En la nota anterior hacíamos referencia a los sonidos internos que en el silencio meditativo podemos percibir y que nos conectan con el sonido o vibración primordial del Cosmos. Precisamente, la práctica del Yoga y la meditación desarrollan la consciencia del cuerpo, de su conexión con la mente y de la integración de ambos con el Universo; es consciencia plena, es plena presencia, es vivenciar la totalidad en la relación de nuestro microcosmos con el macrocosmos; es caminar hacia la integración profunda de todo lo que somos con todo lo que es.Estas experiencias atrajeron la atención de Fritjof Capra, Doctor en Ciencias Físicas de la Universidad de Viena e investigador en física de alta energía y física cuántica, quien también investigó los paralelos entre la física moderna y las cosmovisiones orientales, es el autor de El Tao de la Física y aborda nuestra temática en su libro Pertenecer al Universo, donde expresa que la actitud reduccionista en la ciencia condujo a buscar partes cada vez más pequeñas olvidando el todo y la función de la parte en el todo, mientras que el nuevo paradigma científico es holístico, ecológico y sistémico. En él observamos el cambio de la parte al todo, de la estructura al proceso, de la ciencia objetiva a la ciencia “epistémica”, de la verdad a las descripciones aproximativas y de la construcción a la red, considerando la realidad como red de relaciones capaz de autorrevelación.Influenciado por la ecología profunda, Capra manifiesta que “el objetivo de la ciencia como dominio y control sobre la naturaleza es una actitud patriarcal. Quisiéramos ver que los científicos cooperen con la naturaleza y busquen el conocimiento para seguir el orden natural y fluir con él”. Y si bien el conocimiento científico se caracteriza por el método, “sin embargo, todo salto a lo nuevo, todo descubrimiento, es un salto intuitivo”, observa nuestro autor. Así crece el número de científicos que quieren reconectarse con los valores morales y el de los que bucean en las tradiciones orientales en procura de recordar quiénes somos en realidad, porque “queremos recuperar la ciencia de la sabiduría, en lugar de la ciencia de la manipulación”.Por eso la nueva física debería conectarse con la espiritualidad: “Un científico espiritual -que tuviera un sentido profundo de pertenencia al universo y de valoración de todo lo que hay en él- no trabajaría, por ejemplo, en investigaciones armamentistas”, dice Capra, y agrega: “Me he convencido de que la espiritualidad es el modo de conciencia donde nos sentimos conectados con el Cosmos como un todo. En unión. Y como consecuencia de esa pertenencia, vivimos en concordancia.”Ya decía André Van Lysebeth: “Cada célula constituye, primero en sí misma, un todo integrado; en seguida se integra al órgano del que forma parte, y éste, a su vez, se integra en el organismo humano. También el intelecto y la mente deben integrarse al cuerpo, integrarse a lo que los rodea y, por fin, integrarse al Cosmos. Esta integración cósmica va desde el átomo a la estrella, pasando por la célula: ésta es la esencia misma del Hatha Yoga y aún del Yoga sin más. Esta integración armoniosa no es de ningún modo posible sino a partir de la integración corporal, y viceversa; por esto el Hatha Yoga auténtico desemboca necesariamente, sin solución de continuidad, en los planos cósmicos.”Y nosotros en la colchoneta, en la hora de Yoga, en la hora del ahora, recordamos y compartimos experiencias de práctica de Ana Moreno en Madrid: “La percepción del tiempo presente conduce a un estado de plenitud y serenidad definible como felicidad verdadera y duradera. Quienes llevan tiempo practicando Yoga conocen bien esta sensación. Profundizas en tu práctica y activas el cuerpo sutil o energía, expandes tu conciencia más allá de las formas externas y experimentas alegría en profunda y total conexión con algo más grande que nos trasciende.” Es el Todo. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]





Discussion about this post