La niña luchó nueve meses contra un tumor. Falleció hace tres y sus hermanos y su mamá comenzaron con una cruzada solidaria. Una historia donde triunfó el amor. Lo que sucedió es terrible y doloroso, y apenas pasaron tres meses. Sin embargo Noelia muestra una entereza admirable, una paz en sus palabras que conmueven y una voluntad que contagia. El 9 de octubre pasado perdió a su beba de un año y siete meses, Luna Olivia, luego de pelearle mano a mano al cáncer, pero de ese dolor nació un nuevo amanecer: acompañada por sus otros dos hijos, Ezequiel de 12 y Hernán de 10, comenzó una cruzada solidaria para ayudar a quienes más lo necesitan, empezando en el Hospital Pediátrico, un lugar que siente como propio. Todo en nombre de Luna Olivia.
PRIMERA EDICIÓN visitó su casa, donde Noelia Domínguez mantiene recuerdos de Olivia, como la llaman con sus hermanitos, casi como reliquias. En la mesa que recibe al Diario están sus juguetes, la primera ropita que se puso y la última, esa con la que dijo adiós. Todavía en la pieza de Noelia está su cochecito y en un rincón de la sala está una caja de juguetes que le pertenecían a la pequeña.
Olivia fue una guerrera porque se la re bancó, recordó su mamá. Siempre se dice que se pierden las batallas contra el cáncer, yo digo que ella no perdió nada, ella ganó todo, ganó el amor de la familia y del hospital, dijo su mamá emocionada hasta las lágrimas. Cuando pasó todo lo de Olivia yo tenía un montón de cosas y le dije a los chicos que teníamos que hacer algo. Todo esto tiene que servir de algo. Ese fue el inicio de las cruzadas solidarias, siempre en nombre de Luna Olivia.
Noelia sabe bien sobre donaciones. Me crié con mi mamá que siempre donó las cosas que no usábamos, recordó y esa es una tradición que continuó con sus hijos. Pero hasta que no conoció la comunidad del hospital las donaciones iban a quienes pasaban por su vivienda. Sin embargo, todo lo que pasó con Olivia la llevó a conocer otro mundo. Yo estuve mucho tiempo en el Pediátrico y vi las necesidades, porque hay mucha gente del interior que vino sin nada, que subió su chico a la ambulancia, agarró su cartera y se vino y acá tienen que empezar de cero.
Fue esa la razón por la que las primeras donaciones comenzaron en el hospital de donde me siento parte y adonde siempre que llegamos nos reciben con un abrazo, desde los médicos hasta las enfermeras, pero como sabemos que el hospital recibe donaciones de muchos lugares, entonces no nos queremos quedar solo ahí, vamos a buscar algún merendero, hogar, lo que vayamos conociendo.
Sin dudas que no es fácil. El 30 de diciembre pasado Noelia, Ezequiel y Hernán fueron con donaciones hasta el Pediátrico donde, además, aprovecharon para bailar al ritmo del Bailemos Todos organizado por los Payamédicos. Llevamos todo en colectivo: dos nebulizadores, dos mochilas con ropa, una bolsa llena de zapatos y de ropa de bebé, recordó y agregó que tengo otro montón que es para otoño-invierno que vamos a llevar más adelante. Como le quedaron pañales, los tres comenzaron a armar bolsitas que también incluían mamaderas. Todo con elementos reciclados y en nombre de Olivia, remarcó Noelia.
Nosotros recién estamos empezando. Les dije a los chicos que voy a empezar a mandar mensajes a mis contactos de WhatsApp para pedirles donaciones… tenemos que ir viendo adónde podemos llevarlas, conocer otros lugares, que hay miles donde se necesita.
La lucha de Olivia
Olivia nació un 2 de marzo del 2016 sin problemas, por cesárea y fue dada de alta tras los controles correspondientes. Como no tenía obra social la atendía en el CAPS pero todos los meses tenía su control. Ella estaba perfecta aunque nos dábamos cuenta de que su cabecita estaba más grande. Pero pensábamos que salió por su papá, dijo Noelia entre risas.
Al cabo de un tiempo la niña comenzó con muchos vómitos y fiebre y, ya con obra social, fueron a control al sanatorio. La fiebre se le calmó pero el vómito seguía, recordó Noelia. En ese momento el diagnóstico fue infección urinaria. Hicimos todos los estudios y se calmó. Pasó el tiempo y la volví a llevar al médico porque tenía nueve meses y no se sentaba sola. El doctor, en ese entonces, comenzó a notar algo.
Después volvieron los vómitos. Noelia recorrió varios sanatorios pero al no haber guardias pediátricas llegó al hospital. Todavía recuerda el calor de ese domingo 4 de diciembre de 2016 cuando agarró a su nena y a los varones y salió en colectivo para buscar ayuda. En el hospital le hicieron todos los estudios y todo salía bien porque el problema de ella estaba en la cabeza. El lunes Noelia pidió que la internen porque vomitaba todo lo que consumía y ese día Olivia convulsionó, yo no tenía idea de lo que era, me quedé loca, empecé a llorar y los médicos se me vinieron encima. En cinco minutos ya estábamos internadas en terapia intermedia, en el primer piso del Pediátrico.
La punzaron para diagnosticarla: Olivia tenía un tumor en la cabeza, la causa de todos sus síntomas. Su cabecita era grande porque el tumor le generó una hidrocefalia, aseveró su mamá. Luego del diagnóstico, Olivia y Noelia se subieron a un avión sanitario y el 7 de diciembre de 2016 se internaron en el Hospital Gutiérrez. Su vida dio un vuelco en apenas cuatro días: el viernes previo a ese domingo 4 de diciembre habían recibido la visita de sus primos y estuvieron comiendo algo en familia sin presagiar la odisea que estaba por desencadenarse.
La internación en el Gutiérrez
Amo ese hospital, dijo Noelia sobre el Gutiérrez de Buenos Aires. Allí estuvieron internadas un mes. A los 15 días llegó la hermana de Noelia, Silvana, a acompañarlas. Mi hermana estuvo de manera incondicional. No se aguantó y fue a acompañarnos, recordó. Olivia ingresó a quirófano el 19 de diciembre para removerle el tumor. Fueron siete horas de operación mientras mamá Noelia y tía Silvana esperaban. Empezaron a limpiar y nosotras seguíamos afuera.
La operación salió bien pero no pudieron extirpar todo el tumor porque la posición en que se encontraba era complicada. Había que empezar con la quimioterapia para achicar lo que había quedado. La opción era hacer la quimio en Buenos Aires o volver a su casa y hacerla en el Pediátrico. Noelia decidió volver y el 5 de enero arrancó el tratamiento.
Olivia tuvo una buena evolución y se acercaba el festejo de su primer añito. Para el 2 de marzo de 2017 estaba organizado todo con torta y sorpresitas, pero Olivia levantó fiebre y pasamos el cumpleaños en el Pediátrico. Entonces llevaron la torta, las sorpresitas y repartimos todo en el primer piso. Como Olivia se recuperó sí organizaron con festejos el bautismo el 25 de marzo del año pasado. Ella estaba bien.
Durante todo 2017 fue así. Iban y venían al Hospital, a full con las sesiones de quimioterapia. Los médicos siempre me dicen que su recuperación fue impresionante, y Noelia mantenía las esperanzas pese a que el tumor es uno de los más agresivos. Su diagnóstico fue tumor teratoide rapdoide atípico. Es un tumor muy poco frecuente pero es muy agresivo y yo había leído que la expectativa de vida es de un año y con mucha suerte un poco más. Yo sabía, dijo Noelia pero las esperanzas de una madre no se terminan nunca. Yo la veía bien. Ella comenzó a hablar, se sentaba sola, jugaba con los hermanos. Cómo no esperanzarme con su recuperación.
Pero pasó lo temido: creció el tumor. Era muy agresivo, lo poquito que quedó creció de golpe. En agosto hicimos la primera resonancia y salió perfecta. Después siguió el tratamiento de quimio y la segunda resonancia salió mal. Nunca busqué ese resultado del hospital. Yo ya me había dado cuenta que ella no estaba bien de nuevo. En septiembre debió volver a ser intervenida porque la válvula que tenía en su cabecita no estaba funcionando. Otra vez mi hermana Silvana incondicional conmigo, estaba ahí. El cambio de válvula fue un éxito, pero en la operación los médicos se dieron cuenta que el tumor se había expandido. Ahí ya sabes qué va a seguir después, dijo Noelia. Tenía que pensar cómo hablar con Ezequiel y Hernán sobre lo que podía pasar.
Los médicos le avisaron que ya no le harían más quimioterapia porque el tumor había invadido todo. Yo lloraba con mi hija en brazos, mientras preguntaba qué se hace en esas situaciones. Los médicos le dijeron que era una cuestión de tiempo y así fue. Un día dejó de moverse, no habló más, solo miraba. En dos semanas falleció. Se durmió y no despertó más. Se fue en paz.
Para la despedida Noelia le puso la canción Sin principio ni final de Abel Pintos. La acaricié y le hablé mucho, dijo Noelia sin poder contener las lágrimas. Le dije que vuele alto, que se vaya lejos. Se fue con tanta paz. Yo también estaba en paz. Ese dolor hoy es solidaridad. Todo en nombre de Luna Olivia.
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