De ese misterio inabarcable que es la muerte, nadie sabe absolutamente nada. No obstante, en casos como estos, bien puede quedar representado el dolor y miedo de la víctima. Desesperado, Javier Segovia (18) corrió varios metros en busca de auxilio hasta lo de un tío. No lo sabía, pero esa lesión que había recibido en una pierna iba a costarle la vida. Quizás lo presentía. Ni siquiera esa sensación pudo salvarlo.Segovia había dejado un largo rastro de sangre sobre la tierra húmeda de aquella madrugada del sábado 8 de septiembre de 2012. Eso permitió a los detectives saber dónde había ocurrido el hecho. El resto lo aportaron los testigos: Juan Aníbal Ansson (25) fue detenido en la mañana de ese mismo día.Días atrás, el acusado finalmente confesó el crimen y firmó un juicio abreviado por el que aceptó una condena de diez años de prisión ante el Tribunal Penal 1 de Posadas, según pudo confirmar PRIMERA?EDICIÓN. La crónica policial afirma que el hecho tuvo lugar durante los primeros minutos de aquel sábado en un kiosco de Colonia Santo Domingo Sabio, un paraje emplazado a aproximadamente 30 kilómetros del casco urbano de San Ignacio, sobre la ruta nacional 12.En ese lugar el destino quiso que Segovia, un jornalero domiciliado en la zona, y Ansson coincidieran. Nunca se supo por completo el trasfondo, pero lo cierto es que se inició una acalorada discusión que no tardó en pasar de lo verbal a lo material.Fue entonces que, según el expediente, el imputado tomó un machete y atacó a la víctima. Segovia recibió un corte de proporciones en el muslo izquierdo. Desesperado y aunque se desangraba, corrió varios metros hasta la vivienda de un tío, donde buscó ayuda. Ese familiar lo trasladó de urgencia al Hospital de San Ignacio. Segovia no lo sabía, pero el filo del arma blanca le había provocado daños irreversibles en la arteria femoral. El final ya estaba escrito.En ese centro asistencial los médicos confirmaron la gravedad de la lesión y ordenaron una derivación urgente hacia el Hospital Escuela de Agudos Ramón Madariaga. Sin embargo, en pleno camino, Segovia dejó de existir.Efectivos de las comisarías de la zona montaron un intenso operativo en busca de Ansson. Ese trabajo dio sus frutos alrededor de las 11.45 del mismo día. El procedimiento también permitió incautar el presunto arma homicida.Desde entonces, el acusado permaneció tras las rejas. Debía llegar a juicio oral y público en los próximos días, pero finalmente confesó el hecho ante la fiscalía del Tribunal Penal 1, a cargo de la doctora Liliana Mabel Picazo, y aceptó la vía del juicio abreviado, por la que terminó sentenciado a diez años de prisión.





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