Lucía Erubidarte tiene 32 años y asegura sentirse “acorralada y atemorizada”. Realizó trece denuncias contra su exmarido desde que se separó en octubre de 2013. De poco sirvieron para aliviar su drama, al contrario, las amenazas, persecuciones y agresiones físicas aumentaron al punto máximo de que su expareja arrojara brea hirviendo y gasoil en la puerta y ventanas de su hogar, donde dormía con uno de sus hijos.Asegura que salvó su hogar y a su familia, durante la madrugada del viernes 20 de mayo, “porque no duermo tranquila hace más de tres años, y apenas escuché ruidos corrí a intentar que la brea no prenda fuego la puerta y la ventana”. El ataque lo habría realizado su exesposo, empleado municipal de 35 años, detenido desde el martes por orden del juez de Instrucción de turno, Fernando Verón.“Tanto amenaza, que hasta que no logre matarme no va a parar. No le alcanza con mentirle a los chicos, decirle que soy una prostituta, que llevo tipos a mi casa, cualquier cosa intenta meterle en la cabeza”, relató Lucía a PRIMERA EDICIÓN, con firmeza en cada respuesta y comentario, pero temerosa, con movimientos de constante temor y sigilo.“Vive a cuatro cuadras de mi casa, y me sigue a cada paso, se esconde en un terreno enfrente y los vecinos lo ven mangueando todo lo que haga. Ya rompió a piedrazos tres veces los vidrios de mi vivienda, y queda loco hasta con los autos que están en el taller de al lado. Provocó daños en la propiedad del mecánico que me insistió para que lo denuncie y que lo detengan, pero no sirvió de nada, trece denuncias realicé y recién ahora, que casi me mata, lo detuvieron”.Vivir con miedo desespera a Lucía: “No me quiero acostumbrar a estar aterrada todo el día, no tiene sentido que el tipo venga y rompa todo lo que me costó construir. Actúa con maldad y violencia para que yo vuelva con él, que no salga a trabajar, que no haga nada”.“Me exige que rechace la tenencia de los chicos, tienen siete y trece años, son mis hijos. Me dice: ‘Dame los niños y yo no te jodo más, y vas a seguir metiendo tipos en tu casa’. Y eso no es cierto, yo pedí que se hagan todos los informes socioambientales, que pregunten a mis vecinos, vivo en una casa dividida en tres partes, una para mi hermana en el fondo y mi hermano en el segundo piso construyó su departamento. Todos trabajamos, la peleamos día a día, soy enfermera y cuando estoy en mi casa me la paso cosiendo ropa”.“No tiene límites”Para Lucía, su expareja “está dispuesto a todo”: “No tiene límites, a los chicos los está maltratando psicológicamente, le prohibió a mi hija que siga yendo a la Escuela de Música, está en segundo año y no quiere que siga yendo a estudiar. Ahora espero que se cumpla la orden de la jueza Julia Alegre y mi hija vuelva a mi casa y pueda retomar los estudios con tranquilidad”.Los impedimentos y maltrato a los menores se profundizaron durante los últimos días, pero a la par habría aumentado el ataque a la vivienda de la madre: “El no respetó la restricción de acercarse a mí. Desde noviembre de 2013 rige la medida, y no la cumple. Desde abril, viene grita en la puerta, amenaza, tira piedras, llama por teléfono y me asegura que hay que matarlo a él para que pare el acoso, que no le importa la policía o el juez que ordene cualquier cosa”. “Todos los mensajes y grabaciones ya los llevé a la Justicia y me dieron un botón antipánico que no creo que me sirva para nada si quema mi casa y yo no me despierto a tiempo”.Régimen de alimentos“Hasta diciembre del año pasado cumplió con los dos mil pesos del régimen de alimentos, ese dinero apenas me servía para que los chicos se vistan. Yo trabajo y hago todo lo posible para que no les falte nada, y tampoco cuando dejó de cumplir con la obligación, los chicos se enteraron, me callé para evitar más problemas”, amplió su padecimiento Erubidarte.“Sólo espero que la asistencia psicológica para mis hijos se cumpla, ya nos adelantaron desde la Justicia de Familia que está a disposición, pero la nena todavía no me restituyeron, la policía fue a la casa del padre a buscarla y la familia se opuso si no le presentaban una orden judicial”. “Mi hija es una criatura y creen que es un trofeo, le están haciendo daño, recién cuando le pase algo feo se van a dar cuenta y me la van a devolver, no es justo, es mi hija. El padre se ensaña conmigo y la perjudica a ella, por ejemplo, impidiéndole lo que más le gusta, hacer música, tocar el piano, cantar, es lo único que la alivia del estrés que arrastra desde que nació”.Acecha a cada instanteLaura Erubidarte puede ser un caso testigo más de las miles de mujeres acorraladas por la violencia que manifiestan sus parejas. Durante 2015, al menos 286 femicidios fueron registrados por diversas organizaciones no gubernamentales. Esta enfermera lucha como puede para no ingresar a esa lista: “Todos los días leo o veo las noticias, y siento que la próxima muerta voy a ser yo. Los pocos pesos que gano trabajando se me van arreglando las rejas y vidrios que él rompe. Espero que ahora cuando salga de prisión no venga loco a atacarme, que primero lo atiendan psiquiátricamente, porque ahora durante seis meses tiene prohibido acercarse a nosotros, ya no sólo a mí, a los tres”.
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