POSADAS. Las escuelas misioneras son el escenario de muchos casos de bullying o acoso escolar. Sin embargo son pocos los niños -tanto los que son víctimas de este acoso como los acosadores- que llegan para enfrentar esta cuestión al gabinete psicológico. Con el propósito de sensibilizar a los docentes en esta problemática y -sobretodo- brindarles herramientas para que sepan cómo actuar en estos casos, la psicóloga Roxana Krausemann dictará un curso dirigido a educadores y público interesado. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN la profesional indicó que el acoso escolar es visualizado a través de los medios de comunicación cuando la situación llega a puntos extremos, cuando el acoso se traduce en violencia física. “Al consultorio llegan los chicos con secuelas de bullying, pero pocos que lo están sufriendo ahora. Llegan con baja autoestima, con problemas en el colegio, y los padres recurren a nosotros por estos motivos”, destacó la profesional.La consulta tardía es recurrente. “Es que el niño víctima del acoso escolar por parte de sus compañeros tarda mucho en pedir ayuda en la escuela. Esto es así porque generalmente el ataque se da a través de grupos y de manera sistemática, y el chico empieza a sufrir de baja autoestima por lo que se echa la culpa a sí mismo por lo que está sucediendo. Es decir, el chico empieza a creer que tiene algo malo… porque generalmente el ataque hace eje en alguna característica física o de su forma de ser”. Más chicos y más grandes Los primeros casos de bullying ocurrieron entre alumnos de secundaria. Pero en los últimos años, este tipo de conducta violencia se extendió entre los más chicos que aún cursan el nivel primario. Al respecto, Krausemann señaló que “se están viendo muchos casos entre los alumnos de primaria, estos comportamientos se están visualizando desde tercer grado en adelante. Y lejos de terminar en la secundaria, también están ocurriendo casos de bullying en las universidades. El acosador tiene conductas problemáticas que, obviamente, despliega en distintos ámbitos a lo largo de su viga: incluyendo la familia y el trabajo. Es decir, son patrones de conducta (tanto del acosador como del acosado) que no se solucionaron en su momento y tienen a repetirse en los otros ámbitos”. Al ser consultada sobre las causas que motivan a un niño a maltratar a otro e incentivar este acoso en sus otros pares, la psicóloga señaló a la sociedad actual. “Hay muchos factores, por supuesto, pero este tipo de conductas tiene mucho que ver con la cultura en la que estamos inmersos y donde los medios -especialmente la televisión- favorecen mucho… no es casual que en algunos programas se vea la violencia como algo bueno, como un valor de fortaleza; e incluso se premie al más violento”, indicó.En la sociedad del consumo, “está instalada la idea de que para lograr algo se debe hacer lo que sea, cualquier cosa. Y los chicos aprender que no importa cuáles sean los medios que elijan, porque lo importante es llegar. Los mismos padres instalan este principio”, advirtió. Cómo ayudar a los hijos La especialista recomendó a los padres que hablen del acoso laboral con sus hijos. “Es importante que ellos conozcan de qué se trata y que puedan detectar que están en esa situación, ya sea como acosados o acosadores. También es prioritario que comprendan que estos ataques no son normales y que no pueden permitir que otro chico los golpee, los agreda constantemente o los aíslen pues el aislamiento también es una forma de bullying”, señaló. No sólo tienen que saber que el acoso escolar no es “normal” sino que deben denunciarlo con sus maestros y sus padres. Peligro, recreo Aunque algunos casos de acoso laboral fueron detectados por los mismos docentes, no siempre ocurre así. ¿Cómo es posible que un maestro no vea lo que sucede?. “Uno de los motivos es que algunos están al frente de grados muy numerosos y otro es que la mayoría de las agresiones se producen durante el recreo, lejos de la mirada atenta del maestro, ya sea en algunos rincones del patio o en el baño”, observó la psicóloga. Una vez que se detecta el acoso escolar, “los padres deben pedir a la escuela el tratamiento de esta problemática en el grado, para ver qué está pasando. El chico acosado necesitará un tratamiento particular para observar hasta qué punto está dañada su autoestima, quizás, necesite una terapia para evitar que luego aparezcan las secuelas del maltrato”. Los chicos acosadores -generalmente- tienen familias violentas donde él aprende este tipo comportamientos. “Pero también vemos chicos que acosan que son muy mimados y no aprendieron a recibir el ‘no’ como alternativa. No aceptan la negativa del otro y quieren conseguirlo a cualquier costo”, destacó.





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