COLONIA TAMANDUÁ. Los niños que viven en este paraje ubicado a unos diez kilómetros de Los Helechos tienen dos lugares donde ir: la escuela o la iglesia. En la colonia no hay plazas ni otros espacios de recreación. Conocedores de esta situación, los docentes de la Escuela 243, encabezados por su directora María Silvina Braga, aceptaron que los alumnos asistieran al establecimiento educativo incluso después de este viernes 13 de diciembre. “Los docentes tenemos que seguir viniendo hasta el 20, no nos molesta que los chicos asistan. Incluso hemos organizado actividades especiales como la fiesta de todos los cumpleaños de nuestros alumnos y, el 19, un almuerzo de fin de año y el acto de cierre del ciclo lectivo”, contó la directora a PRIMERA EDICIÓN. “Acá hay dos cosas para hacer, ir a la escuela o a la iglesia”, sintetizó la docente. Quizás sea esa una de las razones por la que -durante el año- sea muy bajo el nivel de inasistencia de sus 123 alumnos. “Los de la mañana tienen asistencia perfecta, la mayoría camina entre tres y seis kilómetros para llegar a la escuela. Vienen con frío y con lluvia… tenemos un lugar donde dejan sus zapatos embarrados, ellos -padres y alumnos- saben que no pueden entrar a la escuela con los zapatos con barro. Entonces, traen zapatos limpios en una bolsa y se los ponen cuando llegan. Todos lo hacemos, también los maestros, porque cuidamos la limpieza entre todos, incluso cuando termina el horario de clases, cada grado barre su salón”, indicó. A pulmónLa Escuela 243 cumplirá el año que viene ochenta años. Algunos de sus docentes estudiaron en ese establecimiento educativo. Sus cinco maestros (incluida la directora) y los siete profesores de áreas especiales viven en Oberá. Salvo un maestro que tiene un auto (el día que PRIMERA EDICIÓN visitó la escuela, el auto se había roto), los otros comparten taxis para que los lleven a trabajar. El edificio escolar tiene sus años y requiere refacciones, especialmente en el techo. También les hace falta sillas y pupitres. “La última vez que recibimos algunas sillas fue hace más de diez años”, recordó la directora que convirtió su amplia oficina de dirección en la sala de informática para los chicos y mudó su escritorio a una minúscula oficina que era un depósito de trastos. “Nos faltan cosas, es cierto, pero no hacen falta grandes cosas para poder enseñar cuando uno tiene vocación”, remarcó. “Las tres computadoras que tenemos en la sala de informática nos donaron y esta semana recibiremos otras tres de los padrinos de la escuela, dos matrimonios de docentes porteños”, señaló. “También tenemos pantalla, proyector, fotocopiadora….todo lo fuimos logrando con el esfuerzo de los docentes que organizan en su tiempo libre actividades para recaudar fondos para la escuela”, aseveró la directora. Sólo desayuno Los alumnos de esta escuela almorzaron en el comedor escolar hasta 2010. Pero desde entonces, la Dirección de Nutrición Escolar del Consejo General de Educación ordenó que se suplantara el almuerzo por el desayuno. “No es una cuestión de presupuesto porque nosotros podíamos cocinar para todos los chicos con el dinero que nos daban, por supuesto que sumábamos verduras de la huerta y otros alimentos que traíamos los maestros. Nos dijeron que era mejor que les diéramos el desayuno, pero acá se extraña mucho ese plato de comida que ellos tenían asegurado de lunes a viernes. Lo ideal sería poder darles el vaso de leche y después el almuerzo”. La mayoría de los alumnos son hijos de tareferos y jornaleros, “eso se nota en época de tarefa porque merma la asistencia entre los más grandes, ellos pueden juntar hasta 100 pesos por día ayudando a sus papás”. No obstante, según indicó la directora, no hay niños en edad escolar en la colonia que estén fuera del sistema educativo. “Cuando sabemos de alguno, vamos hasta sus casas para hablar con los padres”, precisó. Para esta docente, “el trabajo del maestro rural no es difícil, pero sí muy desgastante por todo lo que tenemos que vivir, desde el chico que se te duerme porque viene con hambre hasta los que son maltratados. A nosotros nos sirve mucho las charlas con los padres impulsadas por el CGE, la primera que organizamos fue sobre la democracia y la última sobre educación sexual integral, un tema tabú en esta zona”. SecundariaHasta el año pasado, eran pocos los alumnos del Paraje Tamanduá que seguían sus estudios secundarios. “Unos pocos cuyas familias podían pagar iban a la Escuela de la Familia Agrícola, otros viajaban todos los días los 9 kilómetros de ida y los 9 de vuelta para ir al bachillerato…empezaban muchos e iban dejando de a poco. Pero este año, el intendente de Los Helechos, que es docente y está comprometido con la educación, compró un colectivo para trasladar todos los días a los chicos del paraje hasta el bachillerato. Los alumnos esperan frente a nuestra escuela, ahí los buscan y los dejan a la vuelta. La mayoría de los alumnos que terminan séptimo este año seguirán la secundaria en 2014”, contó entusiasmada la directora de la Escuela 243.
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