COSQUÍN. Cuando todavía no se acallan los ecos del escándalo que significó la programación (a las 3 y con un sonido defectuoso) para el homenaje a un gigante y que engalanara este festival durante tres décadas, Eduardo Falú, el power trío chamamecero de Los Núñez derramó su calidad y exquisitez ante un auditorio que permaneció incólumne ante el notorio retraso en la grilla.Juan y Marcos Núñez, junto a Diego Velázquez en bajo, pisaron el Atahualpa Yupanqui pasadas las 5.30 de ayer, eso sí ante muy buen marco de público, que los premió con ovaciones, como lo hiciera ya en su debut, hace cuatro años, con el Chacho Ruiz Guiñazú en percusión. Antes de que los misioneros sean protagonistas, todavía sobrevolaba la dura frase de Liliana Herrero, convocada por Juan Falú para el tributo a su tío: “¿Así planifican, en un festival cada vez más sometido a las peores exigencias de las políticas de recomendaciones y grillas predeterminadas, un homenaje a una de las memorias fundamentales de la música argentina? ¿Así es como pretendemos recordar y al mismo tiempo pensar este país? Tal vez tengamos que ir un día al festival de Cosquín en Japón, donde al menos se lo recuerda con respeto. No me gusta y, es más, diría: ‘Así muchachos no es’”. Pero Los Núñez no se amilanaron, esperaron su oportunidad y salieron con ese gran profesionalismo que los destaca y que implica respetar al público y tocar con la misma energía sean las 21 o las 5.30, pero sobre todo mejorando la cuestión sonora, que es lo más criticado en esta edición. Es muy recurrente escuchar entre los músicos que toman parte del mayor festival que “si no llevas sonidista a Cosquín, no sonás”. Y Los Núñez llevaron a Marcelo Alegre, de Magno Sonidos de Oberá.Casi al amanecer Los Núñez y Diego Velázquez comenzaron con “Mi bien Amada”, de Tránsito Cocomarola, y más tarde una selección de polcas de Herminio Giménez. Este es un gran detalle de estos músicos, rescatan a autores tan disímiles como importantes para la música que nos une como región y más allá de las fronteras, extendiéndose a autores del hermano país guaraní. Herminio Giménez es un pilar de la música paraguaya, junto a José Asunción Flores y Agustín Barrios. Fue compositor, músico y director, nacido Caballero, Paraguarí, en 1905. En 1927, en Buenos Aires, Giménez tocaba acompañado por la orquesta del pianista Atilio Valentino, con figuras como el célebre bandoneonista Aníbal “Pichuco” Troilo.Juan, a la madrugadaAún no se acallaba Cosquín y la madrugada ya había dejado paso al amanecer, Juan Nuñez, bandoneonista del grupo, dejó algunos argumentos acerca del “delicado” horario en el que les tocó actuar: “Tocamos por respeto y para agradecer a la gente que estaba presente, que era muchísima a pesar de la hora. Estábamos programados en horario de TV, pero siempre estamos predispuestos a todo lo que se va presentando. Son cosas que pasan y es parte del aprendizaje”, detalló a la vez que agregó que “fue una experiencia más, pero se sintió esa adrenalina del escenario y así toquemos para 5 o 10 mil personas, el sentimiento de entrega siempre es el mismo. Lástima por la gente que esperaba vernos por TV”.Finalmente, el acordeonista fue muy crítico hacia ciertos colegas. “Siempre pasa en estos escenarios, los grandes artistas se olvidan que alguna vez fueron pequeños. Estuvimos esperando a que otro grande termine su actuación ¡una hora más tarde de lo pautado! Por otra parte, estamos muy agradecidos con el pueblo que nos acompañó y al público que se quedó en la plaza a ver a los Nuñez, acompañados por Diego Velázquez y Marcelo Alegre. También a los medios misioneros que nos hicieron el aguante”. Con ese optimismo pero resaltando las fallas, cada vez más evidentes, en este festival, Loz Nuñez se retiraron a descansar para encarar el regreso. Una apretada agenda los espera, sin más, este sábado tocarán en el Festival de la Ecología en Villa Bonita.





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