LA HABANA, Cuba (Agencias y diarios digitales). Los líderes de América Latina discuten desde ayer en Cuba cómo avanzar en la integración económica regional y en el combate a la pobreza, en una cumbre percibida como un guiño a la isla ante la política aislacionista de Estados Unidos.La cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) reunió en torno a la misma mesa a mandatarios con visiones políticas muy distintas como la brasileña Dilma Rousseff, el mexicano Enrique Peña Nieto, el colombiano Juan Manuel Santos, la argentina Cristina Fernández y el venezolano Nicolás Maduro.“Hemos ido acercando nuestras posiciones y, a pesar de inevitables diferencias, se fomenta un espíritu de mayor unidad en la diversidad”, dijo el presidente cubano Raúl Castro en un discurso inaugural.Vestido de traje azul oscuro y una corbata dorada, Castro dijo que los pueblos de América Latina reclaman empleo, mejor distribución de sus riquezas naturales y una educación y salud públicas de calidad.Esos desafíos son transversales en una región que creció enormemente durante la última década gracias a las exportaciones de materias primas pero continúa arrastrando una enorme brecha entre ricos y pobres. Y figuran incluso en la agenda de líderes más centristas.“A los países de América Latina nos convoca la búsqueda de soluciones a los grandes desafíos que enfrentamos como región”, dijo el presidente mexicano Peña Nieto al aterrizar en La Habana el lunes en la noche.Recado para Estados UnidosPero el asunto que promete robarse el show en La Habana es la integración regional de Cuba, que está abriendo poco a poco su economía estilo soviético.En un claro mensaje a Washington, el secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, viajó a Cuba para participar de la cumbre, convirtiéndose en el primer jefe del organismo interamericano en pisar la isla de gobierno comunista desde que fue expulsada hace más de medio siglo por presiones de la Casa Blanca.Cuba dijo que Insulza fue invitado por cortesía diplomática y aclaró que no pretende regresar a la OEA, a la que considera un instrumento de Washington. Sin embargo, la visita quiebra otro tabú de la Guerra Fría.Durante la cumbre probablemente se aprobará una condena al embargo económico que Estados Unidos aplica desde hace más de medio siglo a Cuba. Los líderes también darán un espaldarazo al reclamo de Argentina ante el Reino Unido por las islas Malvinas.La reunión de la Celac llega después de algunos tímidos gestos de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, como un apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro durante el funeral de Nelson Mandela en diciembre.Pero en su discurso, Castro aludió a su histórico enemigo en duros términos. “Los llamados ‘centros de poder’ no se resignan a haber perdido el control de esta rica región”, dijo el general de 82 años, “ni renunciarán a los intentos de cambiar el curso de la historia en nuestros países para recuperar la influencia perdida y beneficiarse”.La cumbre de la Celac ocurre en tiempos de cambios en Cuba, donde Castro intenta expandir el rol del sector privado para modernizar la economía socialista y ha relajado restricciones como la de viajar al exterior.“Estoy muy interesado en el proceso de cambio que se está dando en Cuba”, dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al aterrizar en La Habana para participar como invitado a la cumbre. “Tengo mucho interés en conocer que es lo qué se está haciendo y cómo Naciones Unidas podemos apoyar este proceso”.Estrechando lazosEl proceso de acercamiento regional de Cuba no se ha quedado sólo en palabras.La brasileña Rousseff inauguró el lunes la primera fase del puerto de contenedores de Mariel, un proyecto de 900 millones de dólares financiado en gran medida por Brasil y clave para el desarrollo económico de la isla.Mariel es una apuesta del gigante sudamericano a una normalización de las relaciones comerciales con Washington, que funcionarios brasileños aseguran que sucederá tarde o temprano. Y el proyecto podría despertar el interés de otras empresas latinoamericanas.La Habana se maquilló para recibir a los líderes de la región. Las principales avenidas fueron iluminadas y reparadas y la seguridad policial reforzada. Algunas escuelas se preparaban para recibir a los dignatarios, parte de un programa colateral a la cumbre para mostrar el desarrollo de la educación pública en la isla.Pero denuncias de represión a disidentes políticos nublaron el clima.La Comisión Cubana de Derechos Humanos, un grupo ilegal pero tolerado por el Gobierno, dijo que decenas de personas fueron detenidas temporalmente durante la última semana u obligadas a permanecer en sus casas hasta que termine la cumbre.





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