El sábado pasado tuvimos la bendición de compartir una jornada solidaria con los niños y jóvenes de la ciudad en el marco de la XVII Bicicleteada Solidaria, actividad que con la colaboración de cientos de personas, que no escatiman esfuerzo, se organiza desde el Colegio Roque González. A decir verdad, sorprende la respuesta de nuestros jóvenes/niños y realmente considero que vale la pena reflexionar sobre la necesidad de recuperar y revalorizar tantos signos positivos que tiene nuestra sociedad, especialmente nuestra juventud en estos tiempos difíciles que vivimos. La primera preocupación cuando se piensa en una actividad solidaria, en la que se solicita la colaboración y generosidad de todos, es la crisis económica de la cual nadie escapa. La respuesta de la comunidad nos demuestra que cuando más las cosas nos cuestan y faltan, mayor es la generosidad. Sin duda, este es un signo muy valioso y que debemos rescatar y destacarlo, en medio de tantas noticias negativas que abundan en nuestros periódicos. Aunque no siempre nos resulta fácil motivar a los jóvenes, cuando se trata de compartir con los más necesitados, cuando existe una causa justa y valedera, nuestra juventud tiene una gran sensibilidad y son capaces de hacer grandes sacrificios. Es por ello que como sociedad debemos rescatar este gran potencial que tienen nuestros niños/ jóvenes y demostrarles la verdadera necesidad de nuestra comunidad para que crezcan en esta sensibilidad social, donde la solidaridad no sea un hecho aislado, sino una actitud de vida. Así serán verdaderos agentes de cambio en una sociedad donde abundan signos de egoísmo e individualismo.Son pocos los espacios que hoy tiene la sociedad para compartir entre padres, hijos adolescentes, jóvenes y niños. Es virtuoso reconocer que nos ha hecho bastante mal, apartar a los niños porque molestan; a los padres porque no entienden; a los jóvenes porque tienen otro ritmo, etc. Como resultado de ello tenemos una gran cantidad de jóvenes expuestos a los excesos de las fiestas nocturnas, el alcohol, la droga… Niños que se le da cada vez más oportunidades de experimentar actividades que apresuran su crecimiento y arrebatan su inocencia para que estén entretenidos. Nos urge generar más espacios de encuentros donde la familia se integre y trabaje junta. Vivimos en una sociedad que nos condiciona constantemente a que todos apostemos a “llegar primero” a cualquier precio. Sin embargo, esta tendencia debemos cambiarla por la necesidad de caminar hacia una sociedad que avanza en clave de “llegar juntos”: el niño y el joven, el deportista de alto rendimiento y el que recién empieza, el más joven y el más anciano.Aunque son tantas las propuestas para aislarnos y apartarnos unos de los otros, vale la pena contrarrestarlas con testimonio de comunión que atiendan a la necesidad de aquel que es más débil y necesita de un mayor cuidado.Y esto es posible, porque una comunidad solidaria se logra con la educación permanente que se inicia en cada hogar, donde los niños desde pequeños aprenden a colaborar con los padres en las tareas y responsabilidades del hogar; en la escuela donde lejos de embarcarlos en la lucha por ser el abanderado y el mejor entre los demás, inculcarles la necesidad de esforzarse para aprender juntos y dar lo mejor de sí; en el ámbito de nuestras tareas profesionales, pensar en crecer juntos para el bien de todos, en lugar de enriquecerse a cualquier precio, dejando a miles de personas en la pobreza y en la miseria año tras año…Que sigamos apostando por una sociedad cada vez más sensible y comprometida con el bien común y las necesidades concretas de nuestros hermanos.
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