Esta es una afirmación muy común entre nosotros, y deja muy claro que no voy, y que ni siquiera estoy pensando en cambiar mi modo de actuar. La pregunta que podríamos hacernos es: ¿Esta forma de actuar me permite relacionarme plenamente con las personas más importantes de mi vida, por ejemplo con mi familia, pareja, vecinos y compañeros de trabajo?Entonces si aparece algún espacio donde podamos mejorar nuestras relaciones más importantes, tenemos trabajo por hacer, Nosotros, “No, los otros”. Hay una frase que me gusta recordar cuando pienso que los demás deberían cambiar para que a mí me vaya mejor es: “Es más fácil calzarse unas zapatillas que querer alfombrar el mundo”.Volviendo a la frase con la que comenzamos la nota, tenemos la creencia de que somos de una manera, y que no la podemos cambiar, por ejemplo, tímidos, miedosos, enojones, etc. Esta creencia surge porque como desde que nacimos fuimos tomando algunas características, y que a medida que vamos viviendo, vamos aprendiendo de nuestras experiencias, entonces, ¿cómo seríamos si hubiéramos tenido unas experiencias distintas? Un ejemplo muy claro es el siguiente: imaginen que ponemos a un niño de cinco años en una familia donde se lo agrede física y verbalmente, donde se le dice constantemente que es un inútil y que no sirve para nada. Y por otro lado al mismo niño en una familia donde se lo trata con respeto y amor, donde se lo alienta a quererse a sí mismo y a los demás. ¿Creen que los dos niños desarrollarán la misma capacidad para relacionarse plenamente con sus seres queridos?Si queremos mejorar nuestras relaciones más importantes, podemos empezar por dos tareas fundamentales.La primera es preguntar, como cuando éramos niños, preguntábamos todo, y así fuimos aprendiendo del mundo, preguntando y experimentando!, acercarnos a las personas y preguntarles en que podría mejorar para que estemos mejor. Esto suele costarnos porque es una herida al “Ego” que erróneamente nos hace pensar que hacemos todo bien, pero como todo, con práctica se va diluyendo este fantasma.Y la segunda es ir conociéndonos y viendo de donde aprendimos estas formas de pensar y actuar, que seguramente en algún momento de nuestras vidas nos ha sido de gran utilidad, pero que ahora está interfiriendo en alguna relación que quiero mejorar.Con estas dos nuevas herramientas podremos ser más conscientes de qué acciones nuevas podemos emprender para estar mejor con nuestros seres queridos y disfrutar más de los momentos vividos con ellos.Colabora: Carlos E. SeewaldCoach Ontológico [email protected]





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