Los dos policías detenidos el jueves sospechados de brindar asistencia logística e información clasificada a una temible gavilla en la concreción de una seguidilla de asaltos, en la capital provincial y en la ciudad de Apóstoles, se abstuvieron ayer de prestar declaración indagatoria ante el juez de Instrucción 4 Miguel Ángel Faría, consignaron fuentes de la pesquisa a este Diario. Se trata de un comisario que prestaba servicios en San José y de un sargento que trabajaba en la comisaría seccional Séptima, de Posadas.Tras sus detenciones, como corresponde, al menos hasta que se esclarezcan los hechos, la Jefatura de Policía dispuso que ambos fueran pasados a situación pasiva.El arresto de ambos desnuda una compleja trama de supuestas connivencias y complicidades entre integrantes de la fuerza de seguridad provincial y una peligrosa organización criminal, conformada por delincuentes dispuestos a todo.Como quedó demostrado en el asalto a un contratista de la construcción, el 12 de junio pasado en barrio San Marcos, al que hirieron a balazos para robarle el maletín con 315 mil pesos.Este es tan sólo uno de los atracos en que se sospecha que los uniformados, ahora apartados de la fueza de seguridad, prestaron colaboración a los criminales.Hasta aquí, lo que más pareciera complicar al comisario y al suboficial es el entrecruzamiento de llamadas y mensajes de texto que habrían mantenido con integrantes de la gavilla.El 26 de mayo pasado dos criminales, fuertemente armados, ingresaron en la firma Arcor, de Apóstoles. Golpearon y hasta simularon fusilar al responsable para apoderarse de 250 mil pesos en efectivo, suma con la que huyeron sin dejar rastros.Además, se llevaron los celulares de las víctimas sin saber que, aunque cambiaran el chip, el whatsapp activaría el aparato. Así, los investigadores pudieron confirmar que uno de los celulares, robados en Apóstoles, se activó en Garupá. En síntesis, los pesquisas establecieron que esos aparatos, de dudosa procedencia, eran revendidos por “Oca”, un exconvicto que purgó condena por robo a mano armada, quien a esa altura era investigado también por su presunta participación en el atraco al contratista de la construcción. El expresidiario fue arrestado el 15 de agosto pasado, en Miguel Lanús.La Policía tenía información clasificada, brindada por otro supuesto integrante de la misma organización criminal, quien aportó el dato de que nada podrían hacer sin la ayuda de una parte de la fuerza de seguridad provincial.Así fue como llegaron hasta los dos policías que ahora están involucrados. En aquel asalto a Arcor, uno de los criminales llevaba el rostro descubierto. Se trataría de “Oca”. La incógnita radica en el cómplice, que al parecer sería oriundo de Buenos Aires. Su paradero, aún hasta hoy, es un misterio.“Oca” y “Negrito” son parte de la misma organización. De hecho, este último habría reconocido que dejó un VW Surán negro, que participó en el asalto al constructor, en la casa de un empleado judicial domiciliado en barrio Bicentenario, de Itaembé Miní. Habrá que ver cómo sigue la investigación y si recaban más pruebas contra los uniformados.La delgada línea que separa la ley y el crimenFuentes ligadas al rumbo de la investigación indicaron que el sargento detenido por orden judicial, que prestaba servicios en la comisaría seccional Séptima, tenía a “Negrito” como informante en sus tiempos de policía de calle pero la relación se profundizó y el uniformado no distinguió la delgada línea que separa a la ley del crimen.Lisa y llanamente, se cruzó de vereda pero no dejó el uniforme ni la placa. Es más, los habría utilizado para incursionar en cuestiones non sanctas.Fuentes de la pesquisa indicaron que de los dos detenidos es el más audaz; se mueve en las sombras y se encarga de no quedar expuesto.Lo contrario habría ocurrido con el comisario, que solía intercomunicarse con los integrantes de la gavilla delictiva. En este sentido, al parecer utilizaba un “chip loco”, aquel que se compra sin dejar registro de la identidad de quien lo adquiere.Los primeros indicios que llevaron a los detectives a orientar la investigación hacia esta banda surgieron en mayo del año pasado, cuando un grupo criminal intentó entrar al local de Arcor, en Apóstoles, por el techo. Cuando los delincuentes procuraban abrir la caja fuerte, sonó la alarma y debieron escapar.Poco después fueron detenidos un gitano (el mismo que estuvo involucrado en el crimen del contador Píccoli), y un tal Martínez, un exconvicto considerado experto en la apertura de cajas fuertes.
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