Señora Directora: Allá lejos, muy lejos de los pueblos y de las ciudades, en lugares alejados de la urbanización y de los servicios públicos, de los adelantos de la tecnología, donde faltan muchísimas cosas y hay poco, casi nada para subsistir. Allí viven algunos conciudadanos que deben conformarse con lo que tienen, con lo que hay a su alrededor; su movilidad es el caballo si viven en las serranías o el burro si su casita precaria está metida en una geografía montañosa y los recorridos llevan uno o más días.¿Dónde? Esto podemos constatar en varias provincias, cuya topografía agreste y desolada en algunas zonas, donde nunca llamó la atención de quienes tenían la responsabilidad de asistirlos, de “darles la mano solidaria” que es una obligación ciudadana y sin embargo poco les importó conocer esa triste realidad, quizás, por su ego, su afán por escalar posiciones en la sociedad o simplemente un “qué se le va a hacer”.Ellos, esos personajes anónimos y que no son tomados en cuenta, pero que integran esa cifra que aparece en las estadísticas y registros referidos a la “población argentina”, Sí, el número –diríamos- exacto de todos los que habitamos estas tierras bendecidas, pero no apreciadas en su real magnitud por muchísimas personas que, sí tienen el atrevimiento de protestar, de entorpecer el tránsito, de perjudicar a quienes desean desarrollar sus tareas, de obedecer órdenes de quienes se ocultan en las sombras, vaya a saber en qué lugar, pero cuyas oscuras intenciones no hacen bien al país, tampoco a “ellos”, que tal vez ni se imaginan lo que sucede a grandes distancias de su precaria y solitaria vivienda.Sin embargo, hay algo destacable y que sobresale en “ellos” que es la humildad, la sencillez y el recibimiento de todo aquel que se acerca a conocerlos, aunque vayan con las manos vacías, porque les nace la actitud solidaria sin nada a cambio.Ellos se merecen un poco más, ser tenidos en cuenta, porque en definitiva son hermanos nuestros, sin distinción de raza ni de credo, hasta muchas veces “mejores personas que nosotros”.Por suerte no se enteran o no les preocupa lo que sucede en los grandes centros urbanos, donde los despreciables, egoístas y delincuentes de guantes blancos, arremeten contra las cosas públicas especialmente y todavía buscan de ser mediáticos divulgando expresiones absurdas y mendaces que sólo sirven para confundir a los que poco o nada saben de sus acciones.
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