Un fabricante de artículos para la pesca deportiva fue el creador del primer motor fuera de borda 100% criollo. En la década del 50, el industrial Horacio Valente, viajó a Corrientes en busca de los enormes dorados y surubíes y allí quedó impresionado con un motor de dos tiempos muy básico y confiable creado por British Sea Gull. Ese motor fuera de borda, de bajo costo, fue utilizado por los ingleses para realizar el desembarco de sus tropas durante la Segunda Guerra Mundial.
Valente advirtió rápidamente que con los avances tecnológicos ya existentes en la Argentina, podía realizar un motor de similares características y a su regreso a Buenos Aires empezó a trabajar en ese proyecto.
Así surgió el Yumpa, un motor de 5 HP que irrumpió con éxito en el mercado. En un lapso de doce años, se lanzaron al mercado 21.000 unidades que salieron del taller que funcionaba en lo que hoy es avenida Libertador 701, en Vicente López.
En el blog laisladeldelta.com señalan que el motor era polémico. Amado por muchos y menospreciado por otros. El Yumpa generó a través de los años odios y aplausos, mitos y leyendas.
Para nos nostálgicos que alguna vez surcaron el río Paraná impulsados por el noble motorcito argento, van algunos detalles que despertarán sonrisas y recuerdos.
Para su funcionamiento utilizaba una mezcla que se componía de un litro de aceite SAE 30 o 40 cada ocho litros de nafta. Debajo del porta volante tenía un toma de donde se podía alimentar las luces de navegación. Los componentes del encendido eran compatibles con los componentes de la moto Zanella de 175 cc., al igual que el carburador.
Para poder arrancarlo, había que inundar el carburador de combustible, cebarlo a fondo, acelerar a media máquina y pegar un violento piolazo… o varios. Y una vez en marcha, sacar el cebador para que no se ahogue.
Si al quinto piolazo no arrancó, había que extraer la bujía y eliminar todo vestigio de combustible y volver a repetir todo el procedimiento. Y después sí, a disfrutar de la pesca.
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