SALTO ENCANTADO, Aristóbulo del Valle (Sergio Alvez y Juan Carlos Marchak, enviados especiales). Con una superficie de 13.195 hectáreas de potentosa naturaleza, el Parque Provincial Salto Encantado es uno de los destinos históricos de mayor preferencia, tanto por el turismo como por los misioneros. Actualmente el parque atraviesa por una serie de transformaciones relevantes, tanto en lo referente a infraestructura como así también a las condiciones de funcionamiento. Por un lado, se concluyó una parte importante de las obras de remodelación del acceso, que dota al espacio de comodidades y servicios que antes adolecía, mientras se avanza con una segunda etapa que culminará -posiblemente este año- con la inauguración de unas telecabinas que permitirán al visitante acceder por vía aérea a una vista privilegiada del salto principal. Se trata de un proyecto que fue en su momento fuertemente resistido por vecinos y asociaciones ambientalistas, que ejercieron la presión necesaria para que el trabajo en su totalidad sea modificado al menor impacto posible. Por otro lado, desde este año ya no está permitido acampar en el parque, normativa que rompe con una tradición característica del lugar, pero que también está orientada a favorecer una mejor preservación de los recursos naturales del parque. En este contexto, al igual que en el resto de los parques provinciales, la caza furtiva se irgue como una amenaza constante que atenta contra la fauna autóctona y se ve favorecida con la escasa disponibilidad de personal y recursos para una correcta fiscalización y prevención, amén del gigantesco esfuerzo que el cuerpo de guardaparques de Salto Encantado lleva a cabo día tras día. Para profundizar sobre estas cuestiones, PRIMERA EDICIÓN arribó esta semana al parque y dialogó con diversas personas que trabajan allí. Nuevo escenarioAdriana Lagable es la actual coordinadora del Parque Provincial Salto Encantado y con excelente disposición recibió a este diario para explicar los alcances de las obras que se vienen llevando a cabo en el lugar. “Se terminó una etapa importante de las obras, ya está terminado el restaurante, todo lo que es el acceso y recepción, los sanitarios, boletería, dos senderos, uno de 100 metros y otro de 375 metros; un centro de interpretación, locales para venta de artesanías y el estacionamiento que se está haciendo, entre otras que están siendo llevadas a cabo con un total respeto por el entorno natural, se trata de obras de impacto mínimo que vienen a darle un valor agregado muy importante al parque”, explicó la coordinadora. Se puede dar fe del impacto mínimo de las obras en la naturaleza, pues se observa en detalles como las perforaciones en pisos y techos que se hicieron para no tener que derribar árboles. Este es un criterio que se aprecia en toda la nueva infraestructura y que se adapta a las exigencias que en su momento los vecinos y ciudadanos solicitaron, incluso en el Concejo Deliberante local. En cuanto a la actividad turística, según el registro del parque, en el mes de abril pasaron por el lugar 3.681 personas, mientras que en Semana Santa el flujo alcanzó a 2.175 visitas. No más acampeni espectáculo de luces“A partir de este año está prohibido acampar en el parque. Es una decisión que se tomó para preservar el medio ambiente. Tampoco hay más parrillas ni quinchos por el mismo motivo. Si bien mucha gente todavía llega sin conocer esta nueva reglamentación, la gente entiende la decisión”, señaló Adriana Lagable acerca de otra de las modificaciones. “Con los acampes se ensuciaba mucho el parque, se contaminaba, los baños se saturaban y en general se degradaba el recurso. Hay que aclarar que de todos modos el boleto de entrada si un visitante no alcanza a recorrer todo en un día sirve también para el día siguiente”, añadió la coordinadora. La opción para los acampantes ahora es instalarse en un predio ubicado frente al acceso -donde también hay alojamientos económicos- o en el balneario Cuñá Pirú, entre otras opciones. “Para quienes venimos de lejos con la idea de acampar en el parque y que siempre respetamos el medio ambiente, es un bajón no poder hacerlo, pero bueno, entendemos que no toda la gente obra de la manera correcta”, opinó Ricardo, quien junto a su pareja llegó recientemente de Buenos Aires con la idea de acampar en el parque como la había hecho unos años atrás. Otro de los cambios tiene que ver con la supresión definitiva del espectáculo de luces que se hacía habitualmente por las noches. Esta medida apunta, según explican en la coordinación, “a suprimir la afectación de las luces en las aves”.Asimismo, se aguarda una autorización definitiva del Ministerio de Ecología para dar curso a una nueva actividad abierta al público que consiste en paseos guiados por los senderos hasta un mirador en noches de luna llena. “Las obras se mimetizan con el entorno natural del parque”Darío Cristaldo es arquitecto. Trabaja para la empresa constructora RBM, encargada de llevar adelante la obra correspondiente al sistema de telecabinas que permitirá el traslado aéreo de visitantes a la zona del salto principal. Más allá del desafío profesional, Cristaldo rescata la singular experiencia de trabajar en el parque, lo que le implica vivir allí durante la semana. ¿En qué etapa se encuentran las obras concernientes al sistema de telecabinas? Se están armando las bases para la ubicación de las torres. Después se debe hacer bases de hormigón, el montaje de las torres, el tendido del cable, tensado, prueba e instalación de motores. En cuanto a las telecabinas, serán traídas en su momento por la empresa ISB de Bariloche. ¿Cómo será el sistema que se utilizará? Serán cuatro cabinas, cada una con capacidad para cuatro personas. Estas telecabinas saldrán de a una, para reducir el impacto visual. Cada cabina mide 1,50 por 1,20 metro. El recorrido está pensado que sea de 300 metros, saliendo del centro de recepción del turista, para descender a diez metros de la base del arroyo y subir luego para volver a una estación de retorno. ¿Cuáles son los principales desafíos a la hora de trabajar en esta obra?Es una zona compleja porque presenta desniveles constantemente en el relieve y donde hay que ir esquivando árboles para que tenga el menor impacto posible. Todo el trabajo es manual, no se pueden meter máquinas. Por eso mismo no se puede estimar cuando estaría finalizada la obra, aunque será en el transcurso d
e este año. La cuestión es que cada vez que llueve no se puede trabajar hasta que se vuelva a secar la superficie. ¿Es una obra compatible con el medio ambiente?Absolutamente. Este proyecto fue modificado totalmente con respecto a los que se manejaban en un principio. Es una obra de verdadero impacto mínimo. Rescato además que es una obra pública que tiene diseño, es arquitectura orgánica, una obra jugada, que se mimetiza con el entorno natural. El diseñador es Guillermo Styere, de Posadas. “Lamentablemente acá también hay caza furtiva”José Luis Baechke es desde hace cinco años uno de los ocho guardaparques que se desempeña en el Parque Provincial Salto Encantado. Este grupo tiene a su cargo la custodia de 13 mil hectáreas, más las 6 mil del valle del Cuñá Pirú, cuyos títulos de propiedad están en manos de la Universidad Nacional de Misiones. Justamente, en esa zona este cuerpo de guardaparques trabajó arduamente durante diez días -junto a otras fuerzas- para mitigar un incendio de sesenta hectáreas desatado en febrero. Como en el resto de los parques provinciales, la caza furtiva también representa una amenaza constante en este espacio, que aún cuenta con una riqueza natural exorbitante, aunque escasean los medios y recursos para una fiscalización más profunda, acorde a la superficie que debe ser custodiada y el valor incalculable de lo que se debe cuidar. ¿Existe la caza furtiva en el parque? Si. Lamentablemente acá también existe la caza furtiva y con frecuencia nos encontramos con cazadores o con rastros de cazadores. Es una situación compleja por la amplitud del parque y la cantidad de personal. Somos ocho guardaparques que hacemos todo lo que está a nuestro alcance para fiscalizar y prevenir en más de trece mil hectáreas. El parque tiene una parte que limita con un barrio humilde (el barrio Municipal), desde donde suelen entrar a la selva. Se encuentran rastros frecuentemente, los sobrados, y en verano suelen pescar en el arroyo Cuñá Pirú, donde no está permitido hacerlo. Se cazan venados chicos, macuco, cutí, sobre todo especies que son señaladas por la calidad de sus carnes en la gastronomía. ¿Hay yaguaretés en el parque?Las últimas veces que se dio con rastros fue en 2007 y 2010. Luego no hubo más indicios, ni tampoco se reportaron ataques al ganado.





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