En un mundo en el que la obesidad representa uno de los mayores problemas de salud pública, medir y diagnosticar la condición física de las personas parece fundamental.Con eso en mente, durante muchos años hemos utilizado el Índice de Masa Corporal (IMC) para calcular los niveles de delgadez, sobrepeso y obesidad. Pero existe una debilidad evidente en la fórmula que conlleva al índice: no distingue entre grasa y músculo.Inventado por Adolphe Quetelet hace más de 150 años, el IMC se calcula tomando el peso de una persona (en kilogramos) y dividiéndolo por su estatura al cuadrado (en metros).En términos simples, es una manera simplificada de comparar el peso de un individuo con su altura, para evaluar su condición física.Aunque muchos depositen su confianza en la veracidad y precisión de la técnica, otros cuestionan su funcionalidad.Un estudio llevado a cabo recientemente por la Universidad de Navarra midió las consecuencias prácticas del sistema con base en más de 6 mil personas.Según la investigación, hasta un 29% de las personas consideradas delgadas según su índice de masa corporal sería obesa si se tuviera en consideración su cantidad de grasa.El estudio también plantea que el 80% de las personas que de acuerdo al índice presentan “sobrepeso”, en realidad son obesas.Para comprobar el grado de error del diagnóstico, el equipo utilizó el método de la pletismografía, que consiste en medir el volumen corporal a través del desplazamiento de aire que produce un cuerpo dentro de una cámara especial.También se estudiaron los marcadores sanguíneos de sensibilidad a la insulina de los participantes, su perfil lipídico (que determina el estado del metabolismo de los lípidos corporales) y otros factores de riesgo cardiometabólico.Al comparar los nuevos indicadores con los valores del IMC, los científicos encontraron que muchas personas consideradas delgadas o con sobrepeso presentaban factores de riesgo cardiometabólico.¿Una ecuación más precisa? No es la primera vez que se hace énfasis en la falta de precisión del diagnóstico proporcionado por el IMC.La búsqueda de un método más apropiado es una difícil tarea a la que se han sumado científicos de todo el mundo.El matemático Nick Trefethen, profesor de análisis numérico de la Universidad de Oxford, propuso recientemente una nueva fórmula: 1,3 por peso, dividido por la altura a la potencia 2,5. ¿Por qué la elección de los números 1,3 y 2,5?“Es imposible explicarlo en términos simples. Se requiere de toda una investigación y experimentación para determinar fórmulas que conlleven a datos matemáticos precisos que reflejen con precisión la condición física de las personas”, dice.“La diferencia de mi propuesta es que tiene en cuenta la física y la mecánica para explicar cómo se comportan los cuerpos y hay investigaciones que sugieren que el exponente debe ser de 2,5 o incluso dos y dos tercios”.Con respecto a la ecuación propuesta, Tim Cole, profesor de estadística médica del University College de Londres, dice no estar convencido de que resulte en una cifra más precisa.“Creo que su índice no va a solucionar las deficiencias presentes en la fórmula anterior. Por más de que se altere la ecuación, si incluye a los mismos factores, no es una alternativa viable”, afirma.¿Por qué seguimos basándonos en el IMC? “Es útil cuando se aplica en poblaciones. Es una forma que permite generar promedios y comparaciones y su cálculo es el más sencillo y práctico”, señala Cole.Katherine Flegal, del Centro Nacional de Estadísticas de Salud, en Estados Unidos, opina que el problema es conceptual.“Debemos concientizarnos de que el pronóstico del IMC corresponde únicamente al peso de una persona, no a su estado de salud”, dijo.“No creo que el peso sea sinónimo de salud y estudios han comprobado que tampoco es sinónimo de mortalidad”.El profesor Cole cree que no es posible que se deje de utilizar como referente y que se remplace por otro método más eficaz. “Es la manera más barata y práctica que se ha propuesto hasta el momento. Cualquier alternativa que proporcione un resultado más preciso es más costosa y complicada”. Bisabuelas pueden ser responsables de la obesidadNo importa qué tan sana sea la vida que llevamos, los tóxicos medioambientales a los que se expusieron nuestras madres, abuelas e incluso bisabuelas durante el embarazo pueden influir en las enfermedades que desarrollemos.Investigadores de la Universidad de Washington se dieron a la tarea de hacer una lista de químicos que encontramos a diario en el ambiente y que, debido a la epigenética, causan enfermedades generaciones después.Dos trabajos liderados por el biólogo molecular Michael Skinner, publicados por separado en PLOS ONE y Reproductive Toxicology, indican que la exposición a plastificadores -presentes en botellas de plástico- y a hidrocarburos -como el combustible de aeronaves-, pueden ser una causa de obesidad tres generaciones más tarde.También pueden influir en el desarrollo de enfermedades de riñón, próstata, testículos y ovarios, así como en anormalidades relacionadas a la pubertad.“Es la primera vez que probamos estas dos exposiciones medioambientales y descubrimos que los dos (químicos) promueven enfermedades transgeneracionales”, explicó Skinner.Este fenómeno se debe a la “herencia transgeneracional epigenética”. Al mismo tiempo que los animales (incluidos los humanos) heredan características de las secuencias de ADN de sus padres, también tienen una herencia epigenética con la activación o desactivación de algunos genes.“(El estudio hecho en ratones) sugiere que una exposición ancestral de tus abuelos y bisabuelos puede aumentar tu susceptibilidad a desarrollar obesidad”. Esto incluye aumento de peso y una gran cantidad de acumulación de grasa en la zona del abdomen.Si dos personas -una con tendencia a sobrepeso y otra no- llevan la misma dieta y realizan la misma cantidad de ejercicio, la que es más susceptible a ganar peso podría desarrollar obesidad, al contrario de la otra.“Lo que pasa con la exposición de nuestros ancestros a estos tóxicos es que aumenta la susceptibilidad. Si sabes que eres susceptible a ganar peso, podrás tomar medidas para no ser obeso”, aclara Skinner.





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