CAMPO VIERA. El hombre no soportó más y decidió preservar el bienestar de sus hijas por temor a que la pesadilla se vuelva a repetir. El ex combatiente de Malvinas que en enero pasado denunció que un grupo de encapuchados violó a su hija de 13 años y que, a principios de mes, su otra hija de 11 estuvo a punto de vivir lo mismo, tuvo que internar a las menores lejos de casa ante las amenazas que recibe día a día.“No es fácil, doy mi vida por ella, pero no queda otra, allá por lo menos van a estar tranquilas”, le contó ayer a PRIMERA EDICIÓN en exclusiva el veterano de guerra, quien por estas horas espera que se finalice la construcción de una vivienda que le prometieron en otra localidad del centro de Misiones.Según reveló, tras el último ataque que sufrió la menor de 11 y las constantes amenazas que recibe por parte del mismo joven a quien acusa de los últimos hechos, tomó la determinación de “internar” a sus hijas de 6, 11 y 13 años en un hogar de niñas de una localidad del sur de la provincia, que no se difunde por cuestiones lógicas.“Todo depende de la plata que tenga para pagar el boleto, pero voy a tratar de ir a verlas una vez por semana”, aseguró el hombre, apesadumbrado por la historia de terror que vive desde principios de año, pero mucho más aliviado desde el pasado lunes, cuando sus hijas partieron al hogar.“Ahora por lo menos respiro y puedo dormir en las noches, porque sé que ellas están bien”, contó, y se mostró expectante ante la posibilidad de mudarse de Campo Viera: “la promesa está hecha y están construyendo una casa en otro lugar. Cuando esté terminada, en algunos meses, iré a buscar a mis hijas y nos iremos allá a tratar de empezar una nueva vida”.La historia comenzó el 16 de enero, cuando la hija de trece años del ex combatiente salió a comprar comida a un kiosco, alrededor de las 23. La adolescente iba acompañada por una joven que minutos antes se encontraba junto a su progenitor, vecina del pueblo.En determinado momento, siempre según el relato de la adolescente y del hombre ante las autoridades, apareció un VW Gol negro con un grupo de encapuchados que raptó a la menor, aparentemente gracias a que la presunta “entregadora” roció con un spray a la chica para adormecerla.Entonces, los secuestradores se trasladaron hasta la vivienda de quien sería el hermano de esa “entregadora”, ataron a la menor a una cama y la violaron en reiteradas oportunidades.Preocupado, el padre de la víctima salió a recorrer el pueblo a pie, gritando el nombre de su hija. Eso, al parecer, fue lo que alertó a los degenerados, quienes huyeron por una ventana del lugar, no sin antes dejarle a la niña un cuchillo con el que la misma se liberó para reencontrarse con su progenitor.Cuando ambos fueron a la comisaría local a radicar la denuncia, el oficial de servicio los amenazó para que no contaran lo sucedido. Finalmente, el caso trascendió y llegó incluso a los medios nacionales. La repercusión fue tal que hasta el senador Aníbal Fernández cuestionó en Twitter la pasividad de las autoridades misioneras. “¿La Justicia no tiene nada para decir al respecto? ¿La dirigencia? ¿Y la sociedad misionera? ¿Que les pasa?…”, escribió el funcionario.El caso conmovió a la provincia y hasta hubo marchas de apoyo en Posadas. Esa presión fue la que logró que la Justicia avanzara en la investigación del hecho, que todavía continúaLa triste historia del ex combatiente sumó otro penoso capítulo en la mañana del pasado 27 de abril, esta vez protagonizado por su otra hija, de apenas once años.“El viernes pasado viajé a Posadas, al Ministerio de Derechos Humanos, por unos trámites con respecto al caso anterior. Mis hijas se quedaron solas acá y la más chica tuvo que ir al médico para que le sacaran una muela”, relató en detalle el ex combatiente a este medio.Tras la intervención, el doctor le recetó una serie de medicamentos que la niña fue a comprar a una farmacia emplazada en Avenida Del Té, en el centro de Campo Viera. Fue en ese momento que la menor divisó un VW Gol negro que comenzó a seguirla, hasta que finalmente la alcanzó, a no más de cien metros de la comisaría local.“Se bajó un tipo y la tiró para adentro del auto. Ahí le ‘chuponearon’ todo el cuello. Ella me contó que estaban encapuchados y sólo se les veían los ojos y la boca. Entonces, mi hija comenzó a gritar y ahí fue que la bajaron, a los pocos metros”, contó el padre de la víctima. Todo había sucedido en la zona urbana de la localidad y a plena luz del día: eran las 8.Tras ese hecho, el hombre y sus hijas volvieron a recibir nuevas amenazas, por lo que finalmente decidió que sus hijas sean trasladadas al hogar en cuestión, donde permanecerán internadas hasta que su padre reciba la nueva vivienda y deje atrás el infierno.





Discussion about this post