Un escándalo se desató en la ciudad de Salta cuando se hizo pública la noticia de que el cura franciscano Agustín Rosas, a cargo de la Iglesia de la Santa Cruz, había sido denunciado por otros religiosos por “lavado de dinero y presuntos vínculos con el narcotráfico”. La acusación fue dirigida al Vaticano. Y desde la Santa Sede enviaron a una comisión encabezada por el obispo emérito de Quilmes, Luis Stöckler, para que investigue a fondo el caso. Por el momento, Rosas y la hermana María, otra integrante de la parroquia, fueron separados de sus cargos mientras se averigua si el párroco puede justificar su patrimonio, según publicó el domingo el diario Perfil.Días después de haberse presentado la delegación en el norte, nadie salió a desmentir ni afirmar la versión, aunque el sacerdote Jorge Crespo, quien trabajó con Rosas durante más de dos años, destacó que al denunciado lo involucraron por una persona que estaría ligada al narcotráfico y hace donaciones “para limpiar su conciencia”. El ahora investigado fundó su Instituto Religioso Clerical Hermanos, discípulos de Jesús de San Juan Bautista y uno de los que ayudó, a principios del 86, fue precisamente Crespo, quien brindó detalles al citado diario.“Hay un problema económico que no se puede justificar. Se mencionó la palabra droga, pero eso no significa que el padre Rosas sea un drogadicto o que drogaba a la comunidad”, detalló. “Nosotros nos manejamos con donaciones y es la gente la que aporta dinero”, dijo el sacerdote. “El drama es que en estas donaciones entró plata que no se sabe de dónde sale y ahora el Padre deberá justificarla”.





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