POSADAS. Yacaratiá Delicatessen tras diez años de haber germinado en la tierra roja, mediante la investigación y desarrollo del fallecido ingeniero Roberto Pascutti -ocurrido hace cinco años-, afianzó sus pasos en el mercado nacional, dentro del exclusivo segmento para turistas. La concreción del sueño fue posible gracias al tesón de Marisa, Vanina y Silvana, viudas e hijas respectivamente, para no dejar que la empresa familiar quede sin sostén. De ahí que Marisa tuvo que suspender sus actividades como profesora de inglés al frente de su instituto privado para tomar las riendas del negocio. Hoy ve con satisfacción los buenos resultados que ha colocado los delicatessen en los más exclusivos centros de distribución dentro de diferentes provincias turísticas del país, principalmente en Capital Federal desde donde ya les hicieron interesantes ofertas para lanzarlo internacionalmente.“Es algo que se estudia como gran posibilidad, tenemos varias propuestas en ese sentido, pero para tomar la responsabilidad hay que tener stock suficiente y por ahora el nuestro todavía es pequeño, pero está pensado hacerlo”, confió Marisa en contacto telefónico con PRIMERA EDICIÓN desde Eldorado, ciudad en la que reside y tiene la fábrica. “Árbol de pan”Jacaratiá Espinosa, ese es el nombre científico que recibe este particular árbol originario de la selva misionera, que desde hace cerca de una década se comercializa con fines alimenticios, en forma de confituras, que conservan a la vista, todas las características de la madera como las vetas y anillos de crecimiento. La variedad es ilimitada: cocidos en su propio almíbar, o bien después de un proceso de secado las tablas de madera también se pueden embeber en miel, se hacen bombones, y mermeladas que seducen por su exotismo. ¿El imán?: yacaratiá es un árbol característico de Misiones que tiene una particularidad muy especial: es comestible como golosina. A grandes rasgos el proceso de preparación (que está protegido con una patente con derechos reservados), supone extraer la pulpa del árbol para hervirlo en su propio almíbar durante cuatro o cinco días y que además tiene la particularidad de aportar muchas vitaminas como por ejemplo magnesio, potasio, fósforo, calcio y especialmente tiene muchísima fibra, por eso el sabor final es como si se comiera coco.Los guaraníes, lo llamaban “árbol de pan” y habían aprendido a extraer la pulpa y hacían caramelos rústicos, le cortaban la pulpa como esponjas y la ponían a remojar en miel de yateí para dársela a los niños en los fogones. “Mi esposo había desarrollado esta investigación por muchos años para preservar la especie, a consecuencia de la deforestación de este particular árbol, compuesto en un 90% de agua y con una fibra tierna y flexible, cualidad que lo hace inutilizable para cualquier otro propósito comercial. Fue un desarrollo innovador que ahora representa a Misiones en el mercado”, puntualizó Marisa.





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