Señora Directora: Esta nota fue redactada en mayo de 2011 en memoria de Juan Marcelo Quirelli y describe la situación de entonces del Partido Justicialista misionero, la que a hoy, junio de 2016, sigue igual.“Fuimos adversarios en las internas del PJ en los 70 y en los 80, nunca enemigos, porque en la universidad de la calle siempre mantuvimos diálogo civilizado. Es decir, nos respetábamos. “En el recodo de nuestras vidas el Congreso Partidario de agosto de 2010 nos designan, a él Presidente y a mí Secretario, como miembros del Tribunal de Disciplina. Desde ese momento, con el acompañamiento del compañero Álvaro Lafuente, vocal, analizamos que nuestra principal tarea residiría en tratar de hacer comprender la necesidad de reabrir el Partido a todos sus afiliados mediante una amnistía general y, en compulsa interna, se eligiera el 27 de marzo de 2011 a las autoridades partidarias como dispusiera el Congreso. De esa manera, se daba por terminado, a nuestro entender, con el irregular estado en que se encuentra inmerso. “Sostenía que el mayor atentado que se podía cometer contra la democracia partidaria era soslayar el llamado a las elecciones y que los cargos electivos fuesen designados nominalmente en acuerdo de cúpulas, discriminando de ese modo a los afiliados que pretendían ser elegidos legítimamente. “Como el llamado a las internas se dilataba y ya entrado en sospecha que nunca se realizaría, manifestaba a quien quisiera escucharlo que la única solución era la intervención del Partido y que el interventor cumpliera con el mandato del Congreso. Fue su despedida del Tribunal, pues el Congreso de febrero de 2011 lo remplazó por otro afiliado como lo hicieran también con el Dr. Lafuente, en gambito favorable a los miembros del Consejo provincial. “De igual forma nos mantuvimos en contacto con regular frecuencia y en la última visita que le hiciera en su domicilio particular, antes de irse a Buenos Aires y emprender su viaje final, me manifestó su amargura por no haber visto concretado la unidad del PJ, cuya causa atribuía al no llamado a las elecciones internas. “’Tengo una espina clavada’, decía. Por eso, en recuerdo a su memoria y en homenaje a su trayectoria como figura señera del Peronismo misionero, con este documento pretendo contribuir a extraerle (esa espina). Documento que, si viviera, acompañaría con su firma”.





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