La dictadura vigente en Nicaragua en 1934 asesinaba a traición el 21 de febrero a los generales Augusto César Sandino, Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor, quienes habían iniciado una revolución contra la ocupación estadounidense en su país.
Nicaragua estaba envuelta en una guerra civil entre bandos locales para ocupar el poder. Estados Unidos llevó hombres para proteger a su gobierno “títere” y Augusto Sandino dio un giro a la lucha para que se pasara a combatir a los invasores y defender a la patria de la intervención externa.
Como los estadounidenses no lo podían derrotar, formaron la Guardia Nacional nicaragüense para enfrentarlo con sus propios compatriotas. Los marines se retiraron, pero Anastasio Somoza mandó asesinar a los “rebeldes”.
Ese mismo día, pero 31 años más tarde, en 1965, era asesinado en Nueva York el activista afroamericano estadounidense Malcolm X, un defensor radical de los intereses y valores de los afroamericanos en ese país.
Acusó duramente a la sociedad blanca norteamericana de los crímenes cometidos contra los negros desde los días de la esclavitud. Su postura combativa fue muy criticada por considerarla motivadora del odio, el racismo (contra los blancos) y la violencia.
De hecho, Malcom X no dudó en apoyar la “Ley del talión” o la del “ojo por ojo” para vengar los abusos contra sus “hermanos”.
Fue asesinado durante un mitín de la Organización de la Unidad Afro-americana.
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