Nacida en Santa Ana, Olga Zamboni es una destacada escritora misionera, reconocida fronteras adentro y fuera de la provincia. Hace cuatro años que alberga, como resultado de su prolífica y audaz obra, el honor de ser designada Miembro Correspondiente de la Academia Argentina de Letras; Miembro de Honor por la Fundación Argentina para la Poesía. En el plano provincial recibió el Premio a la Identidad Cultural Misioneros.
“Es menester profundizar en todo: sentimientos, paisaje, hechos y filosofía de vida” le confesó a PRIMERA EDICIÓN, cuando fue convocada a compartir con los lectores sus vivencias, los porqués de su opción como poetisa, cuentista, recopiladora y, principalmente, docente.
Distendida, locuaz, desandó su camino de tantos años con las letras como nave transportadora de su fecunda imaginación y creatividad.
Hace muy poco, el reportero Adrián Abad fotografió a distintas personalidades del ambiente cultural misionero, con ellos personificando a alter egos, para el 18 aniversario del Centro Cultural Cidade. Olga eligió la estética beatnik, una outsider con campera de cuero. Afuera de la sala estaría su moto, la que la transporta día a día al infinito.
Con ustedes, Olga Zamboni, por Olga Zamboni.
“Nací, la mayor entre cinco hermanos, bajo los signos de Libra y Tigre, en Santa Ana, en una familia de trabajo y buenos ejemplos. Allí crecí, y de la mano de mi padre aprendí a leer y la pasión por la lectura. Mi niñez fue de contacto con la naturaleza: monte, arroyos, amplios cielos estrellados, flores del campo en nuestros juegos, algo de lo que doy gracias a Dios.
Escuela primaria: la Nº 11; adolescencia en el pueblo, bailes en el Santa Ana Tenis Club, carnavales, ilusiones y disfraces. Secundaria en Posadas. Maestra rural a los 18 años en medio del monte. Picadas entre yerbales y niños, arroyos crecidos, caminatas (ocho kilómetros desde el pueblo). Luego, la bicicleta; y más tarde el viejo fordcito que supe conducir, también por caminos embarrados. Alumnos japoneses, vecindad de aserraderos.
Esas fueron las primeras armas en mi vocación enseñante porque, sobre todas las cosas, soy docente. Desde esa primera escuela rural hasta colegios secundarios y cátedras en el Montoya y la UNaM. La vida me dio lo que quería, a partir de mi esfuerzo personal. Nunca he tenido “padrinos” o ayudas materiales. Sí el apoyo espiritual de gente que creyó en mí. Así en su momento pude seguir el Profesorado de Letras en Posadas y el postgrado en la UNaM, trabajando siempre. Becas en España, Perú y México. Busco la perfección inalcanzable.
Viajera por vocación, recorrí buena parte del mundo. Además (y esto es importante) soltera por libre elección. Lo cual en nada está contrapuesto al amor, en el que creo y al que mucho le he escrito.Coordiné en Posadas el primer taller literario de Misiones, con el que editamos dos volúmenes bajo el título de “Cocina de Taller”. Con este nombre difundo también un programa cultural por Radio Universidad, desde 1997″.
¿Cómo fue apareciendo la escritora y qué recomendás para ir mejorando?
Desde niña me gustó escribir, fui siempre buena alumna en Lengua, pero no pensaba ser escritora. Eso vino mucho después. Me animé a publicar mi primer libro de poemas, Latitudes, por el estímulo de un amigo, el escritor Federico Peltzer, que me hizo ver que valía la pena. La mejor manera de perfeccionarse en este arte es, en primer lugar, leer; leer mucho y bueno; en segundo, escribir y corregir, corregir mucho. Nunca se debe estar satisfecho. Hay que ir siempre más allá, buscar originalidad, abrir nuevos caminos, huir de la frase remanida, del lugar común, del pintoresquismo vacío, de la superficialidad. No hice cursos de escritura, sí los dicté creando el primer taller literario de Misiones y dando cursos en diversos puntos del país y el exterior (Paraguay y Brasil). No podría analizar mi evolución, eso lo deben hacer los lectores.
¿Qué temáticas te interesa abordar y por qué?
No hay temáticas prefijadas. Los temas se dan circunstancialmente pero responden a lo que uno es, a lo que se lleva adentro. De pronto aparecen y ¡ya está! A trabajar sobre ellos. Tal vez la palabra que englobe todos los temas sea la vida: amores, dolores, Dios, patria, utopías, trabajos, alegrías, vida cotidiana (y su contracara: la muerte, el gran enigma) siempre desde el entorno vivido. Nadie escapa a la impronta telúrica, pero está se elabora de acuerdo con lo que cada uno es. Es menester profundizar en todo: sentimientos, paisaje, hechos y filosofía de vida.
Aparece también la dramaturgia…
Tardíamente asumí la dramaturgia, es poca mi producción en el género: La Decisión, teatralización de un cuento, fue llevada a escena por Numy Silva, en Posadas, y en Resistencia por la actriz Nania Romero; Gervasio, por un grupo teatral de Aristóbulo del Valle. Se publicaron y representaron este año en Posadas obras cortas: Internegocios; Señas de Identidad y En la Calle. Actualmente estoy con ideas pero aun no he escrito nada más.
¿Cómo ves el movimiento de escritores misioneros?
Veo que actualmente se ha generado una “efervescencia literaria” en toda la provincia, optimizada por las revistas virtuales y la comunicación ídem, que permiten una vinculación más estrecha y frecuente entre los que escriben. Además están los Encuentros literarios en casi todas las ciudades del interior. Las generaciones jóvenes ven así un futuro abierto a sus inquietudes. Por supuesto que en cuanto a la calidad es natural que se den todos los niveles, pero el tiempo, la persistencia y el progreso de sus autores irá conformando y engrosando la literatura misionera.
¿Qué dificultades se presentan?
Creo que, más allá de la publicación, que en la mayoría de los casos corre por cuenta del autor -es mi caso- está en la difusión de sus obras. No existen distribuidoras y muchas veces nuestros libros vegetan por años en cajones. Otra cosa es que “NO” nos leemos los unos a los otros. Una prueba es que en las librerías los best sellers se venden, a pesar de ser caros, y en cambio nuestros libros permanecen por lo general inmóviles y hasta ocultos. Hace falta en general leer más a autores misioneros, conocerlos, interesarse cuando aparecen referencias suyas en los medios. No se puede amar ni gustar de lo que no se conoce.
¿Qué autores te influyeron?
La intensa lectura de mi infancia y adolescencia me nutrió, fue una base; historias de piratas, policiales, del lejano oeste, de amor. Novelas clásicas del siglo XIX. En lo específico y local, reconozco la influencia del genial poeta -poco reconocido en Misiones- Guillermo Kaul Grünwald, que además fue mi profesor de Latín, acerca del cual, en gratitud, pronuncié mi discurso al asumir como miembro en la Academia Argentina de Letras. Pablo Neruda y su ‘Residencia en la tierra’ fue libro de cabecera en épocas de estudiante. Las novelas de Camus, Mauriac, Sartre. Los clásicos grecolatinos, especialmente Horacio y Virgilio. Antonio Machado sigue estando “en mi cabecera”. Actualmente, la española Rosa Montero.
¿Para qué sirve escribir?
Creo que no sirve para nada más que satisfacción personal (cuando algo sale bien) y tensión y agitación (cuando no das con la clave). No podría dejar de hacerlo. Mi vida está unida a las letras, ellas son parte de mi vida, mis libros son casi personas amadas. De una u otra manera todos los días estoy en contacto con ellas, leyendo o escribiendo, aunque no sea literatura pero escribiendo. Es mi modo de vivir, es el agua del que está hecho mi mar en el que navego, como digo en un poema: El único mar, que volvería a elegir para mi nave.
Publicaciones
En el género poético Olga Zamboni ha publicado: Latitudes (l980); Poemas de las Islas y de Tierrafirme (Premio Secretaría de Cultura de la Nación, 1985-88); El Eterno Masculino (ilustraciones de Teresa Warenycia-1993); Mitóminas (Arandú 2004); Poemas del caos (2003). Orquídea en verso imagen, con fotografías de Rosita Escalada Salvo (2004). Integró la colección Summa Poética, La poesía en el siglo XXI, con 40 poetas argentinos, incluye un CD con sus voces.
En narrativa: Tintacuentos (1989, ilustraciones de Juan Carlos Soto); Veinte Cuentos en busca de un Paraguas (1997); Relatos sencillos (2005). En ediciones compartidas: Cinco mujeres cuentan; Doce cuentistas de Misiones; Diez cuentistas de la Mesopotamia; La otra realidad, Padre Río y Pertenencia (cuentos y relatos del Nordeste Argentino), con selección y prólogo de Mempo Giardinelli.
Como docente ha trabajado en la preparación de volúmenes destinados a la enseñanza: selección, prólogo, notas y propuestas de trabajo para la escuela secundaria en: A la Deriva y otros cuentos de Horacio Quiroga; Antología de cuentistas argentinos del Litoral; Los que comimos a Solís, de María Esther de Miguel; Un tren a Cartagena (novela) todos en Editorial Colihue. Y para la Editorial Universitaria de Misiones, en colaboración con Escalada Salvo: Mitos y leyendas (Un viaje por la Región guaraní), traducido al portugués y al inglés. Integró la Antología del Ministerio de Educación de la Nación Leer la Argentina-Volumen 3 y otras para uso docente.
Su cuento “Cuestión de Optica” fue premiado en un concurso de Radio Nederland, programa radial “Voces”, por el que luego visitó Amsterdam. En 1996 fue distinguida con el Libro de Oro de la SADE de Puerto Iguazú y, en años anteriores, como una de las Cien Mujeres en el premio “Alicia Moreau de Justo”. En 1997 recibió el Arandú Premio Consagración en Letras, otorgado por la Municipalidad de Posadas. En 1994 fue declarada Huésped de Honor de Iguazú, a instancias del Taller “La Araucaria”. En 2003 tuvo el honor de ser designada Miembro Correspondiente de la Academia Argentina de Letras. Y en 2004, Miembro de Honor por la Fundación Argentina para la Poesía. En este último año también el Premio a la Identidad Cultural Misioneros otorgado por el gobierno provincial.