TACLOBAN, Filipinas (AFP-NA-Medios Digitales). Con ayuda de aviones militares estadounidenses, las autoridades filipinas intentaban entregar ayuda a los supervivientes del tifón Haiyan, que dejó al menos 10.000 muertos en el archipiélago.Tres días después de que el tifón más potente del año arrasara ciudades enteras en el centro de las Filipinas, dejando los campos sembrados de cadáveres, los sobrevivientes se encuentran sin comida, agua ni medicinas, y las autoridades intentan evitar los saqueos.El presidente Benigno Aquino declaró ayer el estado de catástrofe, que permite al Gobierno controlar los precios y desbloquear fondos de emergencia.“Estén seguros de que en los próximos días la ayuda les llegará cada vez más rápido”, dijo el presidente en una alocución televisada.Mientras el archipiélago hace balance de los ingentes daños humanos y materiales, desde el océano Pacífico se acerca otra tormenta, que amenaza con traer fuertes precipitaciones a la provincia de Leyte y otras zonas gravemente afectadas por el tifón Haiyan.“Queremos que una brigada organizada y coordinada recoja los cadáveres, traiga comida y ponga fin a los saqueos”, dijo Joan Lumbre-Wilson, en uno de los centros de ayuda montados en la ciudad de Tacloban, devastada por el tifón. “Han pasado cuatro días. Queremos agua y comida. Queremos que alguien nos ayude. Estamos física y emocionalmente agotados. Hay bebés y niños que necesitan atención”, dijo.AnarquíaLa anarquía se apodera de la ciudad de Tacloban, en la provincia de Leyte, y una de las zonas más afectadas tras el brutal paso del tifón ‘Haiyan’, considerado el más fuerte de la historia y que ha causado más de 10.000 muertos. Los ejércitos del aire, mar y tierra se dirigen con urgencia a la isla arrasada debido a la inquietante situación de descontrol y aislamiento. Las autoridades solicitan voluntarios y piden ayuda a policías, bomberos y militares del resto del archipiélago asiático, pues el caos es tan extremo que la prensa local lo compara con el Apocalipsis. “Es imprescindible mantener el orden de los civiles, de lo contrario habrá más víctimas por la violencia entre los supervivientes que por el azote de la naturaleza”, declara Efren Nagrama, director del aeropuerto de Tacloban.Los habitantes de Tacloban deambulan desesperados, hambrientos, deshidratados, heridos y con la mente pérdida. Para Andrew Pomeda, profesor de instituto y encargado de uno de los pocos refugios que se mantuvo casi ileso “algunos parecen zombis sin alma con ansiedad y salvajismo”. La agresividad de sus gentes aumenta por momentos y los instintos más animales y primarios son los que se mantienen en alza para la supervivencia. Los robos en los pequeños colmados, los grandes centros comerciales, los hospitales y los colegios forman parte de un paisaje desolador donde los impulsos más básicos del ser humano nos recuerdan nuestra procedencia animal. Buscan entre las pertenencias de los muertos para encontrar alguna moneda de intercambio que palie su furia famélica. Necesitan comida, agua, arroz y leche para los niños. “Me temo que en una semana, la gente se morirá de hambre o se matarán entre ellos” decía el maestro.Ayuda humanitariaEn Tacloban, decenas de marines llegaron ayer por la tarde a bordo de dos aviones militares C-130 cargados de ayuda humanitaria, y manifestaron su sorpresa ante el alcance de los daños.“Las carreteras están impracticables, los árboles todos arrancados, no hay electricidad (…) No sé cómo describir la devastación”, dijo el general de brigada Paul Kennedy.Varios gobiernos han prometido ayuda ante el alcance de la devastación, que algunas agencias humanitarias están comparando con los daños provocados por el terremoto de 2010 en Haití.Australia va a donar cerca de 10 millones de dólares, y el papa Francisco anunció una primera contribución de 150.000 dólares.El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que las agencias humanitarias de la organización “responderán rápido”.





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