Si entendemos el juego como compartir uno a uno o en grupo, tener vivencias que permitan intercambiar y disfrutar, es cierto: los niños están cada vez menos con otros niños. En la actualidad ellos intercambian más con adultos, cuidadores, padres y abuelos. Las posibilidades de pares, amigos cercanos y vecinos cada vez están más reducida e inexistente. Los niños comentan que juegan con otros niños en el recreo durante la etapa escolar, y en vacaciones en las academias, talleres, unos cuantos minutos.Los niños invierten la mayor cantidad de su tiempo libre en tareas, recuperaciones, academias y tecnología.¿Cómo afecta esto a los niños?Esta si es una realidad que preocupa, porque los niños conocen y experimentan el mundo que los rodea a través del juego y del intercambio con sus pares.El juego, planteado de este modo, permite que la mente, el cuerpo y la interacción entren en una dinámica que activa muchas destrezas y habilidades además de la socialización. Jugar implica investigar, crear, conocer, divertirse, descubrir, además les da a los niños oportunidades para desarrollarse física, emocional, intelectual y socialmente. A través del juego compartido el niño exterioriza sus alegrías, miedos, angustias, a la vez que va aprendiendo a controlar sus emociones y sentimientos; contribuyen sustancialmente en la construcción de su seguridad personal. A nivel afectivo, el juego permite experimentar con diversas emociones, que lo irán sensibilizando para situaciones de la vida real donde sus niveles de tolerancia estarán a prueba, a la vez que lo van preparando socialmente para ajustarse a los límites y las reglas que el medio ofrece. El juego compartido desarrolla de modo importante la creatividad y la inteligencia a partir de cualquier objeto o situación donde la imaginación lo permite todo.¿Qué debemos hacer los padres frente a esta situación?• Entender que el juego es importante para el niño y corresponde a una etapa de desarrollo que debe preservarse.• Para que el niño juegue hay que darle facilidades, propiciando los espacios de tiempo y fomentando el intercambio con otros niños.• Poner al alcance diversos juegos de mesa, juguetes adecuados a cada edad, materiales gráficos y reciclados, otros juegos, o simplemente dejar que el niño se las ingenie con los materiales a su alcance.• Limitar el uso de la tecnología como única alternativa para que el niño ocupe su tiempo, que si bien trae cosas buenas, tiende a invadir los tiempos del niño lo cual genera otra problemática.• Remplazar el juego online con otros niños, por el juego presencial.• Jugar con los hijos, una alternativa sumamente importante, ponernos a su nivel, intercambiar, dar un espacio afectivo más allá del juego, ponernos como modelo, lo cual además, lo ayuda y prepara para el juego con sus pares.• Considerar actividades de juego al aire libre con otros niños, más aún ahora en vacaciones y el clima lo facilita.• Considerar que el tiempo de vacaciones no debe estar saturado de academias ni cursos.Para que el niño juegue, debe tener espacio – tiempo, libertad, imaginación. Los juegos se le tienen que ocurrir y luego fluir.Escribe María Julia CárdenasPsicóloga con especialidad en Psicología Educacional





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