel con el fondo de las Cataratas dejó su impresión profesional del festival, “para mí es gratificante encontrarme con grandes talentos. Con esos maestros geniales que saben transmitir sus conocimientos. Orgullo y emoción es lo que puedo regalar hoy, sin dejar de sentir que yo también fui niño, adolescente y joven. Me dejaré llevar por ellos en el escenario”.“De Ushuaia a la Quiaca”Anunciaron a Gustavo Santaolalla y más de seis mil personas lo recibieron de pie. Instrumentos en alto y el aplauso de los jóvenes músicos recibieron esa impecable interpretación de “Ushuaia a la Quiaca”. El charango de Santaolalla parecía nacer como el sonido de las cataratas, con esa misma naturaleza que brindan al pasar.Con ella llegó el filme “Piratas del Caribe”, donde todos incluido el maestro estaban caracterizados como piratas: ojos parchados, espadines, banderas de piratas y mucha energía acumulada. Los violinistas en un momento de la canción imitaron con sus arcos esos famosos espadines que usaban los piratas para luchar, ¿magia?, claro que no! Fue una demostración de talento que unido con el juego dejaron en claro que ser niños los coloca en un lugar privilegiado ante los ojos de los grandes.Gustavo Santaolalla tomó el micrófono y con la interpretación de “La Bamba”, cantó junto a las miles de personas, el final era indiscutible y el público no contuvo la emoción. Ese tradicional Son Jaracho que proviene de México, se entrelazó con un cierre de lujo.Tranquilos, sin prisa y con serenidad, el público comenzó a emprender la salida de los jardines del hotel. En el escenario la fiesta parecía no terminar con los instrumentos en alto y esos 700 jóvenes que se entrelazaron en un abrazo fraterno. Entonaron el Himno Nacional Argentino, una improvisación, que hizo regresar a muchos y emocionar a los maestros. Notable, ameno, singular y con ese estallido de emociones se produjo la explosión de felicidad. Las Cataratas del Iguazú había quedado marcadas con la placa consagratoria, y los 700 jóvenes del Iguazú en Concierto le dieron vida a esas ganas de estudiar, crecer y continuar fomentando la música en cada alma talentosa del mundo entero. Desde Francia a la tierra coloradaFaltaba media hora para el comienzo de la gala final y se podía observar como los niños y jóvenes afinaban sus instrumentos. Bajo un gran árbol del jardín del hotel estaba un grupo de chicos franceses que integran la orquesta “Petites Mains Symphoniques”. Acompañados de un traductor dialogaban con algunos jóvenes argentinos que se acercaron para hacer algunas preguntas. Ese fue el momento en que los chicos accedieron a una charla con PRIMERA EDICIÓN y contaron que la estadía en Iguazú fue maravillosa, “aquí se vive de una manera distinta, pero nosotros somos conscientes que la música nos integra a todos. Aprendimos muchas cosas y sabemos que mañana emprendemos el regreso a nuestras casas con una gran experiencia. No sólo en lo musical, los maestros de los otros países fueron amables con nosotros, estamos contentos”.La orquesta está integrada por 160 niños, de entre seis y doce años, ganadores del famoso concurso de Francia “Petites Mains Symphoniques”. “Iguazú nos dejó el corazón feliz y aquí -por ese momento que los enmarcaba con la naturaleza- sabemos que vamos a vivir un momento sensacional. En el hotel nos preguntábamos si alguno sentía oprimido el corazón de tanta felicidad, y concluimos que todos estábamos así”, contaron con mucha soltura mientras continuaban afinando los instrumentos. De la orquesta contaron que se renueva completamente cada dos años y, a través de una nueva edición del concurso, se seleccionan los talentos más destacados del país. “Por ello estar aquí es un regalo especial para quienes ya nos retiramos de la orquesta, sabemos que aquí recién comienza nuestra carrera musical. Entonces nos sentimos agradecidos”, concluyeron mientras una mamá les decía: “Vamos québec ya deben ingresar”.





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