POSADAS. “Son varios los vecinos que consideran comprar armas de fuego para su protección. Parece que las autoridades están superadas por la situación, que se torna cada vez más insostenible”. La frase pertenece a una mujer que reside en la chacra 187 de esta capital, donde aunque parezca mentira dos bandas juveniles enfrentadas entre sí manejan las calles e intentan imponer el terror y el miedo para ganar espacios públicos o “territorios” donde poder deambular y hacer de las suyas.El modus operandi de estos peligrosos individuos consiste en ampararse en la oscuridad de la noche y causar destrozos en inmuebles y vehículos, afirman los habitantes del lugar. Consumen y comercializan drogas, como marihuana y el tristemente célebre “paco”, sustancias que “nublan la mente y les hace perder la noción entre lo que está bien y lo que está mal”, a decir de algunos vecinos, quienes prefieren el anonimato a la hora de hablar porque ya hubo represalias en contra de aquellos que se animaron a denunciarlos. “A una mujer le apedrearon la casa, no le dejaron un solo vidrio sin romper y causaron daños en distintas partes de la propiedad. De pura casualidad tanto ella como su familia no terminaron lastimados”, le contó un testigo a PRIMERA EDICIÓN.Pero esta historia, de ribetes cinematográficos, ya que resulta insólito que los pobladores de la zona tengan que encerrarse por su propia seguridad, tuvo sus comienzos no hace mucho tiempo, dicen. Y tiene que ver con las drogas, un flagelo que casi siempre aparece en escena cuando hay menores protagonizando una crónica con violencia de por medio. Casi siempre. Las personas entrevistadas por este diario aseguraron que acercaron a la comisaría jurisdiccional (Decimosegunda) un escrito donde reflejan la terrible situación por la que están atravesando debido a las gavillas juveniles. “Denunciamos hasta los horarios en los que se reúnen y comienzan a pelear, entre la 1 y las 4, todos los sábados. Como si fuera una película de terror, la situación se repite una y otra vez todos los fines de semana. Peleas, destrozos, gritos y esa sensación de que cualquiera puede ser el próximo damnificado por los disparos, pedradas o palazos”, dijo otro de los vecinos de la zona, quien resaltó que “en muchas ocasiones hallamos cuchillos caseros o casquillos de proyectiles de armas de fuego en el piso. Este barrio no era así. Por eso no sabemos qué esperan las autoridades para intervenir, ¿o acaso están esperando que ocurra una desgracia?”.Autos destrozados, una postal de cada domingo“Cuando escuchamos que están peleando no sabemos el auto de quién va a terminar destrozado. Los domingos a primera hora es común ver cómo los vecinos se lamentan por las roturas en sus vehículos o en los frentes de las casas. Es que estos jóvenes, fuera de sí, se arrojan piedras, botellas y palos. A veces se oyen disparos. En esas bataholas pandilleras alcanzan a los rodados estacionados. No todos ganamos bien como para hacernos garages”, contó una mujer de la chacra 187. Las personas entrevistadas coincidieron en que las bandas tienen integrantes de las dos chacras vecinas, es decir la 187 y la 190 (ubicadas en proximidades a la avenida 115, entre las calles Chile y Brasil). “Por estos pocos inadaptados pagamos todos, ya que no se puede estar tranquilo sabiendo que en cualquier momento uno queda en medio de una pelea. Tememos por nuestra seguridad y la de los nuestros”, argumentaron. Finalmente, un grupo de vecinos coincidió en que están agilizando los trámites para conformar un foro de seguridad, como en otras zonas de Posadas y de la provincia. La colaboración y las reuniones con la Policía, según creen, serán la única solución viable a esta oleada de violencia. También tienen previsto radicar más denuncias con el objetivo de terminar con los “kiosquitos” de droga que, de acuerdo a sus dichos, se multiplican en las inmediaciones y arruinan la vida de adolescentes y hasta niños. El horariomás temido“Acá todos sabemos quiénes y dónde venden la droga. Lamentablemente los clientes habituales suelen ser pibes de muy corta edad. A esos que comercializan esas porquerías los denunciamos, pero nadie hace nada”, aseguró una vecina con respecto al flagelo que viven en la zona.Sobre ese tema, la mujer señaló que los “dealers” “llegaron no hace mucho tiempo y el barrio comenzó a ser ‘tierra de nadie’. Los chicos parecen zombies, no duermen de noche y pelean entre ellos por ver quién se queda con los espacios verdes o polideportivos para poder estar a la noche en grupo, consumiendo alcohol y fumando ‘porros’ o vaya a saber que otra sustancia alucinógena”. Así las cosas, los vecinos piden que la Policía realice recorridas de prevención en la zona y “tome cartas en el asunto” de inmediato.





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