WASHINGTON, Estados Unidos (Agencias y diarios digitales). Con su agenda hecha un lío por las confrontaciones y tropiezos del año pasado, el presidente Barack Obama comienza el 2014 aferrado a la esperanza de poder conseguir un éxito legislativo duradero: la reforma de las leyes de inmigración.Pero eso exigirá un uso diestro y cuidadoso de sus poderes y combinar una campaña pública frente las protestas por la cifra récord de deportaciones de su gobierno con negociaciones tras bambalinas con el Congreso, algo que según legisladores y defensores de los inmigrantes es una importante debilidad de la Casa Blanca.En semanas recientes tanto Obama como el presidente de la Cámara, John Boehner, republicano por Ohio, han enviado señales que han aumentado las expectativas entre los defensores de la reforma de que este año pudiera finalmente generar el primer cambio integral de las leyes de inmigración en casi tres decenios. Si sale adelante, cumpliría una promesa de Obama que muchos hispanos dicen que debería haberse implementado hace tiempo.El Senado aprobó el año pasado un proyecto de ley bipartidista de alcance abarcador que toma en cuenta la seguridad en la frontera con México, contempla medidas de cumplimiento y ofrece un camino a la ciudadanía para 11 millones de personas que viven en el país sin autorización legal. Los líderes de la Cámara, presionados por los conservadores del Tea Party, han exigido un enfoque gradual y no integral.En una señal de una posible apertura, Obama ha dejado de insistir en que la Cámara apruebe la versión del Senado. Y dos días después de llamar a Boehner en noviembre para felicitarlo por su cumpleaños, Obama dejó en claro que está dispuesto a aceptar el enfoque de la Cámara, con una advertencia: al final “vamos a tener que hacerlo todo”.Por su parte, Boehner contrató en diciembre a Rebecca Tallent, ex asistente clave del senador John McCain y más recientemente directora de un equipo especial sobre inmigración de un grupo de estudios bipartidista. Incluso los que se oponen a una reforma amplia de las leyes de inmigración vieron en la contratación de Tallent una señal de que la aprobación de una ley de repente se ha vuelto más probable. Boehner también alimentó especulaciones de que ignoraría las presiones del Tea Party, rechazando de plano sus críticas al modesto acuerdo de presupuesto logrado en diciembre.“Creemos que la reforma migratoria va a aprobarse”, dijo el vocero de la Casa Blanca Jay Carney el martes. “Se aprobará, depende de la Cámara de Representantes decidir cuándo, pero va a suceder”.“La interrogante es cuáles son las cosas claves que los republicanos no pueden dejar de lado y cuáles son los temas que los demócratas no pueden soslayar”, dijo el encuestador republicano David Winston, quien consulta de manera regular con los líderes de la Cámara. “Hay preferencias y elementos clave. Eso es parte del proceso de negociación”.Si sale adelante, un acuerdo sobre la inmigración podría restaurar parte de la agenda de Obama, que salió mal parada en 2013 cuando no pudo aprobar leyes más estrictas sobre las armas de fuego, por el rechazo bipartidista a sus esfuerzos para atacar militarmente a Siria y el desastroso comienzo de la nueva ley de servicios médicos.Obama ha dicho repetidamente que la ley definitiva de inmigración tiene que incluir un camino a la ciudadanía para los que viven el país sin autorización. Los que se oponen alegan que la ciudadanía premia a los que no respetan la ley y muchos republicanos se muestran en extremo reacios a cualquier medida que otorgue la ciudadanía sin importar la dificultad o el tiempo que demore conseguirla.Pero algunos defensores de la reforma han comenzado a apoyar la idea de otorgar a los inmigrantes un estatus legal en Estados Unidos y dejar el tema de la ciudadanía fuera de la ley. En otras palabras, pueden trabajar pero no votar.





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