Posadas. La inquietud de un grupo de trabajadores sociales que tenía como base al Movimiento Familiar Cristiano integró lo que se llamó – después de acordar que no pretendían hacer asistencialismo-: la Promoción Social Cristiana (Pro.So.Cri), precisamente hace 39 años. El trabajo fue impulsado por cinco matrimonios, entre ellos el de Antonia Husulak, quien relató a Primera Edición el trabajo que realizaron en la chacra 150, donde después de adquirir la tierra iniciaron un relevamiento para conocer a la población y sus necesidades. Jorge Flor y Ofelia, Brígido Caballero y esposa, Oscar Possi y Silvina, Melgarejo y Tomasa, y Rodolfo Mekekiuk y Antonia Husulak comenzaron con un relevamiento de la zona, que era un campo sin nada, a cinco kilómetros del centro, en sus propios vehículos llegaban a través de la avenida López y Planes que era intransitable. En la zona, recordó Husulak vivían changarines, pescadores y mediante un trabajo de relvamiento encargado a las trabajadoras sociales Norma Kruler y Alicia Delpiano documentaron, sumaron fotos y con todo eso se planteó la ayuda a Alemania a través del padre Juan Markievicz. Husulak remarcó el trabajo previo impulsado por el Centro Privado de Investigación y Promoción Social (Cepips). “Ese centro era de trabajadores sociales, en ese centro teníamos muebles y donamos para el Prosocri, además de la camioneta para empezar a trabajar y trasladarnos, porque eran cinco kilómetros de campo pelado y pasar penurias por el estado de las calles”.Los integrantes de Prosocri se dedicaban, después de sus ocupaciones en la administración pública, desde las 14 a trabajar en la chacra 150. “Como dos años llevamos para hacer el relevamiento y conectarnos con la gente, comenzamos a hacer huertas y granjas”, contó. Al principio el padre José Cherepak asesoraba en la parte religiosa, posteriormente él integró otro movimiento y buscaron el apoyo del padre Markievicz, quien también tenía necesidad de trabajar en lo social. “El padre Markievicz se acercó, hubo una sintonía, coincidía con nuestra búsqueda porque nosotros no queríamos la violencia, queríamos trabajar por la promoción social”, subrayó Husulak. El 13 de mayo de 1973 se decidió que era hora de dejar de proyectar y se comenzó a trabajar en el plan de desarrollo comunitario. Husulak inició dando clases bajo un árbol de la casa de la familia Durán, se realizaban muchas actividades y algunas veces terminaban las tareas con la luz de las velas, porque la energía eléctrica no llegaba. Un vecino después instaló un transformador de donde se conectaron posteriormente.“Fueron cinco años de trabajo intenso, hasta que alguien nos denunció que éramos comunistas y comenzó una presión terrible”, relató. Lograron el apoyo del entonces obisbo Jorge Kemerer, sin embargo, finalmente y por recomendación de Raúl Rivarola “entregamos la institución al obispado y se hizo cargo la familia Kolping”. Husulak se llega a emocionar hasta las lágrimas cuando recuerda el trabajo y el empuje de las personas que acompañaron el proyecto, que su casa fue la sede del Prosocri, donde se instalaron las oficinas y se utilizaba el teléfono para las gestiones. Para Husulak el proyecto de Villa Cabello sufrió una transformación cuando cambió de manos: “Nosotros soñabamos fuentes de trabajo, una tarea más comunitaria con emprendedores, pero los tiempos y los procesos van cambiando. Lo bueno fue que se respetó la escolaridad”. En los inicios de Villa CabelloTrabajo de huertas, granjas y capacitación en costura para las mujeres se realizaba en los primeros años del trabajo social en la zona. Aprendieron a trabajar en las huertas orgánicas y a preparar abonos. Antonia Husulak destacó las donaciones de la señora Alba Villalba, quien en los primeros años donaba retazos de tela para que las mujeres aprendieran a coser. Husulak recordó que en Alemania, para ayudar al proyecto las mujeres donaban cabello para la venta y así juntar dinero. De ahí surgió el nombre: primero querían llamar “Ayuda Peluda”, “pero no nos gustaba, después Ladrillos Cristianos, porque queríamos hacer casas y finalmente se consensuó en Villa Cabello”.





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