ARISTÓBULO DEL VALLE (Sergio Álvez y Juan Carlos Marchak, enviados especiales). El aula satélite de la escuela provincial 728 se encuentra ubicada dentro de la comunidad Kapií Poty, sobre la ruta 7, a pocos kilómetros del Parque Provincial Salto Encantado. Durante una reciente recorrida por aldeas mbya de la zona, PRIMERA EDICIÓN visitó esta escuelita, que al igual que otros centros educativos instalados en comunidades aborígenes relevados por este diario, se encuentran abandonados por el Estado provincial y en condiciones precarias. La infraestructura del aula es sumamente precaria, sin baño ni cielo raso, es sumamente endeble y en estas épocas donde se avizoran las primeras bajas temperaturas del año esa precariedad se siente con fuerza. Tampoco hay portero -una carencia que en Misiones se naturalizó a partir de la falta de nombramientos en núcleo y satélites- y en materia de instrumental escolar falta todo: ni siquiera cuentan con una bandera argentina. Si no hubiese sido por los padres, que reciclaron bancos deteriorados de la escuela núcleo, tampoco hubieran tenido los alumnos donde sentarse. En cuanto al recursos humanos, hay solo una docente y no se cuenta con maestro auxiliar indígena, como correspondería a todas las escuelas donde asisten niños mbya. La misión de educar con nada Fabiana Romincki es la maestra suplente del aula satélite. Contó que “al principio cuando llegué me miraban extrañados los chicos, con desconfianza, les costaba soltarse, pero en un mes me pude ganar el afecto y el respeto de estos niños que son maravillosos, muy educados, atentos, nunca faltan el respeto”. Actualmente asisten 19 alumnos, que el mismo salón tienen clases para 1º, 2º, 6º y 7º grado. “Es un grupo que estuvo un poco desatendido el año pasado porque los maestros suplentes renunciaban, porque no se adaptaban al entorno. Y los chicos pasaban mucho tiempo sin clases. Hay chicos que estaban en séptimo grado y no pudieron terminar”, explica la docente. Este año, a partir de los distintos vericuetos burocráticos, las clases empezaron con un mes de retraso. “No había nombramientos y entonces las clases no empezaban, pero por suerte se solucionó y hoy estamos tratando de ponernos al día con mucho esfuerzo”. En relación al mobiliario, la maestra indicó que “todo lo que es mesas y sillas tuvimos que reciclarlas de la escuela núcleo, las pintamos con el esfuerzo de los padres de la comunidad, estaban todas rotas, pero era lo único que había”. Con respecto a las condiciones edilicias de la casilla, señaló que “cuando hace calor no se tolera, y cuando hace frío es durísimo porque se filtra por todos lados. Por suerte cuando llueve no hay inundaciones”. La escuelita cuenta con el mínimo de material escolar: nada de mapas, muy pocos libros y por supuesto absolutamente nada referido a informática. La marginación a la que el Estado somete a estos alumnos, en el sentido pedagógico es total. Yo quiero mi banderaRecostada contra una de las paredes del aula satélite, hay una suerte de lanza de madera de importante longitud, que denota haber sido labrada manualmente. Llama la atención ahí aquel palo abandonado, ya que evidencia por sus características, haber tenido alguna utilidad en el pasado. Sin embargo, explican en la comunidad Kaaí Poty, se trata de lo que debió ser el mástil para la bandera argentina que las autoridades educativas de Misiones nunca enviaron a esta escuelita. “Tenemos un lindo mástil pero no tenemos bandera”, dice uno de los niños. Con esta actitud, la de privar a los alumnos de la insignia patria elemental, no sólo se los está despojando de un accesorio escolar. Detrás de la desidia, entra a jugar un simbolismo muy fuerte, la privación de la identidad como ciudadanos argentinos. Este 25 de Mayo, la escuelita igual celebrará la fiesta patria, sintiéndose parte, aunque se les niegue hasta la bandera.





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