POSADAS. El ser humano y su existencia en el universo es donde Gabriel Altamirano posó la mirada, el corazón y el pulso y dio vida a la muestra “Porvenir”, que está presentando en el Museo Lucas Braulio Areco (entrada por Rivadavia o por el Paseo Bossetti), de esta capital. La misma sigue hasta el lunes 21. Obras figurativas y abstractas integran esta exposición de cuidada estética, que cuenta con un trasfondo filosófico, ya que su autor busca que “cada cuadro vaya más allá de la imagen”. En una charla con PRIMERA EDICIÓN, el joven artista y docente, contó que “mi búsqueda principal tiene como foco al ser humano frente al universo, por eso todas las obras, por más que por allí varíen un poco en cuanto a la forma de expresarse, tienen que ver con el hombre”. A la vez, Gabriel explicó que “por ejemplo, las obras de frutas metálicas que hice tienen que ver con el hombre y el tema que hay con la comida, tiene dos interpretaciones, una el tema de la accesibilidad a la comida, por eso la pinto como joyas, o el tema de la comida como algo inaccesible también. Y lo más abstracto sigue teniendo que ver con el hombre, porque tiene que ver con el agua, con el nacimiento, con esa inestabilidad que también representa el hombre”. Cada obra de Gabriel busca reflejar su visión filosófica de la vida, puesto que él apunta a que “cada cuadro vaya más allá de la imagen, por eso presento varias técnicas, porque a mí, la verdad es que la técnica no me interesa, me interesa por allí, el mensaje que tenga”. Tal es así que al pintar el cuadro “La gran caída” (foto arriba, a la derecha), Gabriel se basó en el mito de Ícaro “que hablaba del hombre que el padre le había hecho las alas con cera para que pudiera volar cerca del sol (para que no se derritan) y lo que hice fue cambiar las alas y ponerlas de metal, porque me perece que el hombre con el tema de la tecnología, por ahí, está volando demasiado cerca del sol y puede ocasionar una gran caída y de allí el nombre del cuadro”, acotó. Altamirano trabaja con óleos y acrílicos y la mayoría de sus cuadros están hechos con acrílico. “Trabajo con una técnica clásica que es el esfumado, pero con una técnica moderna que es el acrílico, porque creo que hoy en día hay que revalorizar el tema de la pintura y el desafío es qué se puede hacer con esa pintura clásica y no buscar ese circo de extravagancia, que como decía el otro día Botero – en una entrevista – que cada vez uno hace cosas más diferentes, pero el arte dónde está. No hay que llamar la atención, hay que decir algo”, opinó. En cada obra se puede apreciar el dominio del dibujo que tiene este artista como así también, los escorzos, que brindan peculiar intensidad, perspectiva e impacto en sus obras. Gabriel, quien se desempeña como docente en en Instituto Montoya, en el Instituto Gutemberg y en Monalisa, contó que comenzó como dibujante y que “la pintura llegó a mi por Teresa Ledantes en la facultad, fue ella quien me dijo ‘pintá’, porque me rehusaba y me llevó a esto”, destacó. A la hora de pintar, Gabriel Altamirano reveló que “si me siento a plantearme la idea de lo que voy a pintar, no me sale. Tengo la suerte de poder trabajar como docente, entonces, mi obra es lo que yo quiero, lo que hago, lo que siento, no necesito venderlas, así que es algo que me sale y si me gusta lo hago”, finalizó.





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