POSADAS. “Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos”, dijo alguna vez el líder de la lucha contra la segregación racial Martin Luther King.Nada más acertado para graficar las enormes dificultades que tiene el ser humano para llevar adelante una vida armoniosa y en plenitud, incluso en el seno de la propia familia; y por ende, para dirimir sus diferencias a través del diálogo y el entendimiento.La violencia de género afortunadamente dejó de ser un tema tabú y las denuncias de las víctimas aumentaron en forma abrumadora, colapsando incluso la estructura del Poder Judicial. Sobre todo a partir de lo que se dio en llamar “La tragedia de Crucero del Norte”, por las oficinas de esa empresa donde fueron asesinadas Romina Szidloski (25) y Yamila Noelia Marczewski (falleció días después en el Hospital de Agudos Ramón Madariaga).Estadísticas de este diario demuestran que en 2013 dieciséis personas murieron como consecuencia de conflictos en la pareja, en forma directa o indirecta.En este orden, se registraron siete femicidios, incluyendo la de Romina Szidloski, quien perdió la vida al intentar persuadir al ex marido de su prima Yamila Marczewski de que la dejara en paz.En materia de femicidios, lamentablemente diez niños quedaron huérfanos de madre y en algunos casos, también de padre.Pero los crímenes vinculados a cuestiones emocionales no se limitaron solamente a la relación conyugal; se extendieron a los familiares de él o ella y tuvieron consecuencias igualmente nefastas. El hombre, por despecho, odio o venganza, entre otras causas injustificables, mató a la ex suegra (Caraguatay, el 18 de julio de 2013) porque refugió a la hija en su casa; al concuñado porque defendió a la mujer que tuvo el tupé de abandonarlo por malos tratos (paraje El Chorro, San Vicente, el 25 de septiembre de 2013); o la actual pareja de aquella que alguna vez estuvo enamorada de él.En 2013 hubo seis asesinatos de estas características; es decir, con víctimas fatales que eran allegados, parejas o familiares de la ex mujer del asesino.El común denominador de estas historias, que combinan una alta dosis de obsesión, vacío y violencia para terminar en asesinatos aberrantes, es que fueron precedidas por denuncias de violencia de género y/o doméstica.La tragedia de Crucero del Norte marcó un antes y un después en ese sentido; creció el número de denuncias; la Justicia se muestra más inflexible y la Policía procede con decisión, como debió hacerlo siempre. Pero hay un vacío legal que no garantiza que el violento no regresará a la víctima, aún cuando exista una orden de no acercamiento. Entonces la posibilidad de que el peligro vuelva a tocar a su puerta recobra vitalidad. Cuatro víctimas fatales de la inseguridadPOSADAS. Las estadísticas indican que en 2013 se produjeron 78 homicidios en distintos puntos de la provincia y por los más variados motivos. De ellos, dieciséis fueron cometidos por problemas de pareja, en que la violencia de género es la vedete del macabro espectáculo.De estas 16 muertes como consecuencia directa o indirecta de la violencia sexista, siete mujeres fueron ultimadas por sus ex parejas. Una octava, madre de una joven que abandonó a su concubino, fue asesinada por este en Caraguatay, el 18 de julio del año pasado.A estas ocho mujeres se deben sumar otras cuatro que murieron en circunstancias ajenas a móviles emocionales o sentimentales, como la docente rural Carmen Mirta Rosa (el 14 de febrero de 2013, en Ñu Porá, Garupá); la estudiante Lucía Maidana (el 6 de abril del mismo año, en Posadas); la abuela Josefa Lavaczuk de Prokopiw (el 29 de agosto, en Apóstoles); y la hotelera Nélida Kelm (el 8 de octubre, en El Soberbio). Ellas también matan por despechoLas estadísticas 2013 contabilizaron tres crímenes protagonizados por mujeres. Dos de ellos fueron muy similares: visitaron a sus ex parejas en el inquilinato donde se mudaron tras la ruptura sentimental y los mataron a puñaladas.El restante es diametralmente opuesto. La mujer confesó que contrató a tres convictos, que gozaban de salidas transitorias de la cárcel de Oberá, para matar a su marido, identificado como Ángel Altísimo. Y agregó, en realidad sin necesidad, que la relación entre ambos estaba terminada.Los otros dos casos tienen una participación directa de las protagonistas. El primero de ellos ocurrió 7 de mayo, en Andresito. La víctima fue Héctor de Almeida (24). Murió de un puntazo en el pecho. La Policía detuvo a la ex pareja, de 23.El otro sucedió en Apóstoles, el 19 de octubre. Yohana (21) fue arrestada después de matar a Fabián Gerula (39), su ex novio. Un crimen atroz y un misterio sin develar Lucía Isabel Maidana tenía 24 años cuando la atacaron a mazazos en el interior de la habitación que alquilaba en calle Estado Israel 3495.Su muerte constituye un misterio para los investigadores. La autopsia determinó que murió asfixiada por el humo del principio de incendio que el asesino desató en el interior del departamento para borrar todo tipo de huellas.No obstante, los forenses indicaron que igualmente no hubiera sobrevivido a los golpes en la cabeza, aparentemente efectuados con un pedazo de hierro o un martillo.Un estudiante de Antropología, que en el pasado habría mantenido una relación amorosa con la hermana de la víctima, fue detenido en averiguación del hecho, aunque luego fue excarcelado porque no se halló su patrón genético en el cadáver ni en el escenario del crimen.En esta causa, quizás como en ninguna otra, todo puede suceder; nada está descartado.Incluso, los detectives no están del todo convencidos de si la víctima fue abusada o si los rastros de actividad sexual son anteriores, probablemente 24 antes, al lamentable episodio.El dato no es menor, porque de confirmarse cambiaría por completo el ángulo de la investigación.Para los pesquisas, más allá de que sea una corazonada, el asesino conocía a la víctima.





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