POSADAS (Por Silvina Lorena Azcurrain). El rock, el jazz y el folklore saben de su voz como también del talento. Hoy, a las 22, el músico Pedro Aznar se presentará en el auditórium del Instituto Montoya. Presentando su último trabajo discográfico “Ahora”, llegará también para retomar el contacto con su público misionero y recorrer la historia de su vida artística. En entrevista exclusiva con PRIMERA EDICIÓN, el músico se mostró agradecido por las repercusiones que provoca su presentación en las distintas provincias del país, y a su vez contó anécdotas de su juventud. Del nuevo disco “Ahora”, ¿qué podrías destacar como sobresaliente?“Ahora” nació de un retiro compositivo que me tomé en junio/julio de 2011, en que me propuse componer una canción por día, de una manera espontánea, sin pulir demasiado lo que surgiera para no interferir con el proceso creativo. Para lograr el clima propicio, me instalé en Mar de las Pampas, antiguamente un desolado arenal que hoy es un frondoso bosque, forestado por tres pioneros en los años 50 en la costa de la provincia de Buenos Aires. Llevé un pequeño estudio móvil, un par de guitarras, un bajo y un piano eléctrico, y me dediqué por completo a escuchar lo que quisiera expresarse. Fue un mes muy productivo, muy feliz, lleno de entusiasmo y conexión. Mi rutina diaria era casi monacal: despertarme a las 6 o 7 de la mañana, tomar una ducha, encender el fuego, prepararme el desayuno, meditar, hacer una caminata por el bosque o la playa, y antes del mediodía subir al estudio a trabajar. Los fines de semana me los tomaba libres, y venían los amigos a visitar.La casa donde me hospedé está muy cerca del mar (a la noche me dormía escuchando el sonido de las olas) y tiene amplios ventanales que incorporan la arboleda que la circunda.En ese entorno compuse y grabé mis partes vocales e instrumentales casi en su totalidad para las doce canciones que conforman el disco.Completamos la grabación en cinco sesiones en Circo Beat, en diciembre de ese mismo año, y en mi estudio, Marina Sound, en febrero de 2012, donde hicieron su aporte los músicos de mi banda: Julián Semprini (batería y guitarra), Alejandro Oliva (percusión y guitarra barítono), Hernán Jacinto (teclados, bajo y cuatro) y Coqui Rodríguez (guitarra eléctrica y dobro).A fines de febrero partimos con el ingeniero Ariel Lavigna a Londres, donde grabamos una orquesta de cuerdas de 22 músicos en los legendarios estudios Abbey Road, con arreglos y dirección míos y Sam Okell en los controles. El trabajo se completó con la masterización en el estudio Metropolis, por el ingeniero Tony Cousins.El arte estuvo a cargo de Alejandro Ros, quien decidió utilizar para el libro que contiene las letras, varias fotos que yo había tomado durante el mes de composición en Mar de las Pampas, para conservar la atmósfera que envolvió a este trabajo desde el principio.¿Cómo se vivió en la grabación con la participación de una orquesta londinense de 22 músicos?Fue muy emocionante. Yo ya había trabajado en Abbey Road en 1994, grabando, también, cuerdas para mi disco “David y Goliath”, pero en aquella oportunidad, el que dirigió la orquesta fue Chris Cameron, director musical de George Michael. En esta oportunidad decidí dirigir yo mismo, y fue una experiencia hermosa. El estudio es legendario no sólo porque allí grabaron los Beatles, Arturo Toscanini y Pink Floyd, entre una larga lista de celebridades, sino porque tiene un sonido único en el mundo.“Ahora” puede tener muchas connotaciones, ¿cuál es el significado que le das vos?El presente es lo único que tenemos y podemos modificar. Vivir regurgitando el pasado o pendientes del futuro (que es pura especulación) no puede llevar a otra cosa que a la inquietud y la angustia constantes. El ahora es el centro de la experiencia de vivir, y si estamos en completa presencia en este ahora, todo cobra otro brillo, otra posibilidad.¿Qué significado tiene en tu carrera y en tu vida la Fundación Alas?Creo que es una hermosa idea. La desnutrición infantil en Latinoamérica ha condenado a generaciones al retraso mental y, por ende, a la falta de posibilidades en la vida adulta. La fundación intenta erradicar ese flagelo en todo el continente, y me enorgullece, como músico, que los músicos nos juntemos para colaborar en estas causas. ¿Cómo vivís la gira recorriendo distintas provincias del país?Siempre me ha gustado recorrer el país. Lo hago desde los 16 años, cuando empecé a hacer giras, y lo disfruto muchísimo. Es un trabajo intenso, que impone una fuerte disciplina, ya que, siendo la voz mi instrumento principal, tengo que tener el cuidado de un atleta en cuanto a mi alimentación, descanso, entrenamiento y estado de salud para rendir al cien por ciento cada noche. Pero me lo tomo con dedicación y alegría. Nada me satisface más que bajar del escenario sintiendo que, tanto yo como mis músicos, dimos lo mejor de nosotros.Hay lugares donde se tiene un contacto mucho más íntimo con el público, ¿cómo lo vivís en el escenario?Cada espacio tiene su magia. Un teatro chico permite un contacto visual más directo con el público, pero un estadio tiene una efervescencia única. En líneas generales, en un teatro todos (público y músicos) escuchamos mejor, y eso permite tocar con una mayor precisión y detalle, y se pueden hacer matices más sutiles. En un lugar más grande, o al aire libre, hay que hacer gestos musicales más grandes, y lo macro, la grandiosidad de la presentación en esos escenarios y lo visual cobran una cierta predominancia por sobre el resto.Mirando para atrás, cómo se sienten las partidas entrañables? Por ejemplo, la muerte de Mercedes Sosa o Luis Alberto Spinetta?No las siento como “muertes”, ya que ellos siguen estando presentes en todos nosotros a través de su obra. Lo que sí lamento es no poder volver a hablar con ellos, no escuchar más su risa, eso tan definitorio e inolvidable de la persona.





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