SAN VICENTE. El comedor comunitario Rayito de Luz funciona desde hace cinco años y medio en el barrio Unidos. Allí están anotados ciento cincuenta chicos, pero comen unos ochenta cada día. Sin la atención del Estado y la colaboración de comerciantes, las cocineras y vecinos de San Vicente, Fabián Bóveda atiende también la parte social. “A los chicos hay que darles atención social. Muchos están descuidados por sus padres y necesitan que el Estado esté presente. Nosotros hacemos lo que podemos”.Fabián Bóveda fue un chico de la calle en su niñez y siempre tuvo el sueño de tener un comedor para los pequeños. Hace cinco años y medio pudo cumplir con ese sueño y fundó el comedor Rayito de Luz en el barrio Unidos. Recibe el aporte de comerciantes y vecinos que lo acompañan en su obra. Se muestra muy emocionado cuando cuenta el trabajo que viene haciendo. Tiene un pequeño comedor en el centro de la ciudad, hace junto a su familia, hamburguesas y otros platos rápidos. Pero se da tiempo para llevar las mercaderías y atender el comedor comunitario.“Esto es algo que no se puede hacer solo. Yo soy sólo la cara visible de este comedor. Detrás mío hay comerciantes, empresarios y vecinos que confían y colaboran con mercadería para dar de comer a unos ochenta chicos todos los días de lunes a viernes. Pero también quiero agradecer a las cocineras que destinan cuatro horas por día para cocinar y atender a los niños”.Antes de las 10 de la mañana Eliza Batista y sus dos hijas, Fátima y Lorena Orestes, llegan con sus hijos al precario galpón frente al espacio verde del barrio Unidos y comienzan a preparar el menú del día. No es nada especial puede ser un guiso, un estofado o una polenta. Eso depende de lo que consigan de mercadería. A eso de las 11.30 comienzan a llegar los chicos que van a la tarde a la escuela, que son los que comen primero, y luego los que salen de la escuela comen en el segundo turno. Para muchos de los chicos que concurren al comedor es la única comida fuerte que ingieren en el día.Local precarioFabián Bóveda es una persona con mucha fe y asegura que “siempre va a haber algo para preparar para los chicos. Lo que me preocupa es que el local es muy precario y los días de lluvias no podemos dar de comer porque el techo tiene goteras y no se puede estar acá adentro. La Municipalidad me cedió una parte del espacio verde y estoy buscando conseguir aportes para hacer el comedor nuevo. Este terreno es mío y no quiero construir nada acá para que no hablen. Quiero que esto sea transparente y nadie saque ventajas con los chicos. Por eso vamos a esperar e invertir en el predio del comedor”.AtenciónEl hombre también contó que hay otras necesidades, que no es sólo comida. “Acá hay chicos con graves problemas familiares. El barrio es de gente muy humilde y muchos niños que vienen al comedor cuentan las cosas que pasan en sus casas y las condiciones precarias en las que viven. Algunas son económicas y otras de índole familiar y social. Desde el municipio no vienen a atender a la gente ni a los chicos que son los que más interesan y son los más vulnerables. También comenzamos a dar clases de apoyo con maestros y profesores los sábados a la tarde, porque notamos que hay muchos chicos con problemas de aprendizajes”. Bóveda pide que los que quieren colaborar con el comedor lo hagan a través suyo. “Hay gente que pide colaboración para el comedor, pero nunca llevan nada para los chicos. Si alguien quiere colaborar que lo haga a través mío. Algunas veces hacemos rifas para recaudar fondos”.




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