Hace poco celebramos el Día del Trabajador con festejos en algunos lugares, marchas y protestas en otros. Este festejo en un año en medio de la fuerte crisis económica y desocupación que estamos atravesando nos llama a la reflexión. Necesitamos discernir sobre nuestra realidad de país y re significar la vocación de ser trabajadores, aportando y colaborando.Hablar del trabajo es un tema apasionante, pero a su vez complejo. Es que vivimos en una sociedad donde el trabajo aparece como una mercancía que está sujeta a la oferta y demanda, dejando a la suerte del mercado a centenares de personas capaces de aportar con su trabajo y esfuerzo, los dones y talentos que Dios les ha dado. Obviamente es todo un desafío encontrar un trabajo donde uno puede dar lo mejor de sí. En primer lugar cuando pensamos en el trabajo es bueno reconocer el gran potencial que tenemos como nación, ya que esta bendecida con tantos recursos naturales, pero que requieren de trabajados que estén dispuestos a dar lo mejor de sí. Frente a la dura crisis económica y la abultada desocupación que golpea a nuestra Nación es primordial un esfuerzo colectivo desde el Estado, de las empresas y de cada uno de nosotros para que seamos verdaderos protagonistas de nuestra Nación desde el esfuerzo sincero y aporte creativo que podemos hacer con nuestro trabajo. Esto es lo que favorece el engrandecimiento de una nación y no ubicarse detrás de un escritorio sin aportar ni producir.Necesitamos generar una cultura de trabajo seria que supere y termine con el exceso de aspiración de una vida fácil que traen ganancias abultadas con el menor esfuerzo, ya que sólo se busca poder ubicarse en puesto cómodo y que aseguren el pago a fin de mes. Que podamos tomar consciencia y valorar el aporte y el servicio que representa cada uno, al cabo de un mes de trabajo y esfuerzo que ofrece para el bien de todos. La calidad de nuestro trabajo depende en gran medida de la seriedad de nuestra educación. Cuando más se profundiza la crisis y la desocupación mayor debe ser la inversión en una educación seria y comprometida, donde desde pequeño nuestros niños se apropien del valor del trabajo y el esfuerzo. Ojalá que a pesar del deseo de dar lo mejor para los hijos también les inculquemos el valor del trabajo y la colaboración proactiva. Frente a una sociedad moderna, donde todo viene prefabricado, ojala que haya lugar para la creatividad y el aprendizaje de nuestros niños y jóvenes para que aprendan a ganarse la vida y no solamente pasarla bien, apoyándose en el esfuerzo de los padres. Este tiempo de crisis también nos llama a una gran solidaridad, es decir trabajar en favor del bien común. Que no nos conformemos por el bienestar propio y de la familia o de un círculo de amigos y familiares, sino que podamos mirar hacia una comunidad que requiere de un esfuerzo colectivo. Aspirar por una ganancia de todos y no solo la mía. Una generosidad que nos ayuda a superar el egoísmo, compartiendo y solidarizando con nuestros hermanos. Nos invita a replantear el destino de nuestros “bienes”, que no sean únicamente para abultar el número en las cuentas bancarias, sino que esté al servicio de la comunidad. Es decir, compartir, generar vida, empleo, oportunidades y no esclavizar cada vez más.El Día del Trabajador no sólo es un día de festejos, sino que es un compromiso para vivir con pasión, amor y entrega en nuestro esfuerzo sincero cada día. Es encontrar la razón de ser de nuestra vida, siendo un aporte positivo para mis hermanos, lejos de ser un explotador fino detrás de trajes elegantes. Trabajar es hacer honor al regalo de la vida. Feliz día para todos los que trabajan de verdad, aportando al bien común, con los dones tan hermosos que Dios nos ha regalado.
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