POSADAS. Dos años después, la investigación por el crimen y violación de la estudiante Lucía Isabel Maidana (24) sigue repleta de misterios, aunque con el único sospechoso aún en la mira de la Justicia. Se trata de Nicolás Sotelo (25), quien permanece sujeto a proceso aunque al menos hasta el momento sin elementos suficientes en su contra como para que responda en un juicio oral y público.Así lo explicaron las fuentes a PRIMERA EDICIÓN horas antes de que se cumpla un nuevo aniversario del feroz asesinato de la joven oriunda de Capioví, que fue encontrada sin vida cerca de las 21.45 del sábado 6 de abril de 2013 en el inquilinato donde vivía, sobre Estado de Israel 3495, en el barrio Villa Urquiza de Posadas.A cargo de la causa se encuentra el magistrado Marcelo Cardozo, titular del Juzgado de Instrucción 1 de la Primera Circunscripción Judicial, quien en estos dos años ordenó varias medidas que arrojaron resultados de interés para la causa. Sin embargo, las fuentes indicaron que esos elementos aún no son suficientes para una imputación formal sobre Sotelo.Como se sabe, el drama se desató aquella noche a metros del arroyo Vicario, cuando vecinos dieron aviso sobre un incendio en el departamento “2” del inquilinato. Los propios habitantes de la zona fueron quienes se toparon con el cuerpo sin vida de la joven en una habitación.Al otro día, la autopsia reveló que se había tratado de un crimen. La víctima recibió cinco violentos golpes en el cráneo -realizados con un martillo o un elemento similar- aunque la causa de la muerte fue por inhalación de monóxido de carbono. El examen forense también reveló que la joven había sido violada, cuestión que permitió rescatar rastros genéticos del abusador.No menor resultó el dato arrojado de las pruebas de luminol, que indicaron que el asesino intentó limpiar la sangre de la escena del crimen con un trapo de piso e incluso se bañó antes de iniciar un incendio para ocultar el hecho y escapar hacia el anonimato.La investigación encabezada por Cardozo y llevada adelante por efectivos de la Policía provincial arrojó resultados cuatro días después. El miércoles 10 de abril de 2013 fue detenido Sotelo -en ese entonces, de 23 años- un estudiante de Antropología que vivía en el mismo inquilinato que Lucía y su hermana, y que mantenía diferencias con ambas desde entonces.En la indagatoria, entre otras cosas, el muchacho no contó nada de aquella pelea. Además, su coartada no era del todo sólida, razón por la que finalmente quedó detenido.El cotejo genético entre los restos orgánicos encontrados en el cadáver y las pruebas realizadas a Sotelo jugaron finalmente a su favor. El viernes 3 de mayo el juez Cardozo ordenó la liberación del joven en razón de que las pericias de ADN entregaron resultados negativos. Desde entonces, la causa no volvió a tener detenidos.Sin embargo, las fuentes aclararon en las últimas horas que Sotelo sigue vinculado a la causa y que, si bien no hay elementos que permitan llevarlo a juicio por el crimen, no sería descabellado pensar en una acusación por participación primaria, por ejemplo.Al respecto, tiene peso el hallazgo de las llaves del departamento donde Lucía vivía junto a su hermana, a fines del año pasado. Un testigo se presentó ante la Justicia y contó que había visto a Sotelo arrojar un juego de llaves sobre el techo de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam, sobre calle Tucumán casi Colón.Peritos de la Saic y la Policía allanaron el lugar pero no encontraron nada. No estaban lejos. Es que pocas horas después profundizaron en aquella versión y encontraron las llaves, pero en el techo de una guardería emplazada frente a la casa de altos estudios.Eso fue lo último de valor en el expediente, más allá del confuso testimonio de una mujer que le aseguró a un remisero en pleno viaje que su pareja la había amenazado diciéndole que acabaría con ella “como había hecho con Lucía”. Cardozo no descartó la pista y llamó a ambos a testimonial, pero todo quedó en la nada y la línea lentamente perdió fuerza.Hoy, dos años después del crimen que enlutó a la sociedad misionera, el misterio continúa en relación al autor del hecho. Mientras tanto, las preguntas persiguen a la propia familia de la víctima y a los detectives que aún trabajan en la causa: ¿Sabe algo más Sotelo del hecho? ¿Fueron más de uno los asesinos? ¿Se sabrá alguna vez quién violó y mató a Lucía Maidana? Las “eternas” pericias a la notebookSiempre se mencionó como una clave que podría ayudar en la causa las pericias técnicas que se llevaban adelante alrededor de la notebook de Lucía, único elemento con el que escapó el autor del asesinato.Las fuentes le contaron a este diario que desde entonces la Justicia provincial ordenó una suerte de seguimiento virtual de esa máquina, que contaba con un sistema que en principio permitiría captar el punto geográfico desde el que volviera a encenderse.Esa pericia estaba a cargo de un equipo de Gendarmería Nacional que, según se informó, hasta el momento no entregó los resultados solicitados por las autoridades.Si el tiempo que pasa es la verdad que huye, como reza un viejo axioma policial, los resultados de esas pericias hoy por hoy podrían significar ya poco y nada.





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