“Toda la actividad del yoga busca el equilibrio de la mente con el cuerpo, y logra el equilibrio de todos los cuerpos: Espiritual, Mental Superior, Intelectual (Mental Inferior), Afectivo (Astral Superior), Emocional (Astral Inferior), Energético y Orgánico. Porque todos estos aspectos del ser humano se ponen en actividad cuando hacemos una Asana (postura), cosa que no ocurre cuando nos movemos con otro tipo de gimnasia”.Por motivos diversos a menudo tenemos alguna dificultad en la circulación de la energía por algunos de nuestros chakras o centros, y con el yoga es posible mejorar estos problemas para una mejor integración con uno mismo, con las demás personas y con el mundo que nos rodea, es decir, para lograr poco a poco el equilibrio energético al que todos aspiramos, y para el cual todo ser humano tiene las condiciones.Al trabajar sobre el centro bajo buscamos un mejor funcionamiento de nuestros órganos y aliviar enfermedades, con posturas como la pinza. En el centro lumbo-sacro, relacionado con el Cuerpo Energético, se genera una corriente de sensualidad que nos da salud y alegría de vivir, nos proporciona mejores condiciones para nuestro trabajo y actividades cotidianas, y para la relación con quienes nos rodean, lo que se ve favorecido con las posturas de torsión. El trabajo sobre el centro medio o centro de las emociones, relacionado con el Cuerpo Emocional, nos ayuda a sanar vivencias dolorosas de nuestra historia de vida con la ayuda de posturas como el pez.Cuando actuamos sobre y desde el centro cardíaco (el centro de los afectos), nos enfrentamos con nuestras “corazas relacionales” como nuestra dificultad de amar o el miedo hacia la vida y hacia nuestros semejantes; al aflojar esas corazas por medio de posturas como la cobra, podremos disfrutar más de la vida, conectarnos mejor con nuestros seres queridos y realizar satisfactoriamente nuestras tareas diarias.El trabajo sobre y desde el chakra laríngeo, centro del intelecto y del control, puede darnos una visión más real del mundo en que vivimos al conectarnos con la fuerza de los sentidos, así como facilitarnos la claridad mental para pensar y estudiar sin sentirnos dominados por las obligaciones, porque un intelecto libre nos permite aprender lo que deseamos y usar adecuadamente los instrumentos. Por ejemplo, al estar mucho tiempo sentados frente a la compu, o tocar el piano durante horas, o aprender algo nuevo, aún haciendo lo que nos gusta solemos poner tanta tensión en el cuello que terminamos con las cervicales doloridas; ni qué decir si hiciéramos algo que no nos gusta o por obligación. ¿Cómo sacarnos este dolor? Pues flexibilizando el cuello y estirando sus músculos contraídos con posturas como el arado y la vela, con sus preparaciones.Así, subiendo poco a poco, llegamos al centro frontal, el de la intuición, el sexto sentido y la creatividad, que se ve favorecido por toda la serie de posturas efectuadas anteriormente y nos proyecta hacia el séptimo chakra o centro coronario. Para este último, si bien puede ser estimulado con las posturas de apoyo de la coronilla en el suelo, el trabajo más apropiado es la práctica de la meditación, entre cuyas varias formas elegiremos la más adecuada para el momento, en postura sedente o sentada.“El objetivo es que salgamos de cada clase más sanos, armonizados y equilibrados”, nos dice el Dr. Ardiles. Y eso es precisamente lo que sentimos al finalizar la clase de yoga, conscientes en el ahora, relajados, serenos y plenos de energía. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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