POSADAS. Es infaltable en la mesa de muchos hogares en el Día del Trabajador el popular plato de locro, que en esta oportunidad quienes lo elaboraron para la venta se vieron bendecidos con una jornada espléndida, a pleno sol y una temperatura que al mediodía estaba en los 16 grados centígrados, ideal como para degustar una comida caliente.Desde muy temprano y con los primeros rayos de sol se iniciaron las fogatas con leña, la base necesaria para luego instalar sobre ellas las ollas de grandes tamaños, que pueden llegar a contener hasta unas cien porciones de esta comida tradicional.En la capital provincial, si bien hubo restaurantes y rotiserías céntricas que incluyeron el plato, fue en los barrios donde hubo una mayor oferta, en casas particulares, en las veredas, con grandes carteles e improvisados fogones.El festejo del 1 de Mayo marca el inicio de la degustación de esta comida tradicional a base de maíz partido, con los más diversos ingredientes, y que vuelve a repetirse en la celebración de las fechas patrias.En su punto idealEn una recorrida por diversos puntos de la zona oeste capitalina, PRIMERA EDICIÓN observó a media mañana los intensos preparativos para que la comida esté a punto para el mediodía, horario en el cual los comensales se acercan a retirar sus porciones. “No es sencillo porque tiene que estar en su punto ideal el locro. Si uno no tiene experiencia y calcula mal se le puede pasar y, de lo contrario, pueden venir y el locro todavía no está”, explicó Claudia Benítez, rodeada de un grupo de amigas, vecinas y colaboradores que arrancaron muy tempranito, a las 5.30, cortando todas las verduras, la carne y otros ingredientes.Claudia es la coordinadora de Barrios de Pie y ayer el locro era gratis. “Calculamos que saldrán unas cien porciones y es gratis para todos los vecinos. A la tarde, además tenemos previsto chocolate con factura”, indicó, mientras otra de las mujeres revolvían con el palo de madera la olla. “Hacemos esto desde hace varios años, algo de experiencia tenemos (risas) y dicen que nos sale muy rico, lo cierto es que no queda nada y esa es una satisfacción para todos los que hacemos esto de corazón”, apuntó otra de las cocineras del comedor que funciona en Ituzaingó y calle 97.También sobre la avenida López y Planes los puestos se repetían, el precio promedio fue de 12 pesos, y en varios de ellos ya tenían la reserva anticipada completa desde el día anterior. Una receta que es una herencia familiarEn el barrio Yacyretá, Roque López revolvía las dos ollas, controlaba atentamente que no falte agua, “pero que tampoco se exceda, porque tiene que estar en el punto justo”, comentaba, mientras sus ayudantes acomodaban los taquitos de leña y las mujeres tenían acomodados sobre una mesa los ingredientes que iban a ser colocados, según el orden preestablecido por el “especialista”.Roque hizo un poco de memoria y recordó que “hace ocho años que hacemos en forma ininterrumpida el locrazo del 1 de mayo, para festejar el Día del Trabajador y luego seguimos en todo el año en las fechas patrias. Ya nos conocen en la zona y no podemos fallarle a los amigos y conocidos que saben que acá no mezquinamos ningún ingrediente, entonces vienen sí o sí a comprarnos, porque les damos garantía de que sale rico, bien rico”.Sin apurosEl humo se observa de lejos y se produce en la vereda de Almirante Brown y calle 103, entre Aguado y Zapiola. “Este año subió el costo de varios ingredientes, entonces no nos quedó otra que aumentar el precio de la porción, que la cobramos 12 pesos, lo que sale en casi todos los lugares, el año pasado valía 8 pesos. Hoy arrancamos a las 6, con el maíz hirviendo, le empezamos a agregar todos los ingredientes, hasta mondongo le colocamos”, destacó uno de los colaboradores de Roque.La clave para un buen locro, según Roque, es “no apurar el fuego pero tampoco excederse en el agua. ¿Si llegara a pegarse en el fondo?, fue el locro, no hay forma de arreglarlo para que tenga buen sabor”.Acerca de cómo se especializó en este plato típico, Roque López contó orgulloso que “hoy tengo 54 años y desde que tengo uso de razón, nunca faltaba un buen locro en mi familia. Mi madre era la especialista, la que cocinaba, y yo me fui interesando de como ella lo preparaba y así fui incorporando su receta, que podríamos decir que es una herencia familiar”.





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