JARDÍN AMÉRICA. Hace poco más de un año se formó la comunidad mbya Koenjú (que significa madrugada) en el Cuñá Pirú. Al principio era una docena de familias que integraban otra comunidad (Tajy poty, flor de lapacho) de la que se fueron por los problemas que el cacique tenía con la bebida. La nueva aldea eligió a Silvio Morínigo como su “mburuvichá” (cacique). Desde entonces, esta comunidad no paró de crecer y hoy en día en Koenjú viven alrededor de cuarenta familias. Son en total 145 personas, de las cuales más de cincuenta son niños. Pero la tranquilidad ganada en este nuevo asentamiento mbya no está acompañada por ningún servicio básico. A esta altura del ciclo lectivo, ya no queda ningún chico que asista a la escuela. “Iban a una escuela que está a unos seis kilómetros pero el problema es que hay que salir a la ruta y las familias tienen miedo. A muchos les falta calzado para caminar por el asfalto”, contó el cacique Morínigo a PRIMERA EDICIÓN. Este joven no para de gestionar ante Asuntos Guaraníes. “Me dicen que tenemos que pedirles lo que nos haga falta, pero pedimos herramientas para plantar y no nos dieron, pedimos que nos hagan una perforación y no la hicieron, que un maestro enseñe a los chicos en la aldea, que nos visite cada tanto un médico o agente sanitario. Ahora vine a pedir que nos entreguen chapas para nuestras casas antes de que venga el frío… pero dijeron que no tienen presupuesto. La verdad es que nunca conseguimos nada todavía”, contó angustiado. Lo más urgentePara Morínigo lo más urgente es conseguir las chapas y una perforación, “ahora buscamos agua del arroyo, pero a veces está contaminada. Nuestros chicos están flacos y desnutridos, todos nosotros estamos desnutridos. Algunas familias reciben alimentos pero la mayoría no cuenta con la tarjeta social ni el ticket”. Por eso, para este cacique que trabajó varios años como peón rural, “si todos trabajamos la tierra, podemos vivir mejor; por eso pido para conseguir herramientas y semillas, pero hasta ahora no nos dieron. Ahora estamos limpiando una hectárea para plantar”. Casas de cañas Las familias de la comunidad Koenjú levantaron sus precarias viviendas con cañas y usaron hojas de pindó o palmito para los techos. “Cuando llueve el agua se filtra y eso hace que sea muy húmedo y frío durante el invierno. Por eso, estamos pidiendo chapas para poner a nuestras casas… somos cuarenta familias y necesitamos unas mil chapas. Tampoco tenemos suficiente ropa de abrigo”, confió el hombre. En la aldea hay 35 personas sin Documento Nacional de Identidad (DNI), la mayoría de ellas mayores de treinta años. Entre los indocumentados hay un hombre de 72 años y otros tres adultos mayores que ya cumplieron la edad requerida para percibir el beneficio de la jubilación. “Nosotros no tenemos cómo movilizarnos, por eso sería importante que el Registro Provincial de las Personas organice un operativo en el Cuñá Pirú y que venga a nuestra comunidad para documentar a nuestra gente”, señaló el cacique. Advirtió además que hay cerca de veinte integrantes de su aldea que hicieron el trámite para el DNI pero que están esperando hace uno o dos años y no llega el documento.Parir en casa Esta comunidad aborigen no cuenta ni siquiera con un agente sanitario que coloque las vacunas a los niños y alerte a una posta de salud cuando un habitante de la aldea se enferma o requiere de atención médica. Las mujeres de la aldea no saben lo que es parir en un hospital con asistencia médica. “Con ayuda de una partera -tenemos dos parteras- cada una tiene a sus hijos en la misma comunidad. Una vez fue una mujer al hospital pero ahí le exigieron los controles (previos al parto)”, remarcó al cacique. En este momento hay cuatro mujeres embarazadas, una de ellas cursa el octavo mes. El integrante más joven de la aldea tiene un mes y, como casi todos, nació en su casa.





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