GARUPÁ. El tiempo que emplea una unidad de transporte de media distancia para llegar a la capital de la provincia desde una localidad situada a cien kilómetros es el mismo que utiliza un colectivo urbano para cumplir el recorrido entre el barrio Ñu Porá y el centro de Posadas, donde la distancia que separa a ambos puntos es de apenas diez kilómetros. Más allá de la comparación, son los vecinos de este conglomerado, que crece en número de habitantes pero no en servicios, los que deben padecerlo diariamente. Es que en Ñu Porá no hay espacios para abonar las boletas ni para comprar un diario, menos aún pensar en un turno para el médico o laboratorio. “Seguimos con las mismas peripecias de siempre. No hay servicios, no hay proyectos, cuando los vecinos insistimos con las mejoras mínimas como los cordones cuneta. Cuando viene la máquina, cada tanto, arranca lo que nosotros hacemos con nuestro propio dinero para poder salir a la calle y nos deja un zanjón. Las calles están en pésimo estado. Esto es un barrial solo. Habría que poner tosca, ripio, pero dicen que no tienen dinero. En realidad dicen que estas calles figuran todas asfaltadas”, manifestó Teresa, una vecina que reside en la zona desde hace casi tres años, y no sale del asombro por la desidia puesta de manifiesto por el municipio de Garupá.Confió que un viaje en colectivo es de terror. “Deberían tener más frecuencias, son insuficientes. A eso hay que agregar la pérdida de tiempo de más de media hora que significa la estación de transferencia, a la que bauticé adefesio. No hay ningún tipo de coordinación en el servicio. La gente cuenta que antes apenas abordaba el ómnibus y en 20 minutos estaba en el centro. Siempre se viaja mal, pésimo, pero nunca vi a un concejal atropellándose entre la multitud que corre de acá para allá, desesperada, para poder abordar un micro”.No hay donde poner un pieSalir desde Ñu Porá es terrible, peor aún durante los fines de semana. “Si salgo por la Roth para tomar el 46, suponiendo que pueda llegar, porque son tres cuadras de puro barro, sin banquina ni vereda, sin espacio donde poner un pie, tardo una hora y media para llegar al centro. Es como llegar desde el interior de la provincia. Y a partir de allí, empezar a pensar la manera de regresar. Estamos luchando para que cambien el recorrido pero hacen oídos sordos, la empresa no se involucra, no nos escucha”, lamentó esta jubilada, al tiempo que agregó que quienes deben cumplir un horario laboral o mandar los chicos a la escuela “deben correr tres o cuatro kilómetros en el barro detrás del colectivo”.“Necesitamos que cuando levante pasajeros sobre la Roth la unidad salga a la avenida y nos lleve a la estación de transferencia. Pero eso no sucede. Cuando decide arrancar, vuelve hasta la calle Los Ceibos y realiza “una vuelta inmensa, a paso de tortuga para, recién ahí, volver a salir a la ruta”, comentó. Y contó que los vecinos habían logrado que el colectivo transitara por la calle Tierra Roja pero como con la primera lluvia, la unidad cayó dentro de una profunda zanja que cavó la Municipalidad, la empresa prestataria lo sacó automáticamente “argumentando que no podía estar rompiendo colectivos. Después salía por Los Claveles pero luego quedó sin efecto por el tema de las obras de la autopista”. En tono irónico dijo que “por lo visto aquí no necesitamos servicios. No tenemos urgencias. Nunca vi ingresar una ambulancia al barrio. Para todo, absolutamente, tenemos que ir al centro de Posadas. Esta zona crece nada mas que en población. Los vecinos se quejan, están sometidos, pero a su manera reclaman. Otros tienen un poco de miedo”, aseveró.





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