RÍO DE JANEIRO, Brasil (Agencias-Medios Digitales). Con una participación muchísimo menor a la de las masivas manifestaciones que sacudieron al país en junio del año pasado, y con actos de violencia aislados, miles de brasileños salieron a las calles para protestar por los enormes gastos públicos para el Mundial de fútbol.La convocatoria “No habrá Copa”, realizada a por el grupo Anonymous Brasil a través de las redes sociales, y que puso en estado de alerta al gobierno de Dilma Rousseff, se extendió por 36 ciudades, entre ellas San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia, Belo Horizonte, Porto Alegre, Curitiba, Salvador, Fortaleza, Recife, Natal, Manaos y Cuiabá, las 12 sedes en las que se disputarán los partidos de la Copa a partir del 12 de junio.“¡Fuera FIFA!”, “Dilma, mira y escucha, en la Copa habrá lucha”, cantaban los manifestantes, que en la marcha más grande de todas, en San Pablo, apenas superaban las 2000 personas. Los carteles y lemas que se escuchaban coincidían en criticar la celebración del Mundial mientras Brasil sufre graves problemas en servicios públicos como salud, educación y transporte.Ante la posibilidad de que las protestas acabasen en desórdenes, en todos los actos había una fuerte presencia policial, con fuerzas de choque incluidas, preparadas para reprimir con gases lacrimógenos y balas de goma. La respuesta policial sólo fue necesaria en San Pablo, donde un auto fue quemado y dos agencias bancarias atacadas por un grupo de los temidos Black Blocs, anarquistas vestidos completamente de negro, con los rostros cubiertos, y que el año pasado protagonizaron destrozos y fuertes choques con la policía.En la zona de la emblemática Avenida Paulista, en San Pablo, donde se concentraron los manifestantes, muchos comerciantes decidieron cerrar sus tiendas por temor a que hubiese más enfrentamientos y actos de vandalismo.“Ya tuvimos problemas en otras manifestaciones. Vamos a cerrar las puertas hasta que pase el tumulto”, señaló a la prensa la vendedora Carolina Ferreira, mientras desde lo alto, un par de helicópteros policiales monitoreaba la situación.En Río, la marcha comenzó frente al elegante hotel Copacabana Palace, protegido por vallas metálicas y un gran operativo de seguridad policial.Los manifestantes no alcanzaban las 500 personas y eran liderados por un hombre vestido de Batman, personaje que aquí ya se ha vuelto característico en este tipo de “reclamos justicieros”. “Es importante que la gente deje de ser pasiva para salir a quejarse por las cosas que no funcionan. Celebrar el Mundial no debería ser una prioridad del gobierno”, dijo a LA NACION la estudiante Thalía de Oliveira, 15, quien llevaba un cartel con la leyenda “¿Una Copa para quién?”A su lado, el ingeniero eléctrico Eduardo Silva Afonso, 31, agitaba una bandera brasileña con una mancha negra.“Brasil es un país rico cuya riqueza no es distribuida al pueblo, que sufre malos servicios básicos de salud y educación. No deberíamos estar celebrando un Mundial sino trabajando para volver más eficientes los servicios públicos”.





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