POSADAS. “Hay que preguntarle a la Secretaría General de la Presidencia, nosotros no sabemos más nada”. La escueta respuesta de un alto funcionario del gobierno provincial a PRIMERA EDICIÓN resume la frustración y la incertidumbre que envuelve al destino final de 26 cuadros de autores argentinos y extranjeros -de un lote total de 28 obras- que permanecieron durante 22 largos años apilados en las bóvedas de las sucursales posadeñas de los bancos Nación (hasta el 2008) y Macro (desde 2008 a 2013), tras haber sido incautados por la Aduana en el Puente Internacional San Roque González de Santa Cruz, en 1991.El lote de obras de arte, de incalculable valor, algunas de las cuales efectivamente fueron confirmadas como originales, abandonó la provincia en 2013 en un marco de total hermetismo con destino a la Capital Federal, y la Secretaría a cargo de Aníbal Fernández tiene el poder de decidir qué hará con ellos, si es que todavía están en manos del Estado.De hecho, este reporte es el primero que da cuenta de la “mudanza” del tesoro pictórico que se le escapó de las manos al gobierno misionero, ya que la misma no trascendió a los medios en el momento de llevarse a cabo.Se dio así por finalizada la ilusión de obtener la donación de las obras, tras dos décadas de “resguardo” y tímidos pedidos del Estado provincial ante las autoridades nacionales. Desde entonces, aquellos funcionarios misioneros que anunciaban como un hecho la posibilidad de conseguir el favor nacional se llamaron a silencio en torno de los famosos cuadros que incluían obras de los autores extranjeros Degas, Renoir, Dufy, Sala, Pierre Bonnard y Max Liebermann; de los argentinos Quinquela Martín, Antonio Berni, Eugenio Daneri, Juan Carlos Castagnino, Alberto Bruzzone, Santiago Cogorno, Marcos Tiglio, Leopoldo Presas y Enrique Larrañaga, y del uruguayo Pedro Figari. No es un dato menor, ya que la valuación de la totalidad del lote, en caso de confirmarse la autoría, superaría los quince millones de dólares, y habría posibilitado convertir a Posadas en un polo cultural importante por el atractivo de la exposición.Hermetismo y misterioNadie informó oficialmente de la salida del valioso cargamento de la provincia, pero su traslado a Buenos Aires se habría dado a principios del año 2013, en cinco paquetes precintados y envueltos en un material especial denominado “air pack” para evitar golpes y deterioros.La última información judicial consta en el expediente 1399/1991: en una corta referencia, el entonces juez de la causa, Ramón Claudio Chávez, le informaba a la titular del Ministerio Público Fiscal que, tras declarar extinta la acción penal por prescripción, se ordenó la entrega de los cuadros a la Dirección General de Aduanas, con detalle del personal que fue designado para llevarse los cuadros a la capital del país y las condiciones en que debía realizarse ese traslado.Pese a la larga estancia de las pinturas en la provincia, tampoco se logró determinar si todo el lote era original. Sólo se estableció que nueve obras de autores argentinos sí lo eran, seis eran falsas, dos fueron entregadas a su dueño cuando las reconoció en 1992, y el resto del lote (trece cuadros en total) quedaron en el limbo de la incertidumbre, porque no hubo intenciones del gobierno nacional de pagar el costo de traer peritos de Francia para su autenticación. En 1993, el entonces agregado cultural de la embajada argentina en Francia, Torres Agüero, dijo haberse contactado con un perito que había asegurado que los lienzos de los impresionistas Renoir y Degas (los más valiosos del cargamento) eran falsos, pero que para emitir un informe por escrito quería asegurarse el pago de sus servicios con la suma de mil dólares. Ninguno de los organismos nacionales requeridos quiso pagar la bagatela y todo quedó en la nada.Lo extraño del caso que mantuvo la atención de los misioneros durante tanto tiempo, es que ninguna de las pinturas figura en los listados de Obras Recuperadas del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol Argentina. De hecho, a lo largo de la tramitación del expediente, el juzgado le solicitó dos veces a Interpol que determinara si las obras estaban en los registros de cuadros robados, pero la Agencia internacional (que ahora también tiene una sede en Posadas) nunca contestó.Según los alcances del inciso noveno del artículo 417 del Código Aduanero, la Secretaría General de la Presidencia de la Nación (en ese entonces a cargo de Oscar Parrili y ahora con Aníbal Fernández como titular) puede disponer de los cuadros, donarlos u ordenar su venta, previa publicación en el Boletín Oficial del destino dado.Este paso todavía no se dio, por lo que el destino final de las obras sigue siendo incierto, salvo que todavía se encuentren en la bóveda de la AFIP en Buenos Aires.El juego del verdadero-falsoPara determinar la autenticidad de los cuadros y valuarlos, se conformó un comité integrado por peritos de la Gerencia de Tasaciones del Banco Ciudad de Buenos Aires y de la Secretaría de Cultura de la Nación. Los expertos Julio Abal y Juan José Mosca llegaron a Posadas y tras revisar el contenido que se guardaba en la bóveda del Banco Nación, determinaron que eran originales las siguientes obras: “Cabeza de Joven” de Antonio Berni; “Niebla en Día Gris” de Quinquela Martín; “Chico Campesino” de Juan Carlos Castagnino; “La Jarra Blanca” firmado por Alberto Bruzzone; “Desnudo” de Santiago Cogorno; “Frutas y Botella” firmado por Marcos Tiglio; otro “Desnudo” de Leopoldo Presas y “Payaso” de Enrique De Larrañaga.Los cuadros falsos eran “Figura de Vasco” firmado por Flores Kaperotxipi y “Vieja Aldeana”, del mismo autor; “Carruaje” de Fígari; los cuadros “Niño” y “Niño con gorra azul” de Berni y “Hermanitos” de Castagnino.No se pudo establecer la autoría de los cuadros “Idilio”, “Joven Pintor”, “Figuras en el Paisaje”, “Personaje Militar” y “Militar”, además del cuadro “Músico”, supuestamente de Soldi.El misterio mayor siguió manteniéndose sobre los cuadros de los extranjeros, porque los peritos argentinos no estaban capacitados para determinar la autenticidad, aunque se animaron a estimar el valor de cada uno. “La Bailarina”, supuestamente del impresionista francés Edgar Degas, fue valuada en dos millones de dólares en caso de que fuera auténtica; “Salida del Teatro”, del también francés León Bonnat fue valuado en 800 mil d&oac
ute;lares. La “Figura de Niña”, firmada por Pierre Auguste Renoir, se valuó entonces en 100 mil dólares; “Paisaje”, de Raoul Dufy valía 30 mil dólares; “Figura en el Parque”, de Max Lieberman fue valuada en 80 mil dólares; y “Paisaje Veneciano”, de Sala, en 10 mil. Los expertos estimaron los precios de acuerdo al mercado de entonces y siempre que se confirmara la autenticidad de las obras. Hoy, 22 años después, la valuación se habría quintuplicado, como mínimo.El “dueño”En 1992 se presentó al Juzgado Federal de Posadas Salomón Schachter, un prestigioso traumatólogo por entonces Decano de la Facultad de Medicina y coleccionista privado que había denunciado el robo de varias piezas pictóricas de su domicilio en Buenos Aires en 1989. El hombre obtuvo permiso para entrar a la bóveda del Banco Nación y reconoció como de su propiedad las obras “Niebla de Día Gris” de Quinquela Martín y “Desnudo” de Cogorno. Después de confirmar la denuncia previa, el Juzgado se los entregó.Sólo una vez los cuadros fueron expuestos en Misiones en un marco no exento de ribetes faranduleros. Fue en 1993, en la casa del entonces gobernador Ramón Puerta y por el breve lapso de 48 horas. Mirta Legrand posó para los flashes al lado del tesoro invaluable que al final de la jornada volvió a la bóveda para retomar su largo trance de olvido.El 16 de diciembre de 2010, la Aduana Nacional publicó un listado con 25 de las 26 obras restantes en el Boletín oficial nacional para procurar, por última vez, que aparecieran los que se consideraran dueños de los cuadros “en un plazo perentorio de diez días”. Nadie reclamó las obras, y no se sabe porqué se dejó afuera de la publicación a una de las pinturas.Con las ganasEn mayo de 2012 el gobierno de la provincia solicitó a Oscar Parrili, entonces secretario general de la presidencia, que hiciera uso de las facultades otorgadas por la Ley 25063 y donara los cuadros secuestrados en 1991 al patrimonio cultural de Misiones. También se aprobó un proyecto de declaración en la Cámara de Diputados, considerando que “será un hito trascendental para el patrimonio cultural de nuestra provincia que lo mismos sean expuestos en la Pinacoteca Provincial”. “Los próximos pasos serán la entrega por parte del Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal Federal con asiento en la Cuidad de Posadas a la Administración Nacional de Aduanas, éste precisamente es el motivo que lleva a presentar este proyecto para lograr que las autoridades nacionales transfieran ese importante patrimonio cultural a la Provincia de Misiones, evitando que estas obras sean remitidas a Buenos Aires”, decía la iniciativa que al final fue olímpicamente ignorada por el funcionario kirchnerista y que dejó al gobierno de Misiones con las ganas. La rubia y los paraguayosEl 12 de septiembre de 1991, en un control de rutina sobre el puente internacional San Roque González, empleados de la Aduana inspeccionaron un colectivo y descubrieron los extraños bultos envueltos en frazadas que contenían los 28 cuadros. Cayeron dos paraguayos que, según declararon, llevaban una “mudanza” desde la localidad paraguaya de San Lorenzo hasta Villa Lugano, en Buenos Aires, a pedido de una mujer rubia, porteña, de ojos claros y de 1,65 de estatura que les encargó el “trabajo”.Como los cuadros fueron decomisados, nunca se supo quién era la misteriosa mujer, supuesta “dueña” del cargamento, pese a un simpático “retrato hablado” de la señora que entonces fue distribuido a los medios de comunicación.La carátula de la causa también fue tema de controversia: la fiscalía estimó que se trataba de una tentativa de contrabando, pero la Aduana sostuvo que se trató de una mera “infracción al régimen de equipaje” o, en su defecto, de la infracción denominada “mercadería sin declarar”. Los paraguayos no quedaron detenidos, la mujer nunca apareció y la causa al final quedó caratulada como “Administración General de Aduanas S/Informe” sin presos, sin rastros de la procedencia de los cuadros y sin el interés nacional por esclarecer el caso.En 1998, siete años después del decomiso, la Aduana intentó gestionar la entrega del lote para vender lo secuestrado, según los alcances del decreto presidencial 464/98, pero el Juzgado Federal de Posadas denegó el pedido, aduciendo que cada obra constituía una “prueba” dentro del expediente.Los cuadros se salvaron. El gran sustoEl sábado 30 de agosto de 2008, una banda asestó un golpe al Banco Nación, ubicado en la intersección de calle Bolívar y Félix de Azara de Posadas, con intenciones de abrir la bóveda y llevarse su contenido. Usaron tres tubos de oxígeno, uno de gas tipo soplete y trabajaron al menos 24 horas, pero en lugar de abrir el tesoro, generaron un principio de incendio. Al final no pudieron sacar nada, el dinero y los valiosos cuadros quedaron resguardados. Sí se alzaron con 94 mil pesos de las cajas, diez armas de guerra y diez chalecos antibalas. Ante el hecho y la posibilidad de que las obras de arte hubieran estado en la mira de los delincuentes, el juez federal Ramón Claudio Chávez ordenó que todo el lote de cuadros fuera trasladado a las dependencias del Tesoro Regional Bancario en la sede del banco Macro. Allí permanecieron hasta 2013, cuando fueron llevados, en un marco de total hermetismo, a los depósitos de la Aduana, en Buenos Aires.





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