WASHINGTON, Estados Unidos (AFP-NA). Uno no gana puntos en la política moderna de Estados Unidos por mantener buenas relaciones con Francia, pero Barack Obama recibió muy cálidamente a su par francés, François Hollande.Hollande inició el lunes una visita de Estado de tres días a Estados Unidos, durante la cual abordará con su anfitrión varios temas, incluyendo Siria e Irán, así como asuntos más espinosos, como el espionaje estadounidense a Francia.La bienvenida de Obama comprendió un viaje, no habitual para un líder extranjero, en el Air Force One y un recorrido por Monticello, el santuario de la quintaesencia del estadounidense Thomas Jefferson. No es un simbolismo vacío.El objetivo del mandatario estadounidense era demostrar que los vínculos bilaterales son más fuertes y antiguos que eventuales turbulencias que puedan haber afectado o afecten las relaciones entre ambos.Funcionarios de los dos países destacan la franca evolución registrada en los vínculos bilaterales en los últimos años, al haberse olvidado los tópicos antifranceses tan comunes en la época de la guerra en Irak, cuando Estados Unidos era gobernado por George w. Bush. Bush, que no era precisamente amigo de su par francés de entonces, Jacques Chirac, dejó la relación con París en un estado aceptable después de encontrar en el hiperactivo Nicolas Sarkozy un alma gemela.Cuando los asesores de Obama se sentaron a evaluar su primer mandato, concluyeron que Francia aparecía como un aliado incondicional.El derrocamiento de Muanmar Gadafi en Libia, la actitud ante Irán por su programa nuclear, el enfrentamiento a un islam ascendente en África son temas en que París y Washington coinciden. “Las relaciones francoestadounidenses son muy fuertes en este momento, particularmente en el área de seguridad”, dijo Heather Conley, especialista en Europa en el Center for Strategic and International Studies.Pero los vínculos de Estados Unidos con la Unión Europea tras las revelaciones del ex analista de la Agencia Nacional de Seguridad, Edward Snowden, no son tan buenos.En este contexto, Washington aprecia mucho que con París, uno de los socios fundadores y pilar de la UE, los lazos sean tan cálidos, teniendo en cuenta que en marzo Obama visitará la sede de la Unión, en Bruselas.La visita de Hollande llega también en un momento en que la relación de Washington con el otro país fuerte de la UE, Alemania, está en su peor momento en una década. La jefa del gobierno germano, Angela Merkel, truena desde que se hizo público que la NSA había espiado sus comunicaciones.Los lazos con Gran Bretaña, a su vez, siguen siendo especiales, pero el primer ministro, el conservador David Cameron, está más preocupado por otros temas, como la situación en Escocia que podría decidir su independencia en un referéndum. Cameron también está molesto por haber fracasado en su intento de lograr una mayoría parlamentaria para sumarse a los planes iniciales de Obama de bombardear Siria, respaldados en cambio por Hollande.Obama también puede encontrar un terreno común con el presidente francés en sus concepciones sobre la economía. El estadounidense está ciertamente en sintonía con la idea de Hollande de que estimular la demanda es más eficaz para combatir la crisis del euro que la política de austeridad a toda costa preconizada por Merkel.La Casa Blanca, que está en proceso de retirarse de escenarios en que hasta hace poco guerreó, aprecia la disposición de Francia de tomar la iniciativa contra grupos extremistas en África.Las fuerzas estadounidenses proporcionaron combustible, inteligencia y drones a su aliado cuando París intervino en Malí contra los islamistas, por ejemplo.Francia también está aportando una voz seria en las conversaciones entre las potencias mundiales e Irán sobre el programa nuclear de la república islámica.El viaje a Monticello, la casa de Jefferson, “padre fundador” y tercer presidente de Estados Unidos, así como embajador en Francia, fue idea de Obama quien aparentemente quería forjar una conexión personal con Hollande, con quien se había reunido en Washington tras su victoria electoral de 2012.Hollande llegó, por su lado, a Washington tratando de hacer olvidar una ruptura pública con su pareja Valerie Trierweiler, tras la revelación de que mantenía un vínculo amoroso con una actriz.Pero su fuerte impopularidad en casa radica en su incapacidad para llevar a cabo su promesa de superar la crisis. Una visita exitosa a Estados Unidos no aliviará de todas maneras la situación de Hollande, quien se valdrá de un posterior viaje a San Francisco para exponer nuevos planes de rescate económico.Pero “cuando apareces al lado del presidente Obama, definitivamente es una ventaja”, comentó Guillaume Xavier-Bender, de la German Marshall Fund de Estados Unidos. El mandatario estadounidense “conserva un alto nivel de popularidad en Francia”, señaló, y ello lo puede aprovechar Hollande para “aparecer como un gran líder”.




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