"Lo que nos dejó es un ejemplo para los que tenemos fe y para todo ser humano que quiera hacer el bien al otro. Ella será una mujer que quedará en la provincia como un modelo y una voz que nos recuerda que el otro es nuestro hermano, y que tenemos que servirlo para promover siempre su dignidad".Con estas palabras el sacerdote Alberto Barros se refirió a la monja Ivonne Pierron, ícono de las luchas sociales y por los Derechos Humanos, a quien homenajeó con su testimonio en el último adiós que se le brindó el viernes en la despedida de sus restos mortales. “Cuando me enteré del fallecimiento lo primero que pensé fue en agradecer el don de su vida. Ella fue un regalo de Dios -así lo creo yo- para nuestra sociedad y para quienes la conocieron”, dijo emocionado el párroco de la Sagrada Familia quien coincidió fuertemente con la religiosa francesa en el año 2013 tras convertirse en la primera persona distinguida con el premio “Ivonne Pierron”, que distingue en este municipio a todas aquellas personas comprometidas con los Derechos Humanos. “Solía ir a visitarla en su casa de Santa Rita y a partir de su enfermedad fue mucho más habitual el encuentro”, contó Barros en una charla emotiva con PRIMERA EDICIÓN. De hecho, explicó, la última vez que la vio fue el martes pasado en el hospital Madariaga donde estaba internada: “La vi muy desmejorada, solo quedaba esperar un desenlace y se fue como apagando de a poco, con mucha serenidad y tranquilidad, así que la última vez que la vi fue el martes al mediodía”, manifestó. Dejó huella“Agradezco su vida”, prosiguió el sacerdote al describirla “porque es una mujer que ha dejado una huella profunda en todos los lugares donde vivió como religiosa consagrada a Dios. Lo que más rescato de ella primero es su profunda fe. Ella vivió una profunda experiencia de fe (insistió), un gran amor a Jesucristo y a María, algo que quedó expresado hasta el último momento. Las veces que la fui a ver en su casa, donde estaba al cuidado de la señora Matilde en el barrio Santa Rita, siempre estaba con un rosario en la mano. Nunca lo soltaba. Lo cual expresaba que lo más fuerte en ella era eso, una experiencia de fe, que fue lo que motivó también su acción y su forma de vivir, la cual no se entiende si no es desde una profunda experiencia de fe. Desde ahí uno también agradece lo que ha sido su obrar que ha sido sobre todo un compromiso con los que estaban últimos, con los más pobres, los enfermos que siempre han sido la prioridad de su vida”.En la descripción que brindó sobre su hermana de la fe, el párroco hizo hincapié en la forma en la cual tal vez más se la recuerda y que ha sido más pública: la experiencia de la desaparición de sus hermanas de congregación en la época de la dictadura. Desaparición de la cual ella se salvó simplemente porque no estaba en ese momento en la casa donde irrumpieron los militares o hubiera corrido la misma suerte que sus compañeras Alice Domon y Léonie Duquet, las monjas francesas secuestradas y sometidas a tormentos en la ESMA y luego arrojadas al mar en 1977, tras ser entregadas por Alfredo Astiz. “Uno se imagina que, habiendo quedado ella viva con sus hermanas religiosas desaparecidas- todo el miedo, la angustia y la desesperación que pudo haber sentido. Fue una cruz enorme que no le impidió seguir involucrada fuertemente con el compromiso que tenía”.El tiempo después que vivió fuera de la Argentina a partir de ese hecho la marcó, volvió y siguió hasta el final hasta que no pudo más y sus últimos años lo vivió más retirada en la casita de Santa Rita, bajo el cuidado de su querida Matilde, pero de acuerdo a las memorias del cura “sin perder jamás su profunda fe, que para mí es admirable porque la llevó a vivir una caridad intensa y profunda”. Indicó en ese sentido: “Rescato su fortaleza, que es algo que le vino de la fe de su encuentro con Dios, porque en su opción por los últimos, por descubrir en el pobre, en el enfermo la presencia de Jesús, esa opción tan fuerte, habitual y concreta la vivió en medio de cruces muy fuertes que tuvo que llevar”.Por último, para el religioso también con una prolífica vida de caridad, “la partida de Ivonne es motivo de agradecimiento, más allá del lógico dolor que implica toda partida, es un motivo de gran agradecimiento y ella quedará en la historia de nuestra provincia como un testimonio y un ejemplo a seguir, una presencia que nos estará diciendo una y otra vez que no dejemos de vivir profundamente la fe y que no sea una fe teórica o emotiva, sino real y concreta que lleve a compromisos reales y concretos como ellas los vivió en servicio de todos, particularmente de los más pobres, débiles y sufrientes. Esa es la imagen que tengo y en esa opción estuvo siempre su defensa por los Derechos Humanos”. "Muy comprometida"“Ivonne tuvo siempre su compromiso por los derechos humanos, una consecuencia de su fe, de descubrir en el otro algo sagrado, una presencia de Dios en todo ser humano que la llevó a un fuerte compromiso de Defensa de los Derechos Humanos, lo cual también motivó en su momento esa persecución con su comunidad”. El sacerdote Barros fue galardonado con la distinción Ivonne Pierron. Actualmente está encargado de la parroquia Sagrada Familia de la capital provincial. Además, es responsable de los hogares Padre Carlos Mugica, San José Obrero y María Madre de los Pobres e impulsó junto a fundaciones y diócesis de Posadas el Hogar Papa Francisco que alojará exclusivamente a víctimas de violencia de género. Después de la entrega de ese premio empezó entre ellos una relación más cercana. Se habían cruzado en algunas oportunidades pero la relación más cercana surgió a partir de la entrega de ese premio. “Para ser honesto esas distinciones me incomodan pero uno las asume porque también sabe que en esas distinciones se honra un poco a la gente con la cual uno va trabajando porque nunca las tomo a título personal porque uno sabe de sus límites e imperfecciones y siempre las tomo en definitiva como un reconocimiento a tantísima gente que anónimamente se compromete por un mundo mejor”. En ese contexto se dio un encuentro mayor y más habitual, después también compartieron una obra de teatro que se hizo con el argumento de su vida que se estrenó en el Montoya hace unos tres años. Alberto Barros contó que la admiraba desde siempre pero que al haber coincidido en la misma ciudad solía ir a visitarla para hacerle compañía y estar atento a lo que pudiera necesitar. Por otra parte destacó, en todo momento las acciones de Matilde, su cuidadora, como una persona que le hizo mucho bien a Ivonne.
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