TEL AVIV, Israel (AFP-NA). Benjamin Netanyahu se impuso a sus adversarios y a los sondeos, al ganar las elecciones legislativas del martes en Israel, y ya comenzó las negociaciones para formar gobierno y continuar como primer ministro.Netanyahu, en el cargo desde 2009 y dado por perdedor en las encuestas, se alzó como gran vencedor de estos comicios, y es prácticamente seguro que lo llame el presidente Reuven Rivlin para asumir su tercer mandato consecutivo, el cuarto de su carrera contando el que desempeñó entre 1996 y 1999.Netanyahu se entrevistó con los líderes de varios partidos, y tiene “la intención de ponerse a trabajar inmediatamente en la formación del Gobierno, para concluir esta tarea en un plazo de dos a tres semanas”, indicó en un comunicado su formación, el derechista Likud.Su adversario laborista, Isaac Herzog, reconoció la victoria de “Bibi”: “He hablado hace algunos minutos con el primer ministro Benjamin Netanyahu. Lo he felicitado por su victoria y le he deseado buena suerte”, dijo a los medios israelíes.Según los resultados de la comisión electoral tras el recuento casi total de las papeletas, el Likud de Netanyahu había recabado el 23,26% de los votos, frente al 18,73% de la lista de Herzog, Unión Sionista.Traducido en escaños, según los medios, el Likud tendría 29 de los 120 asientos de la Kneset, el parlamento israelí, siete más que en los últimos sondeos autorizados al final de la semana pasada, mientras que la Unión Sionista de Herzog se llevaría 24.La lista única de los partidos árabes ha sido la otra gran sorpresa de estos comicios, ya que ha terminado como tercera fuerza, con 14 escaños.Durante la campaña, Netanyahu se presentó como garante de la seguridad de su país, si bien antes de las elecciones, su discurso alarmista parecía no bastar frente a Herzog y su aliada centrista Tzipi Livni en el terreno de la carestía de vida, el precio de la vivienda y las desigualdades.Frente a los sondeos desfavorables, Netanyahu se las arregló en los últimos días para recuperar a los desengañados del Likud y ganarse a los indecisos.El lunes volvía a reafirmar su idea de enterrar la posibilidad de un Estado palestino, y en cuanto se conocieron los primeros resultados, los palestinos advirtieron que intensificarán sus esfuerzos diplomáticos frente a Israel.Netanyahu celebró su victoria desde la madrugada de ayer, cuando los sondeos a pie de urna aún ofrecían dudas sobre el resultado, y prometió ya “construir un gobierno fuerte y estable”.El presidente Rivlin deberá ahora decidir a quién pedirle que forme gobierno. Una vez que los resultados oficiales sean proclamados, posiblemente hoy, Rivlin tendrá siete días para decidir. Las negociaciones, intensas, ya han comenzado. Una de las grandes cuestiones es cuál será la alianza por la que opte Netanyahu.Éste podría optar por una coalición muy marcada a la derecha, lo que podría complicar aún más las relaciones ya tensas con la comunidad internacional, incluyendo su gran aliado, Estados Unidos. También podría optar por una coalición más de centro, o por un gobierno de unidad nacional con los laboristas.Netanyahu ya contactó con Hogar Judío, partido nacionalista religioso que ha obtenido ocho escaños, y con los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá (siete escaños cada uno), así como con Israel Beitenu, el partido nacionalista del ministro de Relaciones Exteriores Avigdor Lieberman (seis escaños), indicó su partido.También se entrevistó con su otro aliado potencial, Moshé Kahlon, tránsfuga del Likud y líder de un nuevo partido de centroderecha y con vocación social, Kulanu, que se ha llevado diez escaños. Tras dejar planear el suspenso sobre sus intenciones, Kahlon ha hecho saber que está dispuesto a entrar en un gobierno dirigido por Netanyahu, que el domingo ya le prometió la cartera de Finanzas de resultar elegido.El próximo primer ministro deberá gestionar las relaciones con Washington, muy degradadas en los últimos meses, enfrentarse a la ofensiva diplomática palestina en la Corte Penal Internacional, y gestionar la cuestión de la seguridad, así como responder a las expectativas económicas y sociales de los israelíes.Las elecciones, en las que ha participado el 71,8% de los electores frente al 67,8% de 2013, eran en gran medida un referéndum sobre “Bibi”. Fue el propio Netanyahu el que precipitó estos comicios anticipados, convocados dos años antes de lo previsto, después de romper a finales de 2014 una coalición gubernamental a su gusto demasiado indisciplinada.Amor y odioNetanyahu es amado y odiado en partes iguales, pero todos le reconocen la capacidad de sobreponerse a los contratiempos, que ha demostrado en las elecciones legislativas del martes en Israel.Los sondeos le auguraban tales dificultades para mantenerse en el poder y sus adversarios deseaban su fin con tanto ahínco después de seis años de mandato (nueve, contando la legislatura de 1996 a 1999), que algunos comentaristas ven su victoria electoral como un regreso de entre los muertos, un regreso, eso sí, triunfal. A quienes le preguntaron qué haría tras una eventual derrota, “Bibi” respondió, como anticipándose a lo que vendría después: “La jubilación no es lo mío. Lo mío es la victoria”.En los últimos días, se vio el instinto de supervivencia del animal político que es: frente a las encuestas desfavorables, Netanyahu no ha reculado ni en las formas ni en el fondo de su discurso, si bien durante la campaña el primer ministro ha concedido quizá más entrevistas que durante todo su mandato.El Estado palestinoEn una de las colonias más polémicas y criticadas, Netanyahu amenazó el lunes con el peligro de un segundo “Hamastán” en Cisjordania (tras el de la Franja de Gaza, donde gobiernan los islamistas de Hamas desde 2006) si sus adversarios de centroizquierda, partidarios de la solución de los dos estados, ganaban las elecciones.Agitando el fantasma de la división de Israel, la paralización de las colonias, y la vuelta a las fronteras de antes de 1967, pero sobre todo ignorando las pésimas consecuencias que sus palabras tendrían en sus relaciones con la comunidad internacional, llegó a afirmar que enterraría la idea de un Estado palestino si seguía en el poder. En la jornada electoral, “Bibi” fue omnipresente, en el terreno, los medios y las redes sociales.A “Cualquiera menos Bibi”, el eslogan que había unido a toda la oposición, él contrapuso el lema “Yo o los otros”.Prime
r ministro más joven de Israel durante su primer mandato, de 1996 a 1999, y de nuevo en el cargo desde 2009, Netanyahu, de 65 años, va camino de alcanzar la década de poder. Sólo David Ben Gurion, fundador del Estado de Israel, estuvo más tiempo en el cargo, doce años.El primer ministro se ha convertido en una figura de tal relevancia en el paisaje político israelí en los últimos 25 años que el diario de centroizquierda Haaretz intentaba “imaginar la vida sin Netanyahu”.“Cuando Israel pierda a Bibi, seguramente haya momentos en los que lamentará no tener un líder de altura internacional, reconocido mundialmente y que -nos guste o no- hace que el mundo preste atención cuando toma la palabra sobre Irán o cualquier otro asunto”, escribía el periódico.Algunas imágenes dan idea de la altura del personaje, profesional de los medios, cuya frase recurrente, repetida sin asomo de exageración, era “iré a donde quiera que me inviten para defender el futuro y la existencia de Israel”.Entre sus últimas intervenciones controvertidas, la del 3 de marzo en el Congreso estadounidense, desafiando al propio presidente Barack Obama, para oponerse al acuerdo que se está negociando sobre el programa nuclear iraní.O sus declaraciones tras los atentados islamistas en París y Dinamarca, al invitar a todos los judíos de Europa a emigrar a Israel.Nieto de rabino e hijo de un historiador ultrasionista, excombatiente de las fuerzas especiales herido en combate y marcado por la muerte heroica de su hermano en una operación en Uganda contra un comando propalestino en 1976, Netanyahu no ha cesado de combatir el “terrorismo internacional” y el “extremismo islamista”, sin perder de vista a su bestia negra: Irán.La disolución de su coalición de gobierno y la decisión de convocar elecciones anticipadas fue el último desafío, que podía haber sellado su sentencia de muerte política. Luchando contra viento y marea, Benjamin Netanyahu ha vuelto a imponerse, mostrando que se trata de un político indestructible.





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