Para bien o para mal, la imaginación popular no se toma vacaciones; es más: se renueva constantemente, se actualiza y adquiere nuevas formas. ¿Quién podría pensar que "avivadas criollas" que sacaron patente de invención hace tanto tiempo, estén hoy tan vigentes?Si se examina entre los casos policiales ocurridos últimamente en Misiones (principalmente en Posadas), se podrá encontrar numerosos hechos de robo en los cuales los delincuentes utilizaron tácticas engañosas, valiéndose del descuido o del exceso de confianza de sus víctimas.En la jerga policial, la modalidad delictiva de robo para cuyo cometido la clave es parecer lo que no se es y sin ejercer violencia de ninguna índole, recibe el nombre de "cuento del tío". Más allá de esta recurrente denominación, quienes ejercen este tipo de actividad son individuos entrenados en una suerte de psicología callejera. Su agudo "olfato" los hace capaces de dar con las personas más incautas y tomar contacto con ellas en el momento justo, para apoderarse de sus pertenencias (generalmente dinero). Se convierten en actores capaces de convencer desde el mismo momento en que se los deja hablar.Cómo operanGeneralmente este tipo de delincuentes detectan a sus futuras víctimas mediante previa tarea de inteligencia. Para ello se mezclan entre la multitud, en las proximidades de los cajeros automáticos, en el interior de los bancos u otros lugares similares. Luego realizan un sigiloso seguimiento, desplegando a partir de allí su estrategia. Hay que tener en cuenta que estos ladrones tienen tiempo de sobra para asegurarse del éxito de su misión. Y lo que es más importante, generalmente actúan en complicidad con otros, Mientras uno distrae, el otro actúa.¿Por qué?¿Cuáles son los factores que contribuyen al éxito de estos ladrones avivados? Los especialistas, entrenados en el tema de la seguridad, creen que son varios. Algunos sostienen que la preocupación de las personas por la actual crisis hace que se viva constantemente en una suerte de ensimismamiento. Entonces, en ese estado, pueden caer fácilmente presas del engaño. Otros atribuyen a la excesiva confianza de la gente y a la falta de una toma de conciencia de la real dimensión del problema de la inseguridad que afecta a todo el país. Están también quienes conceden que las necesidades de las personas las llevan a aceptar ingenuamente las "oportunidades" que se les presentan, sin medir sus consecuencias. Ahora bien, ¿es posible vivir en un estado de permanente desconfianza? Quizás no, pero indudablemente los casos cotidianos obligan a actuar con un poco más de cuidado en cuanto a la seguridad de cada uno.Levantador de pedidosVale como ejemplo un hecho ocurrido días atrás en la chacra 225, barrio La Rotonda de Posadas. La víctima, una mujer dueña de una pequeña despensa. El hombre, de unos 30 años, se presentó como "levantador de pedidos" de un conocido mercado mayorista de la calle Japón casi Uruguay. El desconocido expuso una tentadora oferta de precios que enseguida despertó interés en la comerciante. "Voy a hacerle un pedido por 150 pesos", dijo la mujer, pensando quizás que estaba próxima a un buen negocio. "Bueno, le hago la factura, usted me entrega 50 pesos y el resto cuando retira la mercadería", respondió el interlocutor.Una vez cerrado el trato, Ia despensera le pidió a su yerno que acompañara al vendedor hasta el mercado mayorista, ubicado a pocas cuadras, para retirar el pedido.Un rato después, éstos llegaron caminando hasta el local de ventas. Eran las 9 de la mañana. "Esperáme acá, yo voy a prepararte el pedido y enseguida vuelvo", le dijo el supuesto vendedor al otro, y luego ingresó por una puerta al sector del depósito. El joven que debía retirar la mercadería aguardó varios minutos que se transformaron en horas. Recién se percató del engaño cuando los empleados del mercado estaban por cerrar para ir a almorzar. "Estoy esperando que me entreguen la mercadería que mi suegra le encargó a un vendedor", dijo el muchacho a los responsables, mientras les extendía una factura. Le respondieron que no existía tal vendedor.Casos para coleccionarExisten numerosas variantes, muchas farsas desplegadas por los delincuentes, sobre las cuales conviene alertar:Caso A: la situación se da entre las góndolas de un supermercado. Una mujer con un bebé en brazos procura alcanzar una lata en lo alto, que está fuera de su alcance. Entonces le pide a otra que pasa por el lugar con una cartera colgada al hombro. Esta accede y luego de entregarle el producto, intercambia un breve diálogo con la otra. Luego de hacer su compra, la mujer ,de la cartera se dirige a la caja para abonar. Allí se da cuenta de que la cartera ha sido abierta y que no está su billetera donde tenía el dinero y sus documentos.Caso B: El lugar, un sitio cercano a un banco. Un jubilado acaba de percibir sus haberes. Camina apresurado dispuesto a cruzar la calzada, pero antes ve a un individuo en cuclillas, con un fajo de billetes en sus manos. El desconocido lo mira y le dice que acaba de encontrar dinero en la vía pública. Lo invita a compartir, pero para evitar ser descubiertos por el que lo perdió, lo persuade de ir a un lugar "más tranquilo". Al mismo tiempo, le pide guardar los billetes junto al dinero que cobró. Luego le dice que lo espere, que enseguida regresa. El jubilado aguarda, pero como la ausencia se hace prolongada, decide contar el dinero. En ese instante se percata de que en realidad el fajo contiene dos billetes reales en las caras superiores, y en el interior está relleno de recortes de diarios (a esto se lo conoce como "tocomocho"). Lo que no está es eldinero de su jubilación.Caso C: El hecho ocurre en una vivienda de una familia de buen pasar. Es media mañana de un día laborable. La dueña de casa, deja momentáneamente sus quehaceres para salir a atender cuando tocan el timbre del portón. Se encuentra con dos hombres con ropas de trabajo y herramientas., Llevan en sus prendas la inscripción de una empresa de servicios (puede ser Emsa o Samsa). Los supuestos operarios le dicen que deben verificar una falla. Después de unos minutos de revisar en la parte de afuera, piden autorización a la dueña de casa para ingresar. A la mujer nada le hace pensar que no sean más que dos trabajadores. Los acompaña hasta una habitación y les dice que trabajen tranquilos, mientras ella atiende la cocina.Al cabo de algunos minutos los desconocidos se retiran y reciben las gracias del ama de casa. Recién horas más tarde, la mujer se da cuenta de lo ocurrido: han desaparecido sus ahorros y las alhajas que había guardado en un cajón. Demasiado tarde.Caso D: Un automovilista acaba de poner en marcha su vehículo estacionado en la zona céntrica. Cuando está por salir siente un ruido en el capó. Desciende a verificar y en ese momento, apare
ce una persona que finge preocuparse por el problema, pero lo distrae por algunos minutos.Después de comprobar que está todo en orden, el dueño del auto decide marcharse. En ese momento se da cuenta de que el maletín que había dejado en el asiento del acompañante no está. Tampoco está su ocasional interlocutor.





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