Sin haber nacido en nuestro país (lo hizo en Sabadell, España), este sacerdote jesuita sí que hizo historia en Misiones con trascendencia nacional. Cuando la clase política sola no podía enfrentarse a una reforma constitucional que buscaba aprobar el kirchnerismo y la renovación local para imponer la reelección indefinida de gobernador y vice en la provincia, apareció el entonces obispo iguazuense como primer candidato a convencional del Frente Unidos por la Dignidad (FUD) que ganó rotundamente las elecciones impidiendo que se concrete ese paso. Así, también cayeron reformas similares en Buenos Aires o Jujuy por poner algunos ejemplos.Luego, conformó una Mesa Provincial contra las Represas que tanta lucha llevó adelante contra proyectos de mega represas como Garabí-Panambí, el regreso de Corpus, entre otros.Pero Monseñor Piña tenía lo que ningún otro obispo en Misiones ha podido siquiera igualar: una lucha abierta por los que menos tienen, por las injusticias, contra la corrupción con un tono crítico hacia los gobiernos que no hacían nada por revertir la situación social de los pobres de su diócesis.Tras tanta historia marcada en la tierra colorada, se jubiló bajo la presión del poder político que no le perdonó su osadía y se refugió en una pequeña oficina en la parroquia Itatí de Posadas, donde escribió libros y fue el refugio moral de miles de misioneros. Al aproximarse el día de la independencia, hay que reivindicar la figura de Piña, su tarea y su defensa por los valores democráticos misioneros y argentinos.
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