No parece real mostrar hoy preocupación por la tuberculosis, en plena era espacial, cibernética, biogenética, robótica, etc., etc. Es como si regresáramos al menos al principio de siglo XX, siendo la enfermedad infecciosa más estudiada, conocida y normatizada como para ser combatida con altísima eficacia, ya que se cuenta con medicamentos capaces de curar definitivamente a un enfermo en tan sólo seis meses. Además de evitar el contagio a los pocos días de iniciado el tratamiento, que a la vez tiene muy bajo costo. La preocupación sigue vigente desde los niveles científicos y sanitarios hace varios años, señalando el deterioro de los programas de control y anticipando lo que hoy, ante la aparición de casos significativos, despierta alarma y preocupación en todos los niveles. La tuberculosis es una enfermedad contagiosa esencialmente por vía respiratoria y de lenta evolución. Necesita para su permanencia y progresión de tres factores fundamentales: 1) Condiciones de vida precarias, relacionadas con carencia alimentaria, educativa, desocupación, hacinamiento, etc. 2) Déficit en la disponibilidad de recursos para el diagnóstico y tratamiento, 3) Fallas o ausencia de organización y continuidad en el tiempo de un programa de búsqueda y seguimiento de casos, que logre la detección precoz del enfermo, el control del tratamiento hasta su curación y evite la posibilidad de contagio.La primera es sin duda la primordial, ya que con la sola mejoría de las condiciones de vida se puede disminuir la producción de casos por lo menos en un 50% en diez años. Analizando nuestra realidad, lamentablemente vemos que las carencias están presentes en algunos de los tres factores, favoreciendo notablemente las posibilidades de difusión, aunque se cuente, desde el aspecto científico-médico, con drogas tan eficaces y se conozca debidamente la metodología de trabajo. Ante la imposibilidad de modificación inmediata de las condiciones de vida, se debe trabajar en los otros aspectos en los cuales sí podemos intervenir y modificar más rápidamente como la alimentación y la atención médica. Nadie debería morirse hoy por Tuberculosis y menos con desnutrición.250 casos nuevos cada añoEn Misiones, como en el resto de país, se ha producido una gran migración rural hacia las zonas urbanas y los que se quedan continúan viviendo en forma precaria, con sus consecuencias previsibles de: hacinamiento, desocupación, desnutrición etc., etc., .lo que unido a las dificultades sanitarias, nos enfrenta con muy altos riesgos de difusión que sobrepasa a esa población y amenaza al conjunto. Cada enfermo de Tuberculosis pulmonar activa que no recibe tratamiento, que elimina bacilos contagiantes al toser, hablar o estornudar, puede producir 1,5 casos nuevos por año. En cuatro años serían quince enfermos y seguiría la progresión geométrica si no los encontramos y curamos antes. .En la Provincia se informan en los últimos años unos 250 casos nuevos por año, siendo estos diagnosticados, en su mayoría, por concurrencia espontánea, cuando lo avanzado de los síntomas lo obligan a consultar. Mientras en realidad hace muchos meses que están enfermos diseminando bacilos en su vivienda, en su lugar de trabajo, en sus viajes de transporte urbano o en cualquier lugar de concurrencia común. Esto indica que en la comunidad debe haber muchos casos en estas condiciones, sin diagnosticar, y al mismo tiempo la enfermedad sigue su curso deteriorando la salud del paciente, el que quedará además con secuelas incapacitantes por el fracaso del tratamiento. El mantenimiento de un número más o menos constante de casos nuevos por año, sin que exista un exitoso programa continuo de detección precoz, también indica que un buen número de enfermos diagnosticados no completa su tratamiento, contribuyendo con el mantenimiento de la endemia. Por otra parte, si un alto número de los diagnosticados no completa o no realiza debidamente el tratamiento, prolongan la posibilidad de curación y, lo que es más grave, posibilitan la aparición de resistencia del bacilo a las drogas más eficaces, contagiando además esa resistencia en el ambiente en el que se desenvuelve, dificultando y encareciendo enormemente las posibilidades de curación.Es muy importante que la sociedad tome conciencia de estos silenciosos riesgos; se informe y contribuya a la detección precoz cuando la tos y expectoración se prologan más allá de los 15-20 días, cierto decaimiento pérdida de apetito y pequeña fiebre sobre todo nocturna. Es necesario hacer partícipe de la preocupación a la comunidad y de ésta sobre todo a las autoridades gobernantes, las personas y grupos pensantes, a los que leen los diarios, a los que pueden, a organizaciones de bien público, civiles, religiosas, empresarios, comerciantes etc. Especialmente porque los que no pueden, no leen los diarios, tienen menos capacidad económica y cultural, viven desorganizados y son los que sufren en forma directa las consecuencias. Pero conviven con todos y circulan entre todos, por lo que nadie puede pensar que no le va a alcanzar el riesgo. La curación definitiva de un enfermo, como ya dijimos, es sencilla y de bajo costo. Sólo es necesario organizar la búsqueda del sintomático respiratorio para el diagnóstico en los consultorios externos de adultos de cualquier especialidad; organizar la toma de muestras de esputo con los agentes de Atención Primaria, el correspondiente transporte al centro de diagnóstico y el seguimiento posterior para que complete el tratamiento durante seis meses. Con sólo lograr la curación de los enfermos diagnosticados, estaremos reduciendo significativamente las posibilidades de contagio. La organización y coordinación entre sectores con el mismo objetivo es fundamental.Para el seguimiento del paciente y el control de la continuidad del tratamiento es que la solidaridad comunitaria, organizada a través de la atención primaria de la salud y de los centros de atención médica, podría contribuir eficazmente en esta tarea. En cada barrio de una ciudad o en un pueblo, habrá tres o cuatro enfermos, de los que, quizás, la mitad tengan dificultades para concurrir a los controles y tomar los medicamentos en tiempo y forma. Para estos casos es que se necesita colaboración en el mismo barrio, en el mismo pueblo, lo más cercano a la vivienda del paciente, para que se lo tome como compromiso propio la curación de ese caso. Siempre se encuentran personas dispuestas a colaborar, pero esta colaboración debe ser buscada y capacitada. Pero para lograr ello es primordial que los responsables del programa cuenten con los recursos necesarios para movilizarse y puedan organizar la coordinación mencionada. Sólo así, colaborando entre todos un poco, curando a cada enfermo que logremos diagnosticar, podremos cortar la cadena de transmisión y disminuir el riesgo que aún tenemos y llegar al control buscado y la posterior erradicación. Cada muerte por o con tuberculo
sis nos debe avergonzar a todos.(*) ExJefe del Programa de Control de la tuberculosis – Misiones
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